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El colapso del sistema cardiovascular argentino: ¿quién se beneficia del aumento desmedido de insumos médicos?

La salud cardiovascular en Argentina enfrenta una crisis sin precedentes. Los insumos esenciales para cardiología han experimentado un aumento de precios que oscila entre el 300% y el 500%, poniendo en jaque la capacidad de los profesionales para brindar atención de calidad. Antonio Pocoví, cardiólogo intervencionista y ex presidente del Colegio Argentino de Cardiólogos Intervencionistas (CASI), nos explica en detalle las implicancias de esta problemática.

El precio de salvar vidas: insumos por las nubes

El reciente informe del Colegio Argentino de Cardiólogos Intervencionistas revela cifras alarmantes. Los precios de stents y otros insumos críticos para procedimientos cardiológicos se han disparado a niveles insostenibles. Estos incrementos desmedidos no solo afectan la economía de los centros de salud, sino que también ponen en peligro la vida de miles de pacientes que requieren intervenciones urgentes.

Antonio Pocoví, voz autorizada en la materia, destaca que la infraestructura necesaria para realizar procedimientos como angioplastias coronarias depende de equipos y materiales cuyo costo se ha vuelto prohibitivo. “Estamos hablando de una especialidad que requiere una formación extensa y el uso de aparatología extremadamente cara”, comenta Pocoví. “La situación económica del sector se ha deteriorado gravemente, impactando directamente en la calidad de nuestra prestación”.

Cardiólogos en riesgo: ¿una profesión en extinción?

La precarización de los cardiólogos intervencionistas no es un fenómeno reciente, pero los aumentos recientes de los insumos han exacerbado una situación ya crítica. En Argentina, estos especialistas ganan una fracción de lo que sus colegas perciben en otros países de la región y en Estados Unidos. “Nosotros trabajamos con prácticas moduladas, y si los insumos aumentan, nuestros honorarios no pueden seguir el ritmo”, afirma Pocoví.

Además, la burocracia y la falta de respuesta de las obras sociales y financiadoras complican aún más el panorama. “Los pacientes deben luchar para obtener las autorizaciones necesarias para los procedimientos, y esto puede retrasar intervenciones que, en muchos casos, son de urgencia”, agrega el cardiólogo. La demora en recibir insumos, que ahora se ha normalizado en cierta medida, no hace sino aumentar el riesgo de complicaciones graves para los pacientes.

Un sistema al borde del colapso: ¿quién paga el precio?

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Argentina, con 110,000 fallecimientos en 2022. La reducción de la mortalidad por infarto ha sido uno de los logros más importantes de la cardiología moderna, pero esta tendencia positiva está en peligro. “El tiempo es vida en estos casos”, subraya Pocoví. “Un infarto debe ser tratado de inmediato, y cualquier retraso puede ser fatal”.

La angioplastia coronaria, el tratamiento de elección para el infarto agudo, requiere un equipo multidisciplinario que esté disponible las 24 horas. Sin embargo, los recursos económicos necesarios para mantener esta disponibilidad están en crisis. “Nos pagan menos por realizar una angioplastia que por usar tratamientos más antiguos y menos efectivos”, critica Pocoví, señalando una incoherencia que pone en riesgo la vida de los pacientes.

La emigración del talento: el costo invisible

La crisis no solo afecta a los pacientes, sino también a los profesionales de la salud. Muchos cardiólogos intervencionistas altamente capacitados están emigrando a otros países donde su trabajo es mejor remunerado y valorado. “En Latinoamérica, un cardiólogo intervencionista puede ganar tres o cuatro veces más que aquí”, lamenta Pocoví. Esta fuga de cerebros deja al sistema de salud argentino cada vez más debilitado y con menos capacidad de respuesta.

La pregunta clave es: ¿quién puede solucionar este problema? La respuesta no es sencilla. Los financiadores deben transferir los aumentos a los profesionales de la salud, pero hasta ahora esto no ha sucedido. La inflación del 274% entre enero de 2023 y enero de 2024 ha dejado a los cardiólogos en una situación insostenible. “Los insumos han aumentado entre un 300% y un 600%, y algunos, como las sustancias de contraste, hasta un 1270%”, indica Pocoví.

La solución pasa por una revisión profunda del sistema de financiación y remuneración de los servicios de salud. Sin cambios estructurales, la calidad de la atención cardiovascular seguirá deteriorándose, poniendo en peligro la vida de millones de argentinos.

Por Santiago Ríos -EO