Oscar Rossi, padre de Julieta, fue uno de los primeros en entrar a la morgue tras el asesinato del joven. En sus declaraciones contó que su hija “no está preparada emocionalmente para enfrentar el juicio”.
La segunda jornada del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa presentaba una serie de testigos/amigos de la víctima. Julieta Rossi figuraba tercera en la lista, pero no viajó a Dolores. Su padre Oscar explicó los motivos de la ausencia de la joven: “no está preparada emocionalmente para enfrentar el juicio, para afrontar lo que vivió el día del hecho”. Y agregó: “Mi hija estuvo un año recluida después del homicidio de Fernando”.
La última vez que Oscar Rossi vio con vida a Fernando fue el 16 de enero. Ese día Oscar llegó a Pinamar para disfrutar de dos semanas de vacaciones. Un rato más tarde, se acercó hasta Villa Gesell para alcanzarles una caja con mercadería a Fernando y los amigos de su hija. “Les dije ‘esto es un orgullo, que estén todos juntos, que disfruten después de un año de mucho esfuerzo. Diviértanse’”.
“Papá, por favor, vení a Villa Gesell porque Fernando está en el hospital y yo en la comisaría”.
Dos días después, en la madrugada del 18 de enero recibió el llamado de su hija: “Papá, por favor, vení a Villa Gesell porque Fernando está en el hospital y yo en la comisaría”. Oscar Rossi viajó de inmediato.
Producto de la celeridad con la que arribó, el padre de Julieta fue uno de los primeros en ver el cuerpo de Fernando en la morgue. Entre lágrimas al recordar el momento expresó: “Juro que no le deseo a nadie ver lo que yo vi en el cuerpo de Fernando. Ni un animal en medio del campo, ni un cazador con un animal… No le deseo a nadie, como papá, ver a Fernando acostado y esperando que lo ingresen en un cajón”.
Al cierre se refirió a cómo era Fernando: “Era una persona extraordinaria, siempre dispuesto a ayudar al prójimo. Lo conocí primero como compañero y después como novio de mi hija”.