Misiones Para Todos

El dólar oficial se recalienta y marcó nuevo máximo histórico en $1285: qué factores presionan

También suben el blue y los financieros. Por qué la "lluvia de dólares" no alcanza para mantener la calma en el mercado cambiario

En la primera rueda de la semana, el dólar minorista se vende con una suba de veinte pesos, a $1.280 en las pantallas del Banco Nación, si bien en el inicio de la jornada llegó a los $1.285, con lo que anotó un nuevo máximo histórico intradiario. La cotización superó el pico anterior de $1.260 y enciende señales de alerta entre operadores e inversores.

En el mercado informal, el dólar blue se negocia con un avance de cuarenta pesos, en $1.270. Mientras tanto, en el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) asciende 0,7% y se ubica en $1.268, mientras que el dólar MEP gana 0,6% y cotiza a $1.266. El tipo de cambio mayorista, por su parte, se ubica en $1.255, reflejando una dinámica que vuelve a tensionar al conjunto del sistema cambiario.

Analistas del mercado relevados por iProfesional coinciden en que la estabilidad cambiaria del primer semestre no logra sostenerse. Pese a un fuerte ingreso de divisas del sector agroexportador, el tipo de cambio oficial permanece por arriba de los $1250, lo que evidencia que la oferta de dólares ya no es suficiente para calmar las expectativas. Según los expertos, el mercado percibe que los fundamentos macroeconómicos están más debilitados de lo que aparentan los números de corto plazo.

La estrategia de mantener un dólar barato, con intervención del Banco Central y el Tesoro en los mercados de futuros y spot, suma tensiones crecientes. La validación de un tipo de cambio más alto por parte de exportadores e inversores, y el alza en las tasas de los contratos forward, señalan que el mercado ya descuenta un ajuste. La "lluvia de dólares" que se registra en junio y julio no alcanza para revertir la mirada negativa de fondo.

El repunte de liquidaciones del agro resulta transitorio y el deterioro en las cuentas externas empieza a reflejarse en la curva de tasas. El quiebre entre la liquidez de corto plazo y el riesgo-país implícito en los plazos más largos deja ver que los inversores comienzan a descontar un cambio de escenario. Según los analistas, la ventana de exportaciones que se extiende hasta el 22 de julio representa más una oportunidad táctica para desarmar posiciones en pesos que una señal de confianza estructural. La percepción de un segundo semestre desafiante predomina en las decisiones de portafolio.

La sostenibilidad cambiaria, en el centro del debate

Desde la consultora C-P advierten que la demanda de dólares por importaciones, turismo y formación de activos externos se mantiene firme, mientras que la oferta muestra signos de agotamiento. La volatilidad en los ingresos del agro y el fin de algunas condiciones estacionales exponen la fragilidad del esquema actual.

En este contexto, la necesidad del Gobierno de reabrir el financiamiento en dólares surge como una prioridad, apenas meses después de acordar con el FMI. El modelo de contención cambiaria empieza a mostrar sus límites: sostener el tipo de cambio a cualquier costo deteriora la percepción de sostenibilidad.

A pesar de una posición de liquidez holgada, el uso de reservas del BCRA genera dudas sobre la capacidad de cumplimiento de la deuda. El objetivo de anclar expectativas inflacionarias choca con la necesidad de consolidar estabilidad macroeconómica y recuperar el acceso al mercado voluntario. El debate sobre las reservas vuelve al centro de la escena. Las señales mixtas que emite el oficialismo respecto a su estrategia cambiaria y fiscal alimentan la incertidumbre de corto plazo.

La presión del FMI y los costos del anclaje cambiario

Los analistas de C-P destacan que la presión del FMI terminó forzando un cambio en la postura oficial. El intento de construir un sendero gradual, que combine dólar barato y riesgo-país bajo, no logró resultados concretos.

La alternativa de volver al esquema original acordado con el Fondo, que contemplaba bandas cambiarias, gana espacio entre los analistas. Esta opción permitiría cierto reacomodamiento de precios relativos sin disparar el tipo de cambio en forma abrupta. Pero los riesgos inflacionarios condicionan su aplicación.

La tensión entre tipo de cambio bajo e inversores cada vez más escépticos se refleja en los movimientos de la curva de deuda. A pesar de los esfuerzos por sostener la narrativa oficial, el mercado ya comienza a votar con los precios.

Para los expertos, el segundo semestre pone a prueba el esquema macroeconómico. Si no hay señales de corrección, el equilibrio se vuelve insostenible.

La reacción del mercado anticipa un nuevo escenario

Los analistas de Max Capital remarcan que, pese a una liquidación de exportaciones que duplicó el promedio mensual, el tipo de cambio oficial se mantiene sin apreciarse. La persistencia del peso débil, incluso frente a un contexto de mayores ingresos, expone un deterioro en las expectativas.

A diferencia del pasado, la menor intervención y regulación en los mercados permite que las señales se reflejen con más claridad. La demanda de cobertura por parte de exportadores presiona las tasas de futuros y afecta al spot.

Incluso actores con acceso al dólar oficial validan precios más altos en el mercado, lo que indica un cambio estructural en la percepción de riesgo. La aparente calma cambiaria convive con ajustes en las posiciones de bancos y empresas.

La compra de divisas por parte del Tesoro, que incrementó sus depósitos en dólares, también absorbió presión en el mercado privado. Pero no corrigió la tendencia de fondo.

Las tasas y el tipo de cambio: un equilibrio que se quiebra

Para Max Capital, el deterioro en las cuentas externas ya se traslada a la curva de rendimientos. Las tasas largas exigen una mayor prima de riesgo, en un contexto donde la liquidez de corto plazo es transitoria.

El tipo de cambio de equilibrio proyectado para fin de año se aproxima a los $1390. Aunque aún está por debajo del nivel actual, el ajuste es evidente. Las tasas implícitas y las intervenciones puntuales no alcanzan para contener las expectativas.

El desarme de posiciones en pesos y la búsqueda de cobertura con instrumentos dollar-linked muestran que el mercado se prepara para un cambio en la paridad.

La estrategia de evitar una corrección rápida comienza a chocar con las señales del mercado, que ya descuenta un salto cambiario hacia fin de año.

Un segundo semestre con más preguntas que respuestas

Los especialistas coinciden en que el desafío principal será administrar la transición. La ventana de exportaciones vigente hasta julio no genera una confianza duradera. La calma, según Max Capital, es solo aparente.

El equilibrio actual entre reservas, deuda y expectativas se vuelve cada vez más frágil. La decisión de evitar una corrección inmediata expone al esquema a un posible salto disruptivo.

La economía argentina enfrenta un punto de inflexión: persistir en el anclaje cambiario sin respaldo estructural podría costar más caro que anticipar un ajuste ordenado.

El tiempo juega en contra del relato oficial. Los fundamentos macroeconómicos, la presión de los organismos y las señales de los inversores indican que el modelo vigente entra en zona de definiciones.

Por Marcos Phillip- IProfesional