No solo el fútbol está en el medio de la tensión y el tironeo político, cualquiera sea su sello o idea. El automovilismo vive en estos días una disputa feroz por el manejo del Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires Oscar y Alfredo Gálvez.
La Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC), que preside Hugo Mazzacane, libra una dura batalla política y deportiva para quedarse con la administración del predio, ahora gestionado por el gobierno porteño de Jorge Macri, a través de la Secretaría de Deportes, que tercerizó la administración a un fideicomiso que encabeza el empresario Eduardo Ramírez.
Concretamente, la ACTC entró en la pelea por el control del Autódromo porteño, producto de una serie de desencuentros en la interna del PRO entre Jorge Macri y el exvicejefe de Gobierno Diego Santilli, quien tuvo control sobre el área de Deportes durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Santilli tuvo durante muchos años todo el poder sobre la pista de Villa Riachuelo y pretendería mantenerlo mediante el buen vínculo que mantiene con Hugo Mazzacane y la conducción de la ACTC.
Autódromo de Buenos Aires: la interna entre las asociaciones
Mazzacane y la ACTC apoyan a Santilli en esta cruzada con el objetivo de quedarse con el control de uno de los principales autódromos del país. El Gálvez tiene más actividad que cualquier otro escenario automovilístico nacional y está históricamente relacionado con el Automóvil Club Argentino (ACA), entidad que, a diferencia de la ACTC, está reconocida por la Federación Internacional del Automóvil (FIA).
A esto se suma el enfrentamiento que la Asociación Corredores Turismo Carretera mantiene con el ACA y la Comisión Deportiva Automovilística (CDA) quienes le quitaron a la ACTC la posibilidad de fiscalizar carreras.
Para Hugo Mazzacane sería un doble golpe de efecto: por un lado, incidiría en los negocios que genera la pista porteña; por el otro, le quitaría un espacio relevante al ACA y a la CDA. El problema es que entrar en esa pelea implica tomar partido y jugar en la interna del PRO, donde Jorge Macri encabeza una profunda renovación de autoridades tras la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Mazzacane y Santilli trabaron una buena relación hace unos años, porque uno de los hijos del diputado corre en las categorías formativas y es un apasionado de la actividad. Ambos, coinciden ahora en el objetivo de controlar el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires.