El candidato a la Corte Suprema hace lobby con senadores para que aprueben su pliego.
En los últimos meses, desde que el Gobierno lo nominó para ser juez de la Corte Suprema, las amistades que cultivó Ariel Lijo toda su vida comenzaron a ser revisadas y algunos vínculos ya no son tan beneficiosos como antes. Ni siquiera se frecuenta con su hermano Freddy, de quien está distanciado. Los amigos del juez dicen que se pelearon por temas económicos.
El presente de Lijo está más enfocado en impulsar su nominación a la Corte Suprema. Se está dedicando semana a semana a un trabajo más artesanal de lobby “hormiga” para conseguir los votos que necesita en el Senado para que aprueben su pliego. Para eso está aprovechando a sus amigos con relaciones políticas para poder reunirse con los senadores con los que aún no tiene relación.
Entre los lugares donde armó encuentros está un departamento de la Avenida Del Libertador entre Cavia y Salguero. Café de por medio, conversan sobre la actualidad, la Justicia, y antes de redondear el encuentro hace la pregunta: “¿Me vas a votar?”. Hasta el momento cosechó algunos sí, pero también hubo respuestas esquivas y otros que aludieron a que deberían hacer consultas con su bloque. Cuando llega ese momento, la situación se vuelve incómoda, porque nadie quiere quedar en una mala relación con un posible juez de la Corte. Lijo también entiendo eso y lleva la tensión al límite.
Hoy, el conteo de los votos no favorece al juez federal de Comodoro Py. El pliego se aprueba con dos tercios de los miembros presentes. Es decir que, si se sentasen los 72 senadores en sus bancas, Lijo necesitaría 48 votos. Hasta ahora, los bloques más reticentes son los de Unidad Ciudadana, que cuenta con 16 senadores y es comandado por Cristina Kirchner desde el Instituto Patria. y el bloque del PRO, de seis miembros, que tiene como jefe a Luis Juez, quien ya manifestó su rechazo a Lijo. Mauricio Macri también planteó reparos en un encuentro con empresarios.
Cuentas. Al poroteo de Lijo se le debe sumar que su pliego se trataría en segundo lugar. Es decir que los senadores deberán primero tratar el pliego de Manuel García Mansilla. ¿Qué pasa si lo rechazan? ¿El Gobierno, que está más interesado en el ingreso de Mansilla que en Lijo, podría suspender la sesión en medio del debate como hizo con la Ley Ómnibus en su primer intento en Diputados? Para evitar este tipo de contratiempos, Lijo está juntando votos para él y para su compañero.
Por Rodis Recalt-RC