Una reciente encuesta realizada a un millar de argentinos que afirmaron estar en una relación amorosa reveló detalles sobre esta situación. Cuando se les preguntó si alguna vez tuvieron acceso al dispositivo móvil de su pareja, casi la mitad dijo que sospecha que sí, que su par había accedido al smartphone. Otro 24% afirmó “no estar seguro”. Lo particular es que menos de la mitad (46%) de quienes descubrieron que su pareja había violado su privacidad lo comentaron y confrontaron. ¿Por qué no lo hicieron? ¿Cuáles son las recomendaciones de los expertos para estar alerta?
Dejar el celular arriba de la mesa e irse a bañar es una típica oportunidad que ha sido aprovechada por miles de argentinos para “revisar” el smartphone de su pareja. ¿Qué tan común es esta situación? Mucho, según se desprende de una reciente encuesta realizada por una empresa especializada en tecnología y seguridad que descubrió que casi la mitad de los argentinos que dicen estar en una relación amorosa –43% de los varones y 44% de las mujeres– “sospecha” que su pareja ha revisado su teléfono en forma subrepticia.
El trabajo que encargó la compañía Avast, especializada en el desarrollo de software de seguridad para dispositivos, indagó en estas temáticas en una muestra hecha a más de mil adultos en Argentina. En promedio, 44 de cada 100 encuestados dijo que “sospechaba que su pareja revisó su celular”. Otro dato que complementa esta situación: la cifra de quienes respondieron en forma anónima confesando: “Sí he accedido al dispositivo móvil de mi pareja sin permiso”, llegó en Argentina al 35%. Y el elemento que confirma lo gris de esta situación es otro 24% de los usuarios que confesó “no estar seguro” de si su móvil había sido “revisado” por su compañero de vida, sin consentimiento, claro. Por otra parte, dos de cinco entrevistados admitieron haber discutido acerca de algo que descubrieron en el dispositivo de su media naranja.
Un punto que despierta curiosidad es qué indicios le hicieron sospechar a una persona que su smartphone había sido “comprometido”. En el 39% de los casos ocurrió simplemente porque el “arrepentido” de la intrusión confesó. Y una de cada tres personas a las que les pasó fue por haber sorprendido a su partner con, literalmente, las manos en la masa, o mejor dicho, en la pantalla.
Según Javier Rincón, director regional de Avast, “revisar sin permiso el teléfono de alguien no es algo aceptable, sin importar el tipo de relación que se tenga”. Y confirmó otro dato: “Los resultados de nuestra encuesta demuestran que las personas que se dieron cuenta de que su pareja había manipulado su celular fue porque algunos de los ajustes originales estaban cambiados y encontraron algo diferente en la configuración”. Otra forma de confirmación de esta sospecha, según la encuesta, ocurrió al descubrir que el compañero conocía algún dato o información privada que le llegó al “espiado” y que este no había compartido. Incluso hubo casos de usuarios que, revisando su smartphone, encontraron alguna nueva app que ellos no habían instalado y que podría estar siendo usada como forma de control.
Un detalle interesante es que no todas las personas que revisaron un dispositivo ajeno de un afecto cercano tuvieron que hacerlo con especial sigilo: es que el 42% ya sabía la clave de acceso porque su partner la había compartido en el pasado. Y un tercio dijo no haberla necesitado “porque el smartphone no estaba protegido con un pin”.
¿Qué ocurrió entre aquellas personas que descubrieron que fueron espiadas pero eligieron no confrontar a sus parejas con este hecho? El 31% afirmó que no lo hizo ya que quería ver “si era un incidente único”. Pero una de cada 10 (11%) contestó que no había sacado el tema por “miedo de que se produjera una discusión”.
Según Mabel Bianco, directiva de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), si se descubre esta clase de espionaje, lo que hay que hacer es cambiar las claves y luego analizar cómo plantear el hecho a la pareja. “Porque que esto haya pasado no es algo normal ni implica que te quiere más”. Y agregó: “Siempre hay que cuidarse de las represalias y no permitir el más mínimo gesto de agresión”.
Otro punto llamativo de la encuesta tuvo que ver con preguntas que revelaron qué ocurrió tras el descubrimiento o confesión de que se había revisado el dispositivo del cónyuge. En el 22% de los casos la situación derivó en una agresión verbal. En el 4% en una agresión física, mientras que en el 15% de los casos la relación terminó.
Para Bianco, “desde una visión feminista, se entiende que entrar al teléfono sin consentimiento es algo que hacen los hombres. Y es un indicio de que ese hombre no respeta la privacidad de la pareja mujer. Es, entonces, un tema de cuidado para la mujer porque hay personalidades obsesionadas con la infidelidad y ante mínimos elementos pueden convertirse en violentos y, por su obsesión, no tienen límite. Como los hombres reaccionan más violentamente que las mujeres, las lesiones que infligen son más severas. El hecho de revisar el celular a escondidas y sin consentimiento no se debe permitir, es una violación a la privacidad de la mujer”, concluyó.
Cómo detectar las apps “espías”
Según le comentó a PERFIL Marcela Pallero, especialista en informática y docente de posgrado en temas de ciberseguridad, “creo que, en el ámbito privado, si dos personas se ponen de acuerdo sobre esa situación, está bien. Pero lo que no se debería olvidar nunca es tomar recaudos para que no acceda a nuestro dispositivo alguien que no queremos que lo haga”. Eso implica, por ejemplo, “setear un pin de acceso. Además, muchas aplicaciones de mensajería tienen opciones de configuración que permiten saber qué dispositivos las utilizaron y la hora a la fueron accedidas por última vez. O sea que existen opciones que podrían ayudar, o descartar, sospechas”. Algunas apps “espías” pueden dar indicios de su presencia. Por ejemplo, un dispositivo móvil que tiene una baja inesperada y repentina de velocidad, con congelaciones más frecuentes. También ciertos cambios, como una nueva página de inicio, nuevos iconos, un motor de búsqueda por defecto diferente u otros cambios menores que no hayan sido hechos por el dueño del dispositivo. Finalmente, recibir mensajes extraños, la apertura repentina de muchas ventanas emergentes o mensajes de error de programas que antes funcionaban bien también pueden indicar la existencia de un software espía.
Por Enrique Garabetyan – Perfil