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Daniel Noboa y el mapa del poder en Ecuador

El mapa político en Ecuador se replantea. El nuevo presidente, mientras evidencia en las últimas horas dificultades para conformar su Gabinete y ocupar los altos cargos del Estado, se ha movido con más naturalidad en el terreno legislativo, en donde pudo adelantar un pacto político que le aseguraría, en principio, la posibilidad de contar con el apoyo de las fuerzas políticas mayoritarias en la Asamblea, mientras ha orillado a la oposición a los sectores más radicalizados del anticorreísmo.

Aunque desde esos mismos sectores se le augura corta vida al pacto legislativo, lo cierto es que la actual legislatura terminará en mayo de 2025, al igual que el periodo de Noboa, y la evidencia del corto tiempo que tienen provocó una evidente aceleración de los procesos políticos, así como del tradicional transfugismo político que pareció entender que no tiene tiempo que perder.

El primer semestre de 2024 será clave en la ejecución de las propuestas más importantes de Noboa, mientras que a partir del segundo, el ambiente preelectoral condicionará la agenda tanto del Ejecutivo cuanto de las fuerzas políticas representadas en la Asamblea Nacional, con miras a las nuevas elecciones generales que tendrán lugar a principios de 2025.

Analizamos cuáles son los nuevos factores de poder y sus agendas con miras a 2024 y 2025.

La bancada de Noboa: sacó 14 curules en las urnas pero logró crecer hasta los 25

La bancada afín a Daniel Noboa es mucho más grande que la que respondía orgánicamente a Guillermo Lasso en 2021. Aunque en las urnas solamente consiguió 14 curules, antes de la instalación de la Asamblea fue evidente que varios independientes y representantes de movimientos pequeños se estaban acercando al nuevo oficialismo. En un fenómeno similar a la conformación de la Bancada de Acción Nacional en 2021, quienes se han alineado con Noboa tienen claro que deberán apuntalar la agenda económica del Gobierno.

En la mesa directiva, Noboa colocó al representante de Pichincha, Ecknner Recalde, un personaje que repite de la Asamblea anterior, en donde fue procesado disciplinariamente por el supuesto cobro de diezmos. De la ID, Recalde pasó a alinearse con el correísmo.

Eckner Recalde, flamante segundo vicepresidenta de la Asamblea Nacional. Foto: Asamblea Nacional

Pero el cuadro más sólido de la bancada oficialista es Valentina Centeno, una ex deportista y ex funcionaria que en lugar de ir al CAL prefirió la Comisión de Desarrollo Económico, una comisión clave a la hora de tramitar los proyectos de ley que ha anunciado Noboa como urgentes para las próximas semanas: una reforma urgente del sector eléctrico, que busca combatir los apagones, y realizar inversiones urgentes en ese ámbito (Noboa había hablado en campaña de la necesidad de bajar el costo del kilovatio en el Ecuador) y una reforma tributaria que, en principio, no busca aumentar los impuestos (algo que seguramente encontraría oposición en el PSC) sino bajarlos para empresarios que realicen más contrataciones en el próximo año.

Valentina Centeno es el cuadro legislativo más sólido de Noboa Azín. Foto: Redes sociales

Al Gobierno de Noboa, explica el consultor político Alejandro Zavala, le interesa de manera especial obtener más recursos para poder viabilizar su reelección en 2025, algo que Noboa ha anunciado desde antes de su posesión. De ahí que sus primeras gestiones en el exterior han tenido que ver con la posibilidad de contratar nuevos créditos que le permitan enfrentar el déficit fiscal y atender las necesidades económicas del año 2024.

Alejandro Zavala es consultor político y comunicacional Foto: Facebook

Pero, a pesar de ello, el Gobierno como tal no tiene la posibilidad de tomar decisiones en la Asamblea por sí solo y deberá contar con sus aliados: el PSC y el correísmo

El correísmo empieza su trabajo político con miras al 2025

En el correísmo, la derrota electoral frente a Daniel Noboa llevó a varios replanteos. Luisa González, conocida como una figura incondicional del ex presidente Rafael Correa, llegó a la presidencia del movimiento Revolución Ciudadana, del que parecen tomar distancia figuras como la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, o el periodista Carlos Rabascall, quienes estuvieron entre los que no fueron considerados para la nominación presidencial correísta.

De hecho, algunos sectores del anticorreísmo han visto con buenos ojos las divisiones en RC, con la esperanza de que estas puedan debilitarla o reducir su caudal electoral en 2025.

Luisa González se consolida como la candidata de la ortodoxia correísta Foto: Facebook

Pero a pesar del revés en las recientes elecciones, poco parece haber cambiado en la agenda del correísmo, enfocado en recuperar el poder y en revertir los problemas judiciales de sus líderes. Como parte del pacto político, el correísmo llega a la presidencia de siete de las 15 comisiones legislativas, y la controla la Comisión de Fiscalización, en donde Pamela Aguirre, otra legisladora incondicional de Correa, ya ha anticipado procesos de fiscalización y juicios políticos que estuvieron postergados durante la legislatura anterior.

Aguirre y eel correísmo también han planteado tramitar amnistías para algunos de sus jerarcas judicializados, como Ricardo Patiño, mientras no descartan plantear el juicio político contra la fiscal Diana Salazar, a la que acusan de irregularidades.

Con 51 votos, el bloque correísta es el comodín clave para conformar una mayoría, pues muchas de las decisiones en la cámara se toman con solo 70 votos. Es decir, una combinación entre el PSC y el correísmo, o un entendimiento entre el correísmo y el oficialismo de ADN serían suficientes para la aprobación de las leyes.

El consultor Alejandro Zavala cree que la agenda correísta seguirá siendo la misma que en estas elecciones anticipadas: pavimentar el camino para que logren captar nuevamente el poder en 2025, aunque sin que el liderazgo autoritario de Rafael Correa se vea comprometido. Esto les colocará en la misma paradoja que se acaba de ver: un movimiento que tiene un piso de hasta el 25%, pero que a la hora de la definición tiene entre 300 y 400 mil votos en contra que le impiden llegar al poder, lo mismo que ya le pasó a Andrés Arauz y que se repitió con Luisa González.

Desde la Comisión de Fiscalización, además, el correísmo podría ejercer presión al gobierno de Noboa, por medio de juicios políticos en donde la clave le será conseguir solo 19 votos adicionales, algo que le permitirá a los dos socios políticos de ADN mantener su capacidad de maniobra durante 2024 y con miras al 2025.

Por lo pronto, si se produce un cisma significativo del correísmo de Guayaquil en torno a figuras como Rabascal y Aguiñaga, y si Luisa González se mantiene vigente, el correísmo aún podría ver dividida su votación para 2025.

Noboa, de su lado, se declaró inmune a las críticas del anticorreísmo radicalizado sobre su pacto con Rafael Correa. No solo que ha hablado con los correístas sino que llegó a plantear, según reveló la propia Luisa González, ser él el candidato de la RC, algo que Noboa no ha desmentido.

Pocas novedades en la estrategia del PSC: gobernar desde afuera

Como ha ocurrido durante por lo menos las últimas dos décadas, el Partido Social Cristiano, ante la incapacidad de obtener una penetración nacional, se ha convertido cada vez más en un partido provincial de Guayas, Los Ríos y El Oro.

Golpeado en las seccionales por RC al perder la alcaldía de Guayaquil y la prefectura de Guayas, y por la derrota de Jan Topic en su intento de llegar a la presidencia de la República, el PSC logró sumar 18 votos en la Asamblea y pactar la presidencia de la Asamblea Nacional, así como el control de por lo menos cinco comisiones legislativas.

Nucleado en torno a Henry Kronfle y otros socialcristianos de Guayaquil, el PSC desembarcó en la presidencia de la Asamblea y en varias comisiones legislativas, desde donde piensa explotar políticamente el apoyo a Daniel Noboa. De la mano de Kronfle ha llegado como administrador de la Asamblea el polémico ex asambleísta Pablo Muentes, a quien Fernando Villavicencio llegó a señalar como parte de un complot en su contra.

Para Alejandro Zavala, lo que parece ser un pacto oligárquico de Guayaquil entre Noboa y Jaime Nebot (uno de los primeros en aterrizar en la mansión de Olón el día del triunfo electoral fue el médico Roberto Gilbert, quien se declaró una especie de enlace entre los Noboa y el PSC) podría durar mucho más tiempo que el que intentó Guillermo Lasso al inicio de su gestión.

El PSC, y sobretodo, Topic, vieron con buenos ojos algunos de los ofrecimientos de Noboa sobre un plan de seguridad basado en la tecnología, al tiempo que han saludado los anuncios relacionados con evitar cualquier aumento de impuestos.

Pero si el pacto entre Noboa y el PSC se rompiera, es muy posible que sí se mantenga un entendimiento legislativo con el correísmo, pues solo el PSC y el bloque de RC logran 79 votos, más de los necesarios para la mayoría de las decisiones legislativas. Aunque el socialcristianismo sabe que no tiene posibilidades de alcanzar la presidencia de la República (en algunas provincias, como Tungurahua, tuvo un importante retroceso que significó la derrota electoral de Esteban Torres) seguirá jugando durante los próximos meses a ser una fuerza clave en la Asamblea y en la aprobación de leyes.

El anticorreísmo radical contra las cuerdas y a la espera de una oportunidad política

La postura ambigua de un Daniel Noboa que en ningún momento se vió interesado en romper frontalmente con el correísmo llevó a un tibio apoyo de los sectores políticos que se habían aglutinado en torno a candidatura presidencial del asesinado Fernando Villavicencio y el movimiento Construye de María Paula Romo.

Aunque los primeros resultados hablaban de un bloque de hasta 30 legisladores, pronto se confirmaron los temores de que quienes fueron electos por el arrastre electoral del candidato asesinado se irían fraccionando en un fenómeno similar al ocurrido con la extensa bancada que Pachakutik obtuvo en 2021.

Si en aquella ocasión bloques como el de PK y el de la ID terminaron fraccionados en por lo menos tres bandos enfrentados entre sí, antes de la instalación de la Asamblea el bloque electo con la figura de Fernando Villavicencio implosionó. El candidato había temido pocas semanas antes de su muerte que muchos de sus cuadros legislativos no eran orgánicos, lo que provocaría conflictos en el futuro, y sus preocupaciones se terminaron haciendo realidad.

De los casi 30 que reivindicaba Construye bajo su paraguas electoral, han quedado solo 19, mientras el resto se han aglutinado en torno a Gente Buena y la figura de Lucio Gutiérrez. Totalmente excluidos de la negociación del acuerdo y con sus principales figuras vetadas como interlocutores (el ex general de Policía Patricio Carrillo, quien finalmente no se pudo posesionar por haber sido censurado en un juicio político anterior, reveló que le tenían “bloqueado”, mientras que Ana Galarza sufre una situación similar), los integrantes de lo que queda de la bancada anticorreísta que llegó con la figura de Villavicencio corren el riesgo de perder su vocalía en el Consejo de Administración Legislativa y no han podido integrar ninguna comisión importante.

Alejandro Zavala destaca que Construye carece de una propuesta ideológica como tal, y más bien ha aglutinado apoyos en torno a la lucha contra la corrupción, algo que puede plantearse sin compromisos ideológicos desde cualquier sector. Pero, además de ello, la radicalización del discurso político de Construye le ha aislado, mientras no logra ni siquiera el apoyo de los legisladores de Gente Buena. Desde ese sector, se le augura corta vida a la actual mayoría legislativa, con la esperanza de que esa ruptura les permita dirimir una eventual conflicto político al interior de la Asamblea.

De momento, las agendas de estas fuerzas políticas están claras, así como los recursos de los que disponen. Las decisiones que tome Noboa a partir del 23 de noviembre pondrán a prueba en la política real.

Por Fermín Vaca Santacruz-Nodal