Al empujar a su mayoría a votar a favor de un proyecto de ley de inmigración que bebe de la ideología de la extrema derecha, Emmanuel Macron ha regalado a Marine Le Pen una victoria política, sobre todo sobre el concepto de dar preferencia a los ciudadanos nacionales sobre los extranjeros. Para el politólogo Jean-Yves Camus, especializado en extrema derecha, se trata de “un tabú moral que se ha roto”.
“Este voto me vincula para los próximos años”, declaró Emmanuel Macron el 24 de abril de 2022, la noche de su reelección. “También sé que muchos de nuestros compatriotas votaron por mí, no para apoyar las ideas que propongo, sino para bloquear las de la extrema derecha”, precisó justo antes, consciente de que una gran parte del electorado de izquierdas había aceptado introducir en la urna una papeleta en su nombre para evitar, como en 2017, una victoria de Marine Le Pen.
Veinte meses después, el martes 19 de diciembre, el presidente de la República hizo votar a su mayoría a favor de una ley de inmigración dictada por el partido Los Republicanos (LR) y apoyada por Agrupación Nacional (AN), lo que permitió a los diputados de extrema derecha regodearse y a Marine Le Pen reivindicar “una victoria ideológica”.
La primera ministra, Élisabeth Borne, rechazó este análisis durante una entrevista en la radio France Inter, describiéndose a sí misma como una “profunda humanista” y afirmando tener “el sentido del deber cumplido” tras la adopción de la ley de inmigración. Frente a las virulentas críticas de la izquierda, de las asociaciones y de una parte de su mayoría por este texto tan derechista, aseguró que había “velado por que este texto respete nuestros valores”.
Sin embargo, la Ley de Inmigración introduce una serie de medidas inspiradas en el programa de Agrupación Nacional. Por ejemplo, los extranjeros no europeos con residencia legal tendrán que esperar cinco años si no trabajan o treinta meses si trabajan para poder percibir ayudas familiares o un subsidio personalizado de autonomía (Apa), mientras que para el subsidio personalizado de vivienda (APL), la condición se fija en tres meses de residencia para los extranjeros con trabajo, pero sigue siendo de cinco años si no lo tienen.
Asimismo, el Gobierno ha puesto fin a la adquisición automática de la nacionalidad francesa a la mayoría de edad para las personas nacidas en Francia de padres extranjeros: a partir de ahora, los extranjeros deberán solicitarla entre los 16 y los 18 años. Sin embargo, si un extranjero nacido en Francia es condenado por un delito, ya no será posible naturalizarlo.
“Esta ley no recoge la totalidad, ni siquiera la mayoría, del programa presidencial de Marine Le Pen, pero hay préstamos que dan preferencia a los nacionales, aunque la ley de inmigración no va tan lejos como la de Agrupación Nacional, que quiere aplicarla al empleo y a la vivienda”, analiza el politólogo Jean-Yves Camus, especialista en extrema derecha, contactado por France 24.
“Es una exageración hablar de un texto de extrema derecha -yo diría más bien de derecha dura-, pero sigue abriendo la puerta a la filosofía de preferencia nacional (sobre los ciudadanos nacionales) de AN. No estamos ahí del todo, pero la puerta está entreabierta”, coincidió la diputada Caroline Janvier, del partido de Macron, que votó en contra de la ley de inmigración el martes por la noche.
El “beso de la muerte” de Marine Le Pen
Sin embargo, fue esta cuestión de preferencia nacional la que decantó el voto el martes por la noche. Hasta media tarde, AN repetía una y otra vez que votaría en contra del proyecto de ley, considerando imposible aprobar un texto que permitiera regularizar a los trabajadores sin papeles.
Pero, viendo la posibilidad de una victoria estratégica en la cuestión de la preferencia nacional, Marine Le Pen prefirió dar un giro de 180 grados acercando los votos de su grupo a la mayoría presidencial. Un “beso de la muerte”, según Caroline Janvier, que lo considera “un golpe político” por parte de la líder del grupo AN en la Asamblea Nacional.
“Podemos celebrar un avance ideológico, incluso una victoria ideológica de Agrupación Nacional, ya que esta ley consagra ahora la prioridad nacional, es decir, la ventaja concedida a los ciudadanos franceses frente a los extranjeros presentes en nuestro territorio en el acceso a un cierto número de prestaciones sociales”, declaró Marine Le Pen el martes por la tarde.
Los representantes electos de AN no fueron los únicos que se mostraron entusiastas el martes por la tarde. El presidente del partido Los Republicanos, Éric Ciotti, y el líder del grupo LR en la Asamblea Nacional, Olivier Marleix, eran todo sonrisas tras la votación de un texto del que son autores de la mayor parte.
“Constato que LR sigue queriendo tirar de la manta traduciendo en ley una serie de medidas identificadas como emanadas de la AN. El único problema es que esta estrategia nunca ha funcionado. La AN siempre ha ido a más en las encuestas y en las urnas”, señala Jean-Yves Camus.
El fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, solía decir que “los electores siempre prefieren el original a la copia”, sobre todo porque una estrategia así introduce en el debate nacional ideas que antes se consideraban radicales y minoritarias.
Había una especie de júbilo entre los diputados de LR por romper un tabú: el de la igualdad entre franceses y extranjeros”, prosigue el especialista en extrema derecha. Para ellos, significaba que la hegemonía cultural de la izquierda había empezado a desmoronarse. Más allá del tema de la inmigración, es un tabú moral que se ha roto.
“Una victoria del ruido de fondo frentista”
Emmanuel Macron podría haber evitado este viraje optando, ante las exigencias de LR, por retirar el texto y volver a empezar de cero. Pero decidió que era preferible seguir adelante con la votación, aunque eso supusiera dividir su mayoría. En concreto, 20 diputados del partido Renacimiento del presidente, cinco diputados demócratas y dos diputados de Horizontes votaron en contra, mientras que 17 diputados renacentistas y 15 diputados demócratas se abstuvieron. El Ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau, dimitió en señal de protesta.
Sin embargo, la primera ministra, Elisabeth Borne, aseguró en France Inter que no había “ninguna crisis en la mayoría”, mientras que el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, declaró tras la reunión del gabinete del miércoles que no había “ninguna revuelta ministerial”.
En la reunión del gabinete, Emmanuel Macron asumió la responsabilidad de su decisión. “Este texto es fruto de un compromiso con cosas serias y cosas que no me gustan pero que no van contra nuestros valores”, dijo, según un participante citado por agencia de noticias AFP.
Caroline Janvier replicó: “Con esta ley, aceptamos en cierto modo la visión de la extrema derecha de la inmigración como un peligro. Asistimos a un desplazamiento de todas las fuerzas políticas, con líneas rojas que ya no son las mismas que hace 20 años. Además de la preferencia nacional, está la teoría de la “carrera a la baja”, implícita en este texto. En estas cuestiones, no bloqueamos el camino.
Jean-Yves Camus: “Es un triunfo para el ruido de fondo frentista. Esta ley no se habría aprobado sin el trabajo constante que este partido realiza desde hace medio siglo sobre la idea de la preferencia nacional y sobre la idea de que la inmigración es una carga, un coste, un factor de delincuencia”.
En una maniobra sin precedentes, el Ejecutivo parece contar con que el Consejo Constitucional censure algunas de las medidas contenidas en la ley. El presidente de la República tiene previsto enviar este miércoles el proyecto de ley de inmigración al Consejo Constitucional para pedirle que “se pronuncie sobre la conformidad de toda o parte de esta ley con nuestra Constitución”, según Olivier Véran, mientras que el primer ministro reconocía por la mañana que algunas medidas eran inconstitucionales y que el texto “tendría que evolucionar”.
En resumen, la estrategia del Gobierno ha sido aceptar las peticiones de LR a sabiendas de que algunas de ellas acabarían siendo censuradas por el Consejo Constitucional. Una apuesta arriesgada, según Jean-Yves Camus.
A los franceses les costará entender que se destripe la ley”, advierte. Esto beneficiará inevitablemente a la AN y a la idea, que ya empieza a ganar terreno, de que el ‘gobierno de los jueces’ va en contra de los intereses del país”.
Por Romain Brunet-France24