Nicolás Posse es el hombre fuerte del Gobierno, pero no habla en público. La relación con Milei y con Karina. Qué piensa el hombre que maneja la reforma del Estado.
A Nicolás Posse todavía no se le conoce la voz. A un mes de la asunción de Javier Milei, el hombre fuerte del Gobierno, impulsor de la ley ómnibusy del polémico decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70/2023, que coordina las tareas de todo el gabinete y tiene su oficina pegada a la del Presidente cultiva el bajo perfil y se aboca exclusivamente a tareas de administración divorciadas de la política.
Una rareza desde que se creó el puesto, en la reforma constitucional del ’94, Posse no tiene previsto dar entrevistas ni conferencias de prensa para hacer una defensa política de las medidas de gobierno, como lo hicieron sus antecesores, figuras de alta exposición pública que suelen funcionar como un escudo mediático del primer mandatario.
“Hay otros voceros de Gobierno que pueden cumplir esa tarea”, defienden la decisión en la Casa Rosada. Recién desembarcado en la política desde el mundo privado, Posse decidió abocarse a un rol “puramente ejecutivo” relacionado con la organización y el ordenamiento del Estado –de acuerdo a su óptica liberal– y ejercer como protector del Presidente puertas adentro, como si fuese “un hermano mayor”, según describe un hombre de la política que tuvo trato con ambos.
Para ejercer ese rol preponderante, Posse cuenta con el aval imprescindible de Karina Milei, guardiana del círculo íntimo del primer mandatario. La secretaria general de la Presidencia muestra ante sus interlocutores que tiene aprecio personal por el jefe de Gabinete. Ambos serán parte de la comitiva reducida que partirá el lunes junto al Presidente rumbo al Foro de Davos. También irán el ministro de Economía, Toto Caputo, y la canciller Diana Mondino.
Otra singularidad: no es habitual que un jefe de Gabinete viaje junto al Presidente al exterior, ya que suele permanecer en el país para monitorear de cerca la gestión, pero Milei se mueve solo rodeado por gente de su extrema confianza y Posse será parte del equipo que mantendrá reuniones con delegaciones de otros países. Por ahora, el mandatario sólo confirmó encuentros breves con el francés Emmanuel Macron y con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. Desechó otros pedidos; considera que las fotos con otros mandatarios son “una pérdida de tiempo” y no resuelven problemas concretos.
Posse fue blanco de los reclamos esta semana, cuando la oposición exigió su presencia en el Congreso en la discusión sobre la ley ómnibus. El jefe de Gabinete no concurrió. Si bien el artículo 71 de la Constitución indica que los representantes en Diputados y el Senado pueden “hacer” concurrir a los ministros del Poder Ejecutivo “para recibir las explicaciones e informes que estimen convenientes”, salvo excepciones puntuales, el debate en comisiones no es una instancia a la que los antecesores de Posse hayan concurrido.
El encargado de abrir la presentación fue, entonces, el secretario ejecutivo de Gobierno –virtual vicejefe de Gabinete-, José Rolandi, quien finalmente explicó ante el auditorio el origen de la ley ómnibus y del DNU. Dijo que ambos habían sido producto de la fusión de los trabajos que hicieron durante la campaña el equipo de Posse y el de Federico Sturzenegger. Este último, hasta el cierre de esta nota aún no tenía cargo formal en el Gobierno. La defensa estuvo en manos de ministros y secretarios.
En cambio, el jefe de Gabinete sí deberá cumplir con la obligación que le impone el artículo 101 de la Carta Magna, que indica que debe asistir una vez por mes, “alternativamente a cada una de las Cámaras”, para “informar la marcha del gobierno”. El ciclo de presentaciones en el recinto se suele inaugurar en abril, un mes después de la apertura de sesiones ordinarias. En la Jefatura de Gabinete le confirmaron a Letra P que Posse cumplirá con su obligación. Será, posiblemente, su primera aparición pública. Hasta ahora, el ministro coordinador desechó todos los pedidos de entrevista que recibió.
Estilo Posse
De pocas palabras, medido, metódico, quienes conocen a Posse desde hace años lo describen como un hombre “muy inteligente y formado, de gran capacidad de trabajo, que piensa muchos los temas”, pero que “nunca se va a exponer a una conferencia de prensa” y “no va a decir más de lo que tiene que decir” “ni, mucho menos, algo fuera de lugar”. Un estilo que ya cultivaba en su paso por el sector privado, que agudizó desde que Milei incursionó en la política y, más aún, desde que se convirtió en Presidente. Al lado del primer mandatario, el jefe de Gabinete “habla poco y anota mucho”.
Lector voraz, con especial interés en la historia, Posse es ingeniero industrial egresado del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y no es hincha de ningún club de fútbol. Habla un inglés fluido producto de su educación completa en St Brendan’s College, un colegio de elite de origen irlandés ubicado en el barrio de Belgrano R. Tiene 57 años y conoció a Milei en Corporación América, el holding de Eduardo Eurnekian, que albergó también a otros funcionarios del Gobierno como el ministro del Interior, Guillermo Francos, y el de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
En 2009, Posse estuvo a cargo del proyecto Corredor Bioceánico Aconcagua, un túnel ferroviario de baja altura de 52 kilómetros de largo que tenía por objetivo unir Santiago de Chile con Mendoza e integrar el comercio de los océanos Atlántico y el Pacífico. Fue impulsado por Corporación América durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Eurnekian lo convirtió en uno de sus proyectos emblema y se lo presentó formalmente a la expresidenta en 2011 con el aval del entonces ministro de Infraestructura, Julio de Vido. Posse también fue parte de aquella reunión. La obra tenía una inversión prevista de unos 4 mil millones de dólares. Nunca se concretó.
Posse acompañó a Eurnekian cuando le presentó a Cristina el Proyecto Aconcagua. En la foto, junto a los exfuncionarios Julio de Vido, Amado Boudou, Debora Giorgi y Juan Pablo Schiavi.
Frustrado el proyecto, después de algunos movimientos internos en el holding, Posse terminó como gerente general de la unidad de negocios sur de Aeropuertos Argentina 2000, una de las partes del gigante corporativo, que incluye negocios en agro, energía, minería, real state y tecnología. Quedó a cargo de once aeropuertos. “Una cuarta línea”, según explican los que conocen el funcionamiento interno del grupo.
Posse está entre los pocos amigos que Milei hizo en su paso por la empresa de Eurnekian. Se incorporaron casi en la misma época, entre 2007 y 2008. El Presidente era evaluador de riesgos y tenía llegada directa a la cabeza del gigante. En la empresa lo consideraban un excéntrico, que predicaba a los cuatro vientos sobre la escuela austríaca y siempre tuvo desprecio por la política. “Cuando yo sea presidente, vos vas a ser el encargado de la política”, le dijo alguna vez a Francos en los albores del armado de La Libertad Avanza. “Eso se llama ministro del Interior”, le respondió su interlocutor, que ya había sido concejal, diputado y presidente del Banco Provincia, entre otros cargos.
Milei llegó a la Casa Rosada, nombró a Francos en el cargo prometido y mantuvo el mensaje. “Es un gran jugador, tiene la muy difícil misión de lidiar con la política”, dijo la semana pasada en una entrevista radial, como si el cargo de presidente no tuviera ninguna vinculación con esa tarea.
Para Posse reservó la administración. El jefe de Gabinete fue la única persona que acompañó a Milei en la reunión que tuvo en Olivos con Alberto Fernández dos días después del ballotage. Dueño de una agenda de contactos empresariales envidiable, el jefe de Gabinete cumplió durante la campaña el rol de recaudador de fondos, además del armado de equipos técnicos. Quienes lo conocen aseguran que no sólo no tiene formación política, sino que incluso peca de cierta “ingenuidad” en la materia.
“Es un gerente, un administrador con un pensamiento liberal clásico”, apunta un hombre que compartió muchas horas de trabajo con el jefe de Gabinete, a quien califica como “una muy buena persona, de palabra”, que aplica a su tarea “una lógica puramente empresarial”. Posse desembarcó en el Estado con esa visión. Trabaja en el primer piso de la Casa Rosada desde las 8, reparte roles, divide tareas, pide resultados. A la manera de un ceo.
Esa mirada le valió la ubicación en el mundo de los denominados “halcones”, brazos ejecutores inflexibles de la meta del déficit cero que puso Milei, enfrentados a las “palomas” negociadoras con la política, como Francos, destinatario de todos los reclamos que tiene en Posse y en el ministro de Economía, Toto Caputo, las excusas para decir “no”. El jefe de Gabinete, hasta ahora, no mantuvo reuniones tampoco con gobernadores, intendentes ni dirigentes políticos de ningún ámbito. Todo queda reservado a Francos. El jueves, Posse comunicó por primera vez una actividad oficial, un encuentro con ejecutivos de YPF y Petronas por un proyecto de inversión de 180 millones de dólares, del que también participó Caputo.
Sin experiencia previa en el Estado, Posse tiene a su cargo toda la botonera de funcionamiento en un país que pende de un hilo en términos económicos y sociales y se propuso abordar cambios inéditos que implican la desaparición de reparticiones públicas enteras con criterios que la política tradicional todavía no logró comprender. “Encontró una súper estructura que quiere hacer más eficiente”, explican sus colaboradores. Para eso, armó un equipo con algunos viejos conocidos de la administración estatal, como Armando Guibert, secretario de Transformación del Estado y la función pública, que fue funcionario del gobierno de Carlos Menem. Guibert es uno de los cerebros de las reformas del Estado, en línea con Sturzenegger.
El jefe de Gabinete es, además, un dique de contención a la injerencia directa de Mauricio Macri en el Gobierno. Busca evitar que el expresidente condicione a Milei, más allá de las coincidencias ideológicas y del desembarco en el gobierno de figuras ligadas a Macri, como Sturzenegger y Caputo. El primero siempre fue admirado por Milei. El segundo llegó al mileísmo vía Posse. En charlas reservadas, el jefe de Gabinete no esconde su recelo personal hacia el líder del PRO. En la misma línea está Karina Milei.
Choque de planetas
La planilla de Excel diseñada por la tríada que forman Posse, Caputo y Sturzenegger, en su cruzada del déficit cero y la supuesta modernización del Estado ya empezó a chocar con la realidad. La ley ómnibus y el DNU encontraron en el Congreso objeciones de parte de todo el arco opositor, que exige cambios radicales.
Aunque en el Gobierno aseguran que “el espíritu de la ley no se toca”, lo cierto es que las “sugerencias” de diputados y gobernadores destrozan capítulos enteros de la legislación. Los sectores más dialoguistas de la oposición, encabezados por el PRO, la UCR y el bloque Hacemos Coalición Federal, que encabeza Miguel Ángel Pichetto, ya advirtieron que no votarán la eliminación de la fórmula de movilidad jubilatoria ni las reformas a la ley de pesca, el aumento de retenciones a las economías regionales, las modificaciones a la ley de biocombustibles, la reforma política, la delegación irrestricta de facultades y la privatización de todas las empresas del Estado, entre otros puntos.
En sus diálogos con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y con Francos, varios dirigentes dejaron claro, además, que quieren que la Casa Rosada abra el diálogo político con otros funcionarios. Posse, el hombre fuerte del Gobierno a quien casi nadie conoce, es el más reclamado.
Por Gabriela Pepe-LP