Los rivales de Karina ven con suspicacia la cercanía con Bettina Bulgheroni.
El hombre que pateaba hormigueros parece un título literario. Aunque le calza a Javier Milei como emprendimiento político: pisotea estructuras partidarias y prebendarios en todos los frentes, reniega de hacer excepciones y, si bien todavía lo acecha el viento de fronda sobre una eventual crisis social que lo desborde, nada será igual en el país después de sus diez meses de administración. A favor o en contra, el cambio resulta asombroso. Intenso y veloz. Además, le permite soñar, como ocurrió con Mauricio Macri en su primera etapa de Gobierno, que podría continuar en una década sin interrupciones. No fue así en el caso del ingeniero, tampoco sucedió con los posibles regresos de los homólogos de Milei en el continente, Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en los Estados Unidos: ganaron, perdieron y podrían volver a ganar. Pero si en estos días se confirma en Brasil y los Estados Unidos la trifecta del centroderecha abusiva, como se distingue a la naturaleza del poder, el mandatario argentino dispondrá de un rol todavía más relevante en la región.
Difícil que los hormigueros desaparezcan por más pisotones que reciban: de ahí que un ala directa del mileísmo, pragmática, recoge algunos de los perdidos insectos con fama de trabajadores –también destacados por su capacidad de orientación debido a sus antenas– mientras tienta candidatos, compra legisladores o negocia con gobernadores. Finalmente, hay hormigas negras y rojas, también voladoras. “Son convenios ideológicos, no electorales”, repiten en las cercanías del dúo que opera en la superficie: Santiago Caputo y Mario Lugones. Como si alguien les creyera. Deben beber de la experiencia Macri, quien no volvió, y de los que posiblemente vuelvan, Bolsonaro y Trump. Justifican a un Milei que pretende ocho años corridos, por lo menos, para seguir sentado en la punta del sillón de Rivadavia.
La misión oficial se reparte en dos: 1) incrementar la polarización, mantener en primera línea como adversaria a Cristina Fernández de Kirchner y 2) dividir aún más los medios de comunicación. Si apela a la historia, el Gobierno recuerda que no solo la conveniencia activa de los laboratorios, también el acoso de diarios y revistas (Primera Plana, Confirmado) ayudó a voltear a Arturo Illia. Desactualizado el antecedente, en cambio son más contemporáneas las duras réplicas de Raúl Alfonsín (cuando maltrató a Clarín en General Roca, a pesar de haber fortalecido sus intereses mediáticos concediéndole radio Mitre), multiplicada por cuatro la intolerancia del matrimonio Kirchner y elevadas todavía por un Milei que, sin discriminar, echa fuego a las críticas amparado justamente en la libertad de expresión. Novedoso el caso.
Come caviar económico todos los días por contener al dólar con miles de sogas, algo que al público valora más que la baja inflacionaria
Más novedosa y virtuosa es la derogación aluvional de beneficios especiales en distintos sectores, servirse en la justificación de inequidades en otras autonomías o poderes. Los salarios de la ex-AFIP son un ejemplo, ni hablar de lo que perciben algunos camaristas –todavía en freezer– o el presupuesto universitario que es una cobertura para preservar el sistema político y sindical de ese instituto, envuelto en un cóctel protegido por los organismos que deberían controlarlos. La costra en estado puro y en uno de los rubros más sensibles dentro de una sociedad cuya sociedad aspira a la educación de sus hijos. También protegidos por la Justicia ya que ahora la universidad se niega y rechaza cualquier investigación sobre sus gastos, usos y costumbres, mientras hasta hace unas horas juraba que estaba dispuesta a cualquier tipo de auditoría. El hormiguero partidario al descubierto, en el que todos se encubren. Y no con papel mojado.
Como al Gobierno le endosan la sospechosa conservación del subsidio a las poderosas empresas de Tierra del Fuego, casi un intocable contubernio con los principales patrones, Rubén Chernacovsky y Nicki Caputo, siempre cubiertos judicialmente por la excusa de los “derechos adquiridos”, se supone que ahora alguna medida con relación a esos privilegios. Se aguarda una resolución para podar, limitar o cambiar ese régimen. Ocurre que Federico Sturzenegger –igual que el Presidente– siempre objetaron esas facilidades multimillonarias (sobre todo a partir de la importación de celulares), y ahora ambos, con cierta cautela, dicen que van a utilizar la afeitadora eléctrica para emparejar la barba de esos beneficiados. La oposición dirá que son unos pelitos, apenas.
Los adversarios igual se quejaran, hasta por la incursión de la empresaria Betina Bulgheroni en la cercanía de Karina Milei, en particular por atribuirle un carácter de cicerone en la última visita de la hermana presidencial a París. Un blanco femenino a observar con lupa desde que, junto a Martín Menem, emprendieron la instalación del partido oficialista en todo el país, provincia por provincia. La última experiencia ocurrió en Tucumán con la cabecera de un oriundo de esa tierra, Lisandro Catalán, viceministro del Interior, tal vez uno de los candidatos con mayor solvencia de La Libertad Avanza (también abrevó con Alberto Fernández y Daniel Scioli), quien ha adquirido con velocidad una característica del poder: se mimetiza con su jefe, habla hoy igual que Guillermo Francos.
Si es por discursos o entrevistas, de lejos Milei está en la vanguardia de opuestos y seguidores, por momentos resulta insuperable. Especialmente desde que come caviar económico todos los días por contener al dólar con miles de sogas –observación que, según las encuestas, es más considerada en el público que la baja inflacionaria– y crece o se sostiene con la revelación inesperada de que la estima se consigue con el ajuste y no con los premios. Así ganó las elecciones, así sigue.
Por Roberto García-Perfil