María Laura y su marido llevan más de 20 años de casados y son padres de dos hijos. Apostaron a trabajar por su cuenta y abrieron una tornería: aprendieron todo de cero, salieron adelante y hoy es su único sustento. En diálogo con Infobae, María Laura Redondo revela cómo surgió la idea, los desafíos que enfrentaron y los objetivos del material didáctico en las clases de ESI
María Laura Redondo tiene 47 años, vive en San Fernando, Provincia de Buenos Aires, y desde 2018 tiene un emprendimiento de tornería junto a su marido. Trabajan juntos desde entonces, y se convirtió en su principal fuente de ingresos. Según la época del año y la demanda, orientan su producción artesanal a lo que los clientes más piden. Antes de lanzarse como artesanos de la madera no tenían ningún tipo de experiencia en el tema, aprendieron a usar herramientas desde cero y dejaron fluir su creatividad. Así surgieron una gran cantidad de elementos decorativos para el hogar: especieros, palos de amasar, percheros, bancos y sillas, hasta que de la forma más inesperada se embarcaron en la fabricación de material didáctico diseñado específicamente para clases de educación sexual integral (ESI). Se trata de un modelo de penes de madera que se utiliza para enseñar en entornos educativos la correcta colocación del preservativo y abordar los métodos de prevención de las enfermedades de transmisión sexual.
Durante dos décadas María Laura se dedicó a la docencia, como profesora de inglés, y fue su vocación desde siempre. “Desde muy chica supe que quería enseñar, y fueron muchos años que pude hacerlo, hasta que de pronto todos los profes que no teníamos los tramos pedagógicos teníamos que salir del sistema; yo no podía seguir estudiando, mantener a mi familia y trabajar, todo al mismo tiempo no se podía, así que quedé afuera y tuve que reinventarme”, relata en diálogo con Infobae. Madre de dos hijos, de 18 y 12 años, en ese entonces tenía que priorizar el sustento económico, y su esposo tampoco estaba pasando un buen momento laboral, así que decidieron seguir el consejo de un amigo, que les dijo que compraran un torno y empezaran a trabajar por su cuenta.
“Mi marido estaba en una empresa donde no le pagaban muy bien, así que él dejó su trabajo y se lanzó conmigo en ese nuevo mundo”, comenta, y aclara que llevan más de 20 años de matrimonio. “Si estamos juntos, afrontamos la que venga”, sentencia, con el romanticismo intacto. Sin familiares carpinteros que pudieran orientarlos ni conocimientos previos, empezaron de cero. “No teníamos ni para comprar la madera, y una conocida nos dijo de llevar unos pedazos que tenía, y como no nos gusta deber, juntamos moneda por moneda para comprarle 10 pedacitos, y con eso hice palitos de amasar”, indica.
Los palos de amasar fueron la primera fuente de ingresos del matrimonio, que sin conocimientos previos se propuso reinventarse
Fue al Puerto de Frutos de Tigre a venderlos, tuvo buena aceptación y con ese pequeño capital volvió a invertir en materia prima. “Hacíamos patitas para las mesas de las carpinterías, cosas que fueran sencillas, hasta que le empezamos a agarrar la mano y cada vez incorporamos más productos”, detalla. La clave estuvo en la versatilidad que tuvieron ambos, y la intuición de que cada mes hay eventos distintos que requieren diferentes propuestas. En la época invernal no pueden faltar los percheros nórdicos, los de pie y de pared; para el Día del Niño las mesas y sillas infantiles; para Navidad los pinos de madera; y hay otras creaciones que son atemporales, como las estructuras para candy bar, los posatortas, las bandejas, los candelabros, las repisas y otros elementos de decoración.
Siempre atentos a la demanda, durante la pandemia también hicieron escritorios para chicos, que fue una atinada apuesta en los tiempos de las clases virtuales. “Uno va cambiando lo que fabrica según lo que la gente pide, para tratar de generar un ingreso y poder sobrevivir”, explica. Confiesa que varios años atrás sus dos hijos eran más chicos, y trató de mantenerlos al margen de la necesidad que estaban pasando. “Hoy que se dan cuenta y ya entienden todo, nos dicen: ‘¿Tan mal la pasamos?’, y les decimos que sí, que podría haber sido peor, y que hoy estamos agradecidos a este proyecto, con la mirada para adelante”, destaca.
Las mesas y sillas infantiles que hacen de manera artesanal son otro de los kits que fabrican y siempre suman nuevas creaciones
Nuevos desafíos
María Laura había tenido un emprendimiento gastronómico en el pasado, porque también disfruta de cocinar, pero los eventos dejaron de ser una opción cuando los costos se volvieron insostenibles. “Se pusieron tan caros los insumos que lo dejé, así que sabía las fluctuaciones que puede tener trabajar por cuenta propia, y por eso siempre estoy pensando ideas nuevas, y mi marido por suerte me apoya y trabaja codo a codo, juntos todo el día desde antes de la pandemia”, explica. Estuvieron 12 años de novios antes de casarse, por lo que se eligen prácticamente desde siempre. “Nos conocimos cuando éramos chicos en un gimnasio, me echó una mirada y acá estamos”, dice ella entre risas.
Tiempo atrás estaba en el taller, en vísperas del Día del Amigo, con varios trabajos por delante, y una amiga le mandó un mensaje que la descolocó. Le preguntaba si iba a empezar a fabricar penes de madera, algo que hasta ese entonces ella no se había planteado nunca. Cabe recordar que en julio de 2021 hubo una gran cantidad de repercusiones en torno a una licitación pública para la adquisición de penes de madera y otros elementos para promover la educación sexual integral. En las redes sociales hubo cuestionamientos por el alto costo que le representaba al Estado y se generó controversia por los “precios excesivos”. El tema se volvió parte de la conversación a nivel masivo, y en ese contexto surgió un nuevo desafío para el matrimonio.
María Laura en plena jornada de trabajo con el torno: “Fue prueba y error, aprendimos todo y nos brindó una posibilidad laboral”, comenta
“Pensé que era un chiste cuando me lo dijo mi amiga, pero no, me insistió para que haga un modelo, le mandé la foto y le pareció una buena idea. Al principio no me imaginé que alguien lo iba a comprar, pero otra amiga me insistió para que lo publicara, y al día siguiente tuvimos la primera venta”, revela, con el mismo asombro que en aquel entonces. Fue el primero de varios pedidos más, por parte de instituciones educativas, profesionales de la salud y estudiantes de medicina que adquirieron el producto para brindar información útil y precisa sobre educación sexual integral.
“Es material didáctico en el marco de las clases de ESI, dispuestas por ley, y creo que hay que romper con los tabúes y darle un enfoque educativo y respetuoso para ayudar normalizar ciertas conversaciones sobre sexualidad, en un entorno seguro y controlado, con gente capacitada que lo sepa abordar según las necesidades y la edad de cada chico”, sentencia. Otros de los usos en las aulas se enfoca a la prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS), embarazos no deseados y métodos anticonceptivos, entre los que se destaca el uso del preservativo y la correcta colocación del mismo.
El material didáctico para ESI que fabrica el matrimonio (Fotos: Instagram @la_torneria_)
“Es una manera visual y práctica de enseñarlo, pero claramente que depende qué curso sea, porque no es lo mismo una clase para primer año de secundario que para quinto año, debe ser en el marco apropiado y con la explicación adecuada para determinada edad”, sostiene. Por más que estas aclaraciones son las que suele hacer en las redes sociales del emprendimiento -en Instagram @la_torneria_– admite que cada tanto hay algunos comentarios inapropiados. “Siempre va a haber gente que por ahí comente cosas desubicadas, pero hay que pasar la hoja y seguir, no hay que detenerse en eso, y la verdad es que si al publicar este material didáctico no hubiera habido aceptación, no lo estaríamos fabricando; evidentemente había un sector docente y médico que lo estaba necesitando, desde ginecólogas y obstetras hasta docentes que compraron para explicar el uso correcto del preservativo”, expresa.
También la sorprendieron algunas propuestas de artistas contemporáneos que le pidieron piezas personalizadas. “Una vez una persona que estaba haciendo una obra me pidió que hiciera un martillo del que usan los jueces, pero que el mango fuese un pene de madera, y era para una metáfora de justicia machista, ese fue un caso excepcional de los que a veces surgen”, indica. Y aclara que trabajan como emprendedores independientes, y que jamás prestaron servicios al Gobierno Nacional. “Nosotros somos dos artesanos que lo hacemos por nuestra cuenta, y están a la venta para ser utilizados con fines educativos”, explica.
La personalidad de María Laura es optimista, y proyecta continuar con la tornería como sustento de vida. “Pienso seguir porque esto trae unión familiar, y lo más importante es estar juntos; como siempre le digo a mis hijos: ‘Hay hacer lo que a uno lo haga feliz y que no sea una carga’, buscar el lado bueno de las cosas para estar conforme con lo que uno hace”, sostiene. En cuanto a su familia, asegura que no hubo ninguna opinión negativa con respecto al catálogo de productos, y que todos tienen en claro la finalidad de los mismos. Recapitula sus inicios, cuando todo era prueba y error, y ver que un cuadrado de madera tomara otras formas le parecía mágico. “Es todo artesanal, todo el tiempo estás en creación, la mente siempre está proyectando a ver qué sale, y hoy nos gusta mucho lo que hacemos”, concluye.
Por Cindy Damestoy-Infobae