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Desapareció en enero, su cuerpo fue encontrado en marzo y sus hijos se enteraron hace solo tres días que era el de su madre

Karina Chazarreta tenía 49 años y era buscada desde el 11 de enero en San Fernando del Valle de Catamarca; dos meses después aparecieron restos óseos en las afueras de la ciudad, pero recién ahora determinaron que eran de ella; días antes de ser vista por última vez, la mujer había denunciado por violencia a su expareja, que tenía una prohibición de acercamiento

espués de algo más de cuatro meses en los que los más optimistas anhelaban que se hubiera ido de San Fernando del Valle de Catamarca hacia otra provincia, tal vez huyendo de la violencia de su expareja y padre de sus hijos, la desaparición de Karina Chazarreta tuvo el peor de los finales. La Justicia confirmó que los restos humanos hallados el 25 de marzo pasado en una zona de monte en las afueras de la ciudad corresponden a la mujer que tenía 49 años cuando desapareció.

En un posteo realizado hace dos días, Cristian Ortega, el mayor de sus tres hijos, confirmaba la noticia. “Por parte de la Fiscalía nos confirmaron que la muestra de ADN que nos sacaron a mi hermano y a mí, dio como resultado que los restos óseos son de mi madre, Karina Verónica Chazarreta. Es un dolor tan grande saber esto, nuestra familia está destruida”.

Los restos de Karina habían sido encontrados el 25 de marzo pasado en una zona de monte, con mucha vegetación y de difícil acceso. Los vieron personas que ocasionalmente pasaban por el lugar, vecinas del barrio más cercano al lugar. Hizo falta un cotejo de ADN para determinar su identidad. La causa de su muerte todavía es un misterio que los forenses intentarán resolver en los próximos 45 días, según el parte oficial que dio la fiscalía N°9 que encabeza Jonathan Felsztyna, a cargo de la investigación.

Al ser consultado por LA NACION, Cristian Ortega prefirió no arriesgar ninguna hipótesis sobre lo que le pudo haber pasado a su madre. “Lo único que espero, tanto de la policía y la fiscalía, es que en estos 45 días se averigüe a fondo lo que pasó”, respondió.

Fue justamente Cristian, el mayor de los tres y policía de profesión, el encargado de hacer la denuncia el 11 de enero, cuando se dio cuenta de que su mamá estaba desaparecida. Aquel día, Cristian se la cruzó a las 6.20 de la mañana, cuando él volvía del trabajo. “Le dije que estaba llegando tarde al laburo, porque ella entra a las 6. Yo tengo un departamento al fondo de la casa y me fui a acostar. Cuando me levanté al mediodía, me encontré con el casco de su moto, pero ella no estaba. Llamé a sus amigas y al trabajo, y me dijeron que nunca se presentó, que había mandado un mensaje diciendo que ese día no iba a ir”, reconstruyó hace unos meses, en otro diálogo con LA NACION.

A Karina la describen como una luchadora. Antes de trabajar en el vivero municipal, en donde se desempeñaba, había tenido diferentes emprendimientos personales para salir adelante. Pese a que los problemas con el padre de sus hijos eran de larga data, ambos compartían el mismo terreno, ubicado en el Barrio 25 Viviendas. El vivía adelante, en la casa principal, y ella, con el menor de los hijos, en un departamentito trasero.

En estos meses, circularon diferentes versiones por la calles catamarqueñas sobre lo que le pudo haber ocurrido a Karina. Mientras que sus hijos ansiaban que su madre se hubiera ido a otra provincia, otros temían por un desenlace más dramático que involucraba a Cristian del Valle Ortega, su expareja y padre de sus hijos. La denuncia por violencia que la propia mujer había interpuesto contra él días antes de su desaparición abonaba esta segunda versión.

Se estima que en nuestro país hay unas 5000 mujeres desaparecidas. Según los datos del Sistema Federal de Búsquedas (SIFEBU), organismo encargado de registrar las desapariciones, cada mes unas 203 mujeres ingresan en ese registro. Algunas llevan décadas sin que sus seres queridos sepan qué pasó con ellas. Y aunque las posibles causas de desaparición son múltiples, los especialistas recomiendan que, cuando una mujer desaparece, la principal hipótesis que hay que descartar es la del femicidio. Sin embargo, lo que ocurre en la realidad es que esa hipótesis suele ser subestimada. En parte, porque a sus responsables les sobran prejuicios y les falta perspectiva de género.

Durante las primeras 48 horas de la desaparición de Karina, hubo dos detenciones: la de su expareja y la de Edith Pinto, señalada como la mejor amiga de Karina. Si bien ambos fueron liberados horas después, la Justicia allanó sus hogares y secuestró elementos de prueba que todavía se analizan.

Antes de que la detuvieran, Pinto había dado una entrevista en un medio local en la que no solo relacionó la desaparición con el mal vínculo que Karina tenía con su ex pareja, sino que lamentó la falta de respaldo de algunos de los hijos hacia su mamá. En esa entrevista, aseguró que tenía pruebas del maltrato y acoso que la mujer sufría desde hacía años por parte de su expareja.

Si bien la detención de la mujer fue interpretada por algunos sectores como un intento de silenciarla, fuentes de la investigación explicaron que el motivo fue otro. Cuando Karina desapareció, la fiscalía le tomó declaración testimonial a su entorno cercano, tal como marca el protocolo del SIFEBU, encargado también de coordinar las búsquedas de personas perdidas a nivel nacional y de capacitar en la materia a efectivos policiales y miembros de la Justicia.

Dado que Pinto no solo era amiga de Karina sino también su jefa, había sido convocada por el fiscal para que brindara declaración testimonial. Pocos días después, la Justicia descubrió que la mujer había omitido un detalle importante en su declaración: horas antes de desaparecer, Karina le había transferido 300 mil pesos a su cuenta bancaria, una suma alta para alguien que trabajaba como empleada en el vivero municipal, con un sueldo aproximado de 60 mil pesos.

Aunque la Justicia no dio más precisiones sobre este tema, algunas fuentes que siguieron de cerca la investigación agregaron que del cruce de los movimientos bancarios de Karina también habría surgido la compra de pasajes y de productos mediante plataformas de compra digital.

Cuando el 25 de marzo se conoció el hallazgo de restos NN en el monte, muchos especularon con que podrían ser de Karina. Si bien circuló en los medios que los restos estaban calcinados, fuentes de la causa lo desmintieron.

En un principio, la investigación para identificar esos restos había quedado a cargo del fiscal Laureano Palacios. Algunas semanas después, el fiscal fue apartado del caso. A Palacios se lo investiga por su mala actuación durante la investigación por la muerte de Juan Carlos Rojas, ministro de Desarrollo Social de Catamarca, y fue suspendido en sus funciones. Finalmente esa investigación quedó también en poder de Felsztyna, quien recién a principios de este mes, el 4 de mayo, ordenó extraer muestras de ADN de los hijos de Karina para cotejarlas con los restos.

Ahora, los hijos de la mujer esperan con ansias el paso de los próximos 45 días. Cuentan con que la ciencia les diga lo que la Justicia, hasta ahora, no pudo: qué fue lo que pasó con su mamá cuando salió de su casa aquel 11 de enero. También con que entonces, por fin, recuperen sus restos y puedan despedirla.


Por: Lorena Oliva LA NACION