En un acto para impulsar la canonización de un militar asesinado por ERP, el ministro de Defensa comparó la violencia de los 70 con los narcos en Rosario y se sacó “de casualidad” una foto con Cecilia Pando.
Desde que asumió como ministro de Defensa, Luis Petri se abocó de lleno al rol que le encomendó el presidente Javier Milei. No solo el de sostener la línea de modernización de las Fuerzas Armadas, sino también de doblegar voluntades para que finalmente los rangos más bajos acepten interceder en asuntos de seguridad interna, incluida la contención de la violencia narco
Pero hubo otro aporte que no pasó inadvertido en los últimos días. Petri, formado en las filas de la juventud radical mendocina y devenido en funcionario libertario, participó de la presentación de un libro sobre Argentino del Valle Larrabure, un coronel secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1974 y por el que algunos sectores pretenden reabrir causas judiciales contra exguerrilleros.
“Vengo a pedir perdón por el olvido de la democracia con este héroe. Algunos dirigentes demonizaron a las Fuerzas Armadas que actuaron en la década del 70“, dijo Petri ante decenas de personas el Colegio Militar el pasado martes, entre las que estuvieron familiares de represores detenidos y el obispo castrense, Santiago Olivera, que se reunió la semana pasada con Javier Milei.
En esta ocasión, Petri eligió un traje para dar su discurso ante decenas que lo escuchaban en el Colegio Militar. “Sentí la necesidad de estar acá para homenajear a Larrabure que como buen soldado dio la vida por su Patria”, dijo sobre el coronel estuvo poco más de un año en cautiverio hasta que fue asesinado, en uno de los puntos más álgidos de la violencia política de los setenta que derivó en la dictadura cívico-militar (1976-1983).
Dejando de lado el legado de Ricardo Alfonsín, el ministro de Defensa de origen radical hizo su aporte a la “batalla cultural” que emprende el Presidente y que salpica a las políticas de memoria, verdad y justicia, a 40 años de democracia, al relativizar la violencia política setentista que incluye la represión ilegal de la dictadura a partir de 1976. Una tarea que ya había sido impulsada desde el Ejecutivo, cuesitonando la figura de los 30.000 desaparecidos, agitando la teoría de los dos demonios; y, en otro plano, militando la “memoria completa”, que busca poner en pie de igualdad a los detenidos-desaparecidos bajo el terrorismo de estado con aquellos asesinados por las organizaciones guerrilleras, y cuya máxima exponente es la vicepresidenta Victoria Villarruel.
En esa línea, Petri saltó las salvedades que dividen a los dos momentos históricos y trazó una comparativa entre el “terrorismo del pasado”, en relación a los atentados en manos de organizaciones guerrilleras, con los asesinatos ligados al narcotráfico. “Hay un hilo entre el combate al terrorismo del pasado y la necesidad actuar en Rosario”, afirmó.
El funcionario no dio más detalle sobre qué quiso decir con esa frase pero de alguna forma le sirvió para justificar el arribo de efectivos de las FFAA a la ciudad santafesina para dar apoyo logístico y táctico a las fuerzas locales y federales para contener los ataques ordenados por los narcotraficantes desde las cárceles, lo que el gobierno busca denominar “narcoterrorismo”. Una medida que generó controversia por las reminiscencias de la presencia militar en las calles, y por haber sido anunciada en la antesala al Día de la Memoria, en homenaje al 24 de marzo de 1976.
Sus declaraciones se dieron en la presentación del libro “Argentino Del Valle Larrabure: mártir de Dios y de la Patria”, del historiador Santiago Miranda,que será utilizado para avanzar con la canonización del coronel que fue secuestrado por el ERP en 1974 en Villa María, Córdoba, y cuyo cadáver apareció en agosto de 1975 en Rosario.
Aclaraciones sobre la foto con Cecilia Pando
Otro de los gestos que generaron revuelo fue una foto que se sacó el ministro de Defensa con Cecilia Pando, la presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de Argentina, y otras familiares de represores detenidos. “El Ministro de Defensa comparó al narcoterrorismo con el terrorismo marxista de los 70, en un encendido homenaje al Siervo de Dios Larrabure”, escribió en X.
En la foto también aparecen las esposas de otros genocidas condenados como Ana Magi (de Ernesto Barreiro, condenado por crímenes en Córdoba), María Inés Hansen (de Aldo Martínez Segón, en Chaco) y María Inés Lamolla (de Carlos Esteban Plá, en San Luis).
Si bien es difícil que en ese ámbito no se crucen, lo cierto es que Petri y Pando no se conocen ni conversaron, según constató PERFIL con el entorno del ministro, quien apenas posó con el mismo grupo que el pasado 8 de enero publicó una carta en el diario La Nación para exigirle al flamante gobierno que “cumpla con las promesas hechas a familiares de las víctimas del terrorismo judicial“.
En tanto, se trató de “una casualidad” hasta quizá desafortunada para el funcionario de Javier Milei, considerando la distancia que hay entre Pando y la vicepresidenta, Victoria Villarruel, que también parece haber descongelado su vínculo con el mandatario después de la sesión del DNU en el Senado.
En el pasado, Villarruel y Pando compartieron militancia en la defensa de los represores detenidos pero “hace años” que no tienen relación, indicaron fuentes cercanas de la vicepresidenta a este medio. Un vínculo que se rompió cuando Villarruel abrazó la causa de las que llama “las otras víctimas” de la violencia política setentista, como aseguró el militar Pedro Mercado (y marido de Pando).
La postura de Milei
En campaña, Javier Milei había dicho que “los militares condenados por delitos de lesa humanidad tenían que estar presos”, lo que enojó a una buena parte de la familia castrense, en virtud de los derechos humanos de los represores que ahora son adultos mayores. Pero cuando asumió la presidencia, Milei recibió en manos del diputado libertario Facundo Correa Llano un pedido de la Unión de Promociones para dar una “solución definitiva” a los represores que consideran “injustamente detenidos”.
Más allá de ciertos gestos del presidente, como haber hecho alusión a un discurso del genocida Eduardo Massera en el primer debate presidencial, se trató de una de las señales más claras sobre el tema y que podría anticipar un cambio en la postura de Milei para ampliar sus apoyos en las Fuerzas Armadas. A cien días de su presidencia, Milei sostiene que no indultará a los represores detenidos ni los beneficiará con la prisión domiciliaria, algo que ratificó el propio Petri en los últimos días.
Por Cecilia Degl’Innocenti-Perfil