Un nuevo estudio publicado en la revista científica ‘BMJ’ concluye que las estimaciones de los pacientes de Covid persistente están hinchadas por culpa de metodologías mal diseñadas y por no tener un consenso alrededor de la definición de la enfermedad. Casi cuatro años después de la llegada del virus a nuestras vidas, hay muchos huecos en la investigación de esta dolencia.
Para unos, el Covid persistente es cuando un paciente dura dos meses con síntomas de la enfermedad hasta tres meses después de haberse contagiado. Para otros, es cuando una persona todavía muestra síntomas de Covid-19 cuatro semanas después de haberse infectado. Además, los síntomas pueden variar desde perder el olfato hasta mantener problemas respiratorios o desarrollar fatiga crónica.
Todo este embrollo dificulta tener un consenso sobre qué es el Covid persistente, o Covid prolongado, y por supuesto medir cuántas personas lo sufren. Las estimaciones generales suelen oscilar entre el 10% de las personas que han albergado el virus y el 20%, aunque algunos estudios llegan a calcular que la mitad de los contagiados del SARS-CoV-2 han tenido Covid persistente en algún momento.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista científica ‘BMJ Evidence-Based Medicine‘ tiene una visión distinta. Según los autores de la investigación, los artículos publicados hasta ahora están “distorsionados” por la falta de consenso alrededor de la definición del Covid prolongado y por errores metodológicos en el diseño de los estudios, como por ejemplo no tener buenos grupos de control, es decir, de personas que no se hayan contagiado de Covid-19 para evaluar las consecuencias a largo plazo.
“Las consecuencias inintencionadas de esto pueden incluir un aumento de ansiedad social y de gasto de salud pública, la imposibilidad de diagnosticar otras condiciones tratables identificadas erróneamente como Covid prolongado y el desvío de fondos y atención de los que verdaderamente sufren condiciones crónicas secundarias a raíz del Covid-19”, apuntan.
A pesar de que el llamado a consensuar una definición de la dolencia y a hacer mejores diseños de estudios que permitan comprender verdaderamente cómo se comporta el Covid prolongado es compartido por gran parte de la comunidad científica, algunas voces han salido al paso de este estudio para criticar sus postulados.
“Estoy de acuerdo con el primer mensaje de este artículo, que es que necesitamos estudios bien diseñados para proporcionar una medida válida de los efectos a largo plazo de la infección aguda por Covid-19 (…) El segundo mensaje de este artículo parece ser que hay un riesgo insignificante de Covid persistente, basado en la selección de los documentos que han citado. Ese mensaje es preocupante y no concuerda con la evidencia científica convencional ni con la experiencia de la gran población de personas que viven con Covid persistente y los médicos que los cuidan”, opina Michael Baker, profesor del departamento de Salud Pública de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) .
Su análisis, recogido en ‘Science Media Center España’, continúa: “Ahora hay evidencia abrumadora de que el SARS-CoV-2 conlleva un riesgo significativo de efectos a largo plazo. Esta evidencia no proviene solo de estudios epidemiológicos, sino también de estudios que examinan los cambios patológicos graves y duraderos que ocurren después de la infección por el SARS-CoV-2”.
Por Mar Romero-France24