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El archipiélago a la bartola de Milei

Mientras radicales y peronistas se asocian para enfrentarlo, el Fenómeno se concentra en Mauricio, enemigo principal. Por Jorge Asís

El archipiélago a la bartola de Milei

Egos recíprocamente patológicos

La Libertad Avanza mantiene la estructura fragmentada del archipiélago a la bartola.
Islotes plagados de conflictos limítrofes.
En la plenitud alborotada del desorden se destaca la prioritaria potencia del Fenómeno Milei.
Gran “pícaro del siglo de oro español” (cliquear), supo exhibir la eficacia electoral con la “parábola espectacular” (también cliquear) que lo elevó en la jerarquía mundial.
Javier, El Psiquiátrico, conduce a través del terceto dominante.
Lo secunda la señora Karina, la hermana, La Pastelera del Tarot, secretaria general llamada por Javier “el jefe”.
Para que lo sepan en todos los islotes del archipiélago.
El triángulo del poder lo completa Santiago Caputo, El Jaimito.
No tiene el Jaimito firma autorizada en el territorio, pero porta una capacidad de decisión estremecedora.
Y una pronunciada tendencia explícita para la captación y el dominio de los espacios.

Desde la presidencia el Fenómeno se encuentra en precipitado litigio limítrofe con la señora vicepresidente Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo).
Victoria representa una derecha altiva pero menos extrema. Poco y nada tiene de libertaria.
Categóricamente inclinada hacia la pasión del nacionalismo. Con celebraciones que aluden a la “grandeza de la patria”.
Demasiado sensible hacia las proezas del heroísmo.
El ejemplo es Malvinas. El obstáculo es el autoritarismo de los militares de la «Dictadura».
Pero La Cayetana se destaca por la reconocida defensa institucional de “las víctimas de la subversión”.
El dramatismo limítrofe en el archipiélago a la bartola se aproxima al riesgo previsible de la tragedia.
Por competencias incentivadas por las proyecciones de los egos recíprocamente patológicos.
Ocurre que los multiplicados electores prefieren los servicios eventuales que La Cayetana podría brindar.
Por su tratamiento diferenciado, con los detalles refinados que le proporciona la legitimidad de la imagen altamente positiva que atormenta, en el fondo, a Karina. Hasta la rebeldía del hartazgo.

Invictos en materia de equivocaciones

El mapa del archipiélago a la bartola se complica porque de repente brotan los estimables errores que se le atribuyen inapelablemente al Jaimito.
En apariencia, Santiago se convenció de que de verdad es, en efecto, El Mago del Kremlin (así lo apoda un columnista sabio).
Entonces se perforó el triángulo de poder que parecía de hierro blindado. Aunque sea, en la práctica, apenas de plastilina.
Trasciende que Karina considera que Jaimito ya concentró demasiado poder.
Y que Jaimito se destaca por creer que está invicto en materia de equivocaciones.

Pero Jaimito -aquí en unión con Karina-, confronta también con otro conjunto de islotes concentrados alrededor del Capital Humano.
Territorio de la emancipada señora Sandra Pettovello, Laura Hidalgo. Otra isla geopolíticamente divisoria.
Capital Humano es el ministerio demencial que contiene islotes con formas de secretarías de Estado.
Como Educación, que reprodujo la “marcha universitaria”. Primera bala de teflón que le entró al libertarismo.
O Trabajo, que reprodujo la impertinencia ubaldinista de dos paros generales en tres meses.
O Desarrollo Social, con el aderezo de la millonada de envases acumulados de cartones con yerba orinada.
O con leches en polvo que se condensan apiladas hasta la eternidad. O se pudren en la aislada morosidad de los depósitos.
Alimentos que distan de ser distribuidos entre el padecimiento de la mitad de los habitantes damnificados del archipiélago.

Del conjunto de islotes de Pettovello (otra invicta que hasta hoy no acierta una), logró desprenderse el área rocosa de Salud.
Pero Salud obedece exclusivamente las instrucciones de Mario Lugones, El Soprano.
Padre poderoso del también poderoso Rodrigo Lugones, el Jaimito Mayor.
Es Rodrigo quien desde hace años instruye, desde Madrid, al dependiente Santiago.

Dos Jaimitos, Rodrigo y Santiago, discípulos de don Jaime, el maestro formador.
Durán Barba, El Equeco.

Por La Cayetana, El Gótico y El Ángel

El archipiélago a la bartola de Milei contiene rasgos de heroísmo que suelen presentarse con la grandeza módica de la epopeya.
Convive en conflicto permanente con La Cayetana, pasada políticamente al cuarto desde la campaña.
Humillada con frecuencia a través de las sobreactuaciones de Karina.

En simultáneo, el Fenómeno convive con las disidencias ideológicas profundas con el gobernador de La Provincia del Pecado.
Turno de Axel Kicillof, El Gótico.

En 40 años de democracia, Milei emerge como el primer presidente que se enfrenta frontalmente con la temible provincia de Buenos Aires.
Desde la debilidad básica, supo imponer la magnitud del Fenómeno, que se contradice con la semántica improvisada del gobierno a la bartola.
El Fenómeno se encuentra sostenido por la insolencia de los desbordes.
Por el escandaloso naufragio del peronismo que mantuvo la osadía de inventarlo.
E incluso el peronismo pudo, oportunamente, financiarlo.
Y por la reconocida capacidad genuina de los peronistas para «mojar la medialuna», logró cerrar, al borde, las estructuras.
Para asociarse de inmediato con el Ángel Exterminador y vencer a la superstición del peronismo que no termina de encontrar su rumbo. Sencillamente porque ni siquiera lo busca.

Los dos grandes continentes, el peronismo y el radicalismo, se acercan.
Movimientos populares del siglo veinte, sistemáticamente vencidos por el panelista de Intratables que se jacta de su monólogo político.
Desde el gobierno fragmentado, ostensiblemente flojo. Malo.

Milei es, aceptablemente, el Fenómeno. Aunque el gobierno derive estéticamente en un archipiélago a la bartola.
Pero afortunadamente se posterga la explosión del propio escándalo.
Generosamente el peronismo ofrece escándalos en cantidad.
El desmoronamiento estético de la Venezuela de Maduro remite en directo a las valijas de Antonini.
El desmantelamiento de la idea de la dignidad, edificada a través de la superioridad moral que brindan los derechos humanos.
O hasta los sopapos expresionistas de Alberto Fernández, El Poeta Impopular, destinados al rostro de la señora Fabiola, La Evita Malquerida.

Escándalos ajenos y gratuitos que permiten simular el desbarajuste del sistema impuesto por el pícaro del siglo berreta que se los cargó desde la televisión.
A los radicales y a los peronistas. Juntos.

Porque supo interpretar como nadie la renovada cultura de la realidad, con su tecnología transformadora.
El peronismo se conformaba con fragilizar a Juntos por el Cambio. Gracias a Milei, lo logró.
Lo tenían debilitado hasta la claudicación. Y cuando Patricia, La Montonera del Bien, quedaba fuera del juego, o del ballotage, justamente el invento reprodujo la voltereta para generar la “parábola espectacular”.
Pactar, en la solemnidad de Acassuso, con el jefe político del objetivo vencido.
Pobre Mauricio. Resultó fundamental para transformar a Milei en el Fenómeno y convertirse, en adelante, en su enemigo principal.
Para ser “boludeado” pacientemente. Con melosidad en las promesas y sin cumplirle, en efecto, nunca.
Hasta cansarlo. Y de ser posible hasta vaciarlo.
Dinámica de absorción.
Para reproducir en el archipiélago una farsa espléndida, casi conmovedora.