Gabriel Landivar está acusado de asesinar a Fernando Torres Guerra en 2018 y este lunes comienza el juicio por jurados. El acusado asegura que actuó bajo emoción violenta durante un encuentro sexual, pero hay varias pruebas en su contra.
Este lunes arranco el juicio por jurados contra Gabriel Adrián Landivar, un remisero de La Plata que está detenido acusado de asesinar en 2018 a Fernando Torres Guerra, el novio de su expareja, a quien también torturó, pero no llegó a matar. La mujer sobrevivió y estará presente en el debate, en el que además se espera que declare.
El hombre de 55 años enfrenta cargos por “homicidio calificado por alevosía ytenencia ilegal de arma de uso civil” por el crimen, y “lesiones agravadas por el vínculo y por alevosía”, por los golpes que le provocó a la mujer.
Para el fiscal Victoria Huergo, no hay dudas de que el acusado podría recibir una pena a prisión perpetua, ya que actuó con una total violencia y se tomó el tiempo de planificar el crimen.
El debate comenzará a las 10 de la mañana, en la sala A del Fuero Penal de la capital bonaerense, en calle 8 entre 56 y 57. El juez técnico será Andrés Vitali, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal N°3. Durante la jornada se hará la elección del jurado y se dará apertura a los alegatos de las partes.
El implicado está detenido en la Unidad N°9 de Villa Elvira y se espera que declare. La semana pasada se hizo la audiencia preliminar, donde los defensores señalaron que actuó bajo emoción violenta durante una fiesta sexual y por eso pidieron la presencia de tres peritos entre psicólogos y psiquiatras, de acuerdo a fuentes judiciales consultadas por TN.
Precintos, una jeringa y guantes de látex: un crimen premeditado
Según lo acreditado por el fiscal Hugo Tesón, que llevó adelante la investigación, el hecho ocurrió durante la madrugada del 6 de octubre del 2018, en una casa de La Plata. En esa propiedad vivía la expareja del acusado, identificada en la causa como E. R., de 37 años.
Ella y Landivar habían tenido una relación sumamente tóxica, que terminó con un divorcio conflictivo. Sus dos hijos, de tres y nueve años en ese entonces, se habían quedado a vivir con ella.
Después de varios meses sola, la mujer había comenzado una nueva relación con Fernando Waldemar Torres Guerra, un uruguayo de 49 años. Se conocían hacía muchos años, pero recién en ese último tiempo habían decidido dar un paso más en el vínculo. Landivar nunca aceptó la separación. “Mientras estés vos acá y él en Uruguay, todo bien. Si viene, la cosa va a cambiar”, le habría advertido.
El exmarido cumplió con su amenaza. Fernando fue asesinado en la casa de su novia. Había vuelto del país vecino ese mismo día. Alrededor de las 1 de la mañana, se escuchó una fuerte explosión y ambos se asustaron. Era Landivar, que había logrado romper la puerta de una patada. El hombre vivía a solo una cuadra, lo que presupone que estaba acechando la vivienda.
El remisero entró con un arma en la mano y en la otra tenía una bolsa con guantes de látex y precintos en su interior. La mujer comenzó a gritar y a pedirle que se fuera, pero lejos de hacerle caso, la agarró del cuello, le dio los precintos y la obligó a atar a su novio de las manos. Es que Torres tenía una discapacidad motriz, por lo que usaba una silla de ruedas. Entonces, el hombre de 39 años no pudo levantarse ni defenderse.
Después de maniatar a su novio, el hombre comenzó a golpear a su exmujer y también la ató con cinta aisladora. Cuando ya los tenía indefensos, comenzó a interrogarlos y a torturarlos. “Te planchaste el pelo. ¡Mirá cómo se produce para vos! Para mí nunca te pusiste así”, le habría reprochado.
También le preguntó qué relación tenían, pero a medida que la víctima iba respondiendo, él se enfurecía más y más. La tortura no cesaba, tanto que hasta los amenazó con atacarlos con una picana que sacó de su bolsillo. Después del interrogatorio, Landivar usó la bolsa de nylon para asfixiarlos. “Se las colocaba hasta que la bolsa se metía adentro de la boca. Luego se la sacaba. Y así como 4 veces”, contó una fuente a TN. No solo eso, sino que también sacó una manguera transparente, se la puso en el cuello a Torres y trató de ahorcarlo.
Por último, y como si fuera poco, Landivar tomó una jeringa que adentro tenía “un líquido blanco”, según declaró la mujer, se los dio de tomar y al rato ella perdió el conocimiento. Cuando despertó, estaba en la cama y vio a su novio tirado en el suelo, sin ropa. No respiraba. La mujer entró en pánico y llamó a la policía.
En la escena, los agentes encontraron evidencia de sobra, incluyendo blisters de ribotril y dinero disperso. Rápidamente, dispusieron un operativo cerrojo y arrestaron al agresor en la zona de 44 entre 148 y 149. Iba manejando su auto, un Chevrolet Aveo, donde hallaron la misma cinta negra con la que ató a las víctimas y una culata de madera recortada con cargador calibre 22.
Landivar fue detenido cerca del lugar del crimen.
Después se hizo un allanamiento en su casa y allí encontraron dos pares de guantes de látex negro que estaban guardados en la mesa de luz, junto a 2.500 pesos uruguayos que se presume le robó a Fernando. También hallaron un rifle calibre 22, y la ropa que vestía cuando atacó a las víctimas: una camisa celeste a cuadrillé, un jean claro y zapatillas balance negras. Además, secuestraron una manguera transparente.
La mujer logró sobrevivir y pudo contar detalles del calvario que sufrió adentro de su propia casa. Después fue llevada al cuerpo médico porque tenía golpes en la cara, en el ojo, en la boca y en los cachetes. Sin embargo, la pericia toxicológica no pudo constatar que había droga en su cuerpo.
“No se encontró la presencia de ninguna sustancia de interés toxicológico”, describieron los peritos. Pero desde la fiscalía detallaron que no se pudo detectar, ya que no había suficiente volumen de sustancia para que sea revelada por el análisis de sangre.
Por su parte, la autopsia al cuerpo de Fernando arrojó que la muerte se produjo por “asfixia mecánica por compresión cervical externa”. En tanto, revelaron que el asesino no tenía lesiones en su cuerpo. Para la fiscalía, esto refuerza la narrativa de un ataque despiadado, donde las víctimas, maniatadas e indefensas, no tuvieron oportunidad de resistirse.
Landivar fue indagado esa misma noche en la comisaría y confesó: “Lo maté porque quería llevarse a mis hijos a Uruguay”. Sin embargo, según aportó una fuente judicial a este medio, la estrategia del acusado para el juicio será simular que todo ocurrió durante “una fiesta sexual”, que supuestamente incluyó pastillas y alcohol, y que después todo se salió de control.
Por Carolina Villalba-TN