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El misterio sin resolver de un arquitecto desaparecido hace 13 años: ¿lo mataron o se tiró al mar?

Fernando Lario fue visto por última vez en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en julio de 2012. Se dijo que fue asesinado por un albañil, que su cuerpo fue descartado en el pozo de un molino y que se ahogó en el Atlántico. Su familia sigue en busca de la verdad.

Un desaparecido condena a sus seres queridos a un duelo perpetuo, a abrazar la esperanza ciclotímica de las respuestas que no llegan, a sumergirse en una angustia que se renueva día a día, a navegar en un océano de incertidumbre. Es la historia de la familia de Fernando Lario, el arquitecto de Mar del Plata cuyo rastro es, desde hace 13 años, un enigma sin revelar para la Justicia.

El 7 de julio de 2012, una cámara tomó a Lario en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata. A partir de entonces, el caso es un rompecabezas inconcluso. La hipótesis del suicidio en el mar ganó terreno en el contexto de una investigación con fisuras, pero la sombra de un posible asesinato nunca fue disipada del todo. En el medio, un manojo de preguntas sin respuesta: ¿cómo llegó Lario hasta los acantilados, la zona donde se encontraron -intactas- varias de sus pertenencias? ¿Alguien envió mensajes a la novia haciéndose pasar por él? ¿Tenía deudas o alguna rencilla con terceros?

Un rastro fantasma

Desde la desaparición, el expediente caminó por la delgada línea entre la averiguación de paradero -así fue caratulado inicialmente- y la sospecha de un homicidio.Sin embargo, la falta de pruebas contundentes lo mantuvo bajo la tiranía de la duda. La escena en el acantilado, con la campera de la víctima doblada y su morral apoyado en un arbusto, sugiere un acto deliberado y por voluntad propia, pero la ausencia de su cuerpo y de objetos personales, como su teléfono celular, alimenta las incógnitas que rodean al caso.

Crimen o suicidio es la duda que rodea a la desaparición. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
Crimen o suicidio es la duda que rodea a la desaparición. (Foto: Facebook / Marcela Lario)

“Todo lo que se hizo fue una pantalla desde el primer momento.¿Cómo puede ser que estuvo en la facultad y se le perdió el rastro para siempre?“, plantea Sara, mamá de Lario, en el inicio de la conversación con TN. “Al principio lo buscaron tres policías y un perro enfermo. Luego fue pasando el tiempo y surgieron cosas absurdas. Que lo mataron y descartaron el cuerpo; que lo metieron en un auto y lo prendieron fuego con él adentro. Mi hijo pesaba 100 kilos y medía 1.80. No lo ibas a subir a un auto de prepo así nomás. Si Fernando se subió a algún auto, era porque conocía al dueño”, sugiere.

Marcela Lario, hermana del arquitecto, profundiza: “Presuntamente, nadie vio nada. Él sale de la facultad a las 13.50, va hasta Sáenz Peña y Funes, a unas cuadras de allí, y vuelve. Eso es lo que arrojó el registro de las cámaras. El morral lo encuentran a las 16.15 en la zona de los acantilados. En las últimas imágenes que se tienen de mi hermano, él aparece con el morral y el camisaco. Cuando los encuentran más tarde en los acantilados, estaban intactos. Hasta tenían el olor de su perfume”.

Lario era docente de dos cátedras en la facultad y participaba activamente de la vida política de la casa de estudios. Al momento de su desaparición, tenía 45 años, un hijo -F.- de 12 y una pareja estable -Carmen-. Vivía con su mamá en el barrio Bernardino Rivadavia.

Lario desapareció en julio de 2012. Su familia lo sigue buscando. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
Lario desapareció en julio de 2012. Su familia lo sigue buscando. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
Las últimas horas de Fernando Lario

“Aquel 7 de julio, Fernando se levantó, tomó dos mates conmigo y se fue. Eran las 9 menos cuarto.Lo llevó Carmen en el auto (un Ford Ka). Él solía manejarse en moto, pero en el momento de su desaparición la tenía en el taller y por eso estaba sin movilidad”, evoca Sara, y continúa: “Le pregunté a qué hora volvía. Me dijo que no sabía, pero que tenía que preparar a mi nieto para una prueba de matemáticas, y que esperaba no demorarse tanto”.

Marcela repasa los últimos movimientos de su hermano: “El día de la desaparición, él sale de la facultad y un rato después vuelve. A las 13.30 le sacan una foto.Sube al cuarto piso y aparece en la Facultad de Humanidades. Allí la cámara se corta, aparentemente por un desperfecto. Dos días después, el 9 de julio, feriado, la arreglan”.

A las 13.43 de aquel sábado, según pudieron reconstruir los investigadores, Lario llamó a Carmen. Estaba de mal humor porque su lista había perdido las elecciones: fue el mensaje que le transmitió a su novia. A las 14.05, una cámara de seguridad de la Facultad de Humanidades lo captó caminando. Es la última imagen que se tiene de él.

A las 14.40,Lario envió un mensaje a su novia Carmen: “Los libros son todos para vos, los discos son para F. Encargate de que así sea, por favor. Te quiero mucho. Perdón por todo. La vida es una mierda”. Los investigadores lo asociaron con una despedida. La familia del arquitecto creen que fue escrito por otra persona. “No fue él. Mi hermano cuidaba mucho sus libros y sus CDs. La novia y el hijo lo sabían. A ellos no les hubiera interesado recibir ese mensaje”, sugiere Marcela.

Lario vota en las elecciones en la facultad, momentos antes de su desaparición. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
Lario vota en las elecciones en la facultad, momentos antes de su desaparición. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
La última imagen del arquitecto con vida: camina buscando la salida de la facultad. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
La última imagen del arquitecto con vida: camina buscando la salida de la facultad. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
“A nadie se lo traga la tierra”

“De entrada pensé que lo habían matado. Si se hubiera ido, Fernando habría dejado alguna señal. A nadie se lo traga la tierra. Sospecho muchas cosas, pero como no tengo pruebas, no las puedo decir”, insinúa.

Sara resume la duda que la atraviesa a diario: “Por un lado pienso que pudieron haberlo matado, pero no sé quién. Y si lo mataron, ¿qué pasó con el cuerpo? ¿Dónde está?”.

Cuando se cumplían cinco años de indicios truncos y pistas al vacío, la causa tomó impulso a partir de un testimonio inesperado. Un preso en la unidad penal de Dolores dijo haber estado en una conversación donde otro interno confesó ser el asesino de Lario. Se instaló, entonces, la hipótesis de que al arquitecto lo habían matado durante un robo, que sus ropas fueron tiradas la playa y su cuerpo fue incendiado en el interior de un auto.

Ese interno declaró más de un año después. Negó su participación en el hecho y arrojó más confusión a la investigación: aseguró que el asesino de Lario, en realidad, era un albañil que había trabajado con él. El interno, Ezequiel Gómez, fue imputado por homicidio y luego sobreseído por el segundo fiscal de la causa, Fernando Castro. El albañil nunca fue citado.

El último movimiento de relevancia en el caso ocurrió en junio de 2020. En plena pandemia, ya con la fiscal Andrea Gómez (UFIEJ N°4) a cargo del expediente, un hombre se presentó como testigo y dijo saber dónde estaba oculto el cuerpo de Lario. Señaló el pozo de un molino de viento en el barrio Valle Hermoso, camino a Batán. Ese testigo, de 72 años, conocía al albañil involucrado en el caso y se consideró que podría tener algún dato para aportar. El personal abocado al rastrillaje excavó casi 20 metros, pero apenas encontró pedazos de una heladera y otros desechos. Nada de interés para el caso.

La excavación en el barrio Valle Hermoso: sin rastros del arquitecto. (Foto: @dronmardelplata)
La excavación en el barrio Valle Hermoso: sin rastros del arquitecto. (Foto: @dronmardelplata)
La hipótesis del suicidio y sus incógnitas

Los informes psiquiátricos sugieren que Lario podría haber atravesado una crisis emocional, lo cual reforzaría la sospecha de que se quitó la vida. Sin embargo, la falta de un cadáver es un callejón sin salida para esa hipótesis. “Mi hermano no se suicidó. Hubiera aparecido en las rocas y, como todos los que saben, el mar trae todo de vuelta”, remarca Marcela.

El viaje del arquitecto hasta el acantilado es otro enigma. Su tarjeta SUBE no registró actividad y ningún testigo lo vio llegar. Una taxista afirmó haberlo llevado a la Terminal Ferroautomotora, pero las cámaras de seguridad lo captaron en la facultad después de la hora que ella mencionó. Este desajuste temporal sumó más confusión al caso.

La verdad parece estar oculta entre las olas del mar y las páginas del expediente. Y el misterio que rodea a la desaparición de Fernando Lario continúa siendo un eco persistente en la memoria de Mar del Plata.

La desaparición de Fernando Lario sigue siendo una sombra persistente en la memoria de Mar del Plata. (Foto: Facebook / Marcela Lario)
La desaparición de Fernando Lario sigue siendo una sombra persistente en la memoria de Mar del Plata. (Foto: Facebook / Marcela Lario)

Una fuente del Ministerio Público Fiscal admitió a TN que no hay novedades hace tiempo en la investigación. Y la sombra de la duda eterna sobrevuela el caso. “Nadie busca a mi hermano.La última recompensa por su aparición era de medio millón de pesos (en 2022). No sé si sigue. Nadie de la justicia se comunica con nosotras”, sostiene Marcela.

“Espero a mi hijo todos los días. Es hoy que suena el teléfono y pienso que es él”, dice Sara. Cierra Marcela: “Tener a un desaparecido en la familia es vivir en la incertidumbre permanente, con la angustia de estar esperando todos los días una noticia, una señal, algo. Ojalá la gente tenga la empatía de seguir difundiendo la historia de mi hermano. Por ahí algún día tenemos suerte, alguien habla y encontramos algo de paz”.

Por Mariano López Blasco- TN