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El pirata Morgan

El nuevo canciller Pablo Quirno, otro financista al servicio de la estrategia Trump-Bessent. Aterrizaje de la cabeza del JP Morgan que planteó invertir en áreas relacionadas con la seguridad nacional de Estados Unidos. Y el gobierno decretó la privatización de Nucleoléctrica.

En el contexto de una furiosa batalla mundial por el control de chips, de tecnología de baterías de litio y nuevas fuentes de energía, la designación de Pablo Quirno como canciller, un economista sin experiencia en la diplomacia, pero relacionado estrechamente con el fondo de inversiones JP Morgan, dio pistas sobre las garantías requeridas a cambio de la intervención financiera del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

El diario  The Wall Street Journal publicó que el apoyo de Estados Unidzos a Javier Milei se basa en el interés por conseguir nuevas fuentes de aprovisionamiento de uranio. El uranio argentino está en la mira. “Ha quedado dolorosamente claro que Estados Unidos se ha vuelto demasiado dependiente de fuentes poco fiables de minerales, productos y manufacturas críticas, todas ellas esenciales para nuestra seguridad nacional”, explicó a mediados de octubre de este año Jamie Dimon, cabeza de este grupo que especula con bonos en Wall Street y en todo el mundo. Dimon formuló estas declaraciones al presentar el informe Security and Resiliency Initiative, el ambicioso programa de inversiones del JP Morgan.

En ese comunicado, Dimon se refirió concretamente a la estrecha ligazón de la institución financiera que dirige, con la seguridad nacional y los intereses económicos de los Estados Unidos. No es una empresa alejada de la política, sino que sus metas coinciden abiertamente con las de Estados Unidos como potencia hegemonista.

El concepto de “poco fiables”, aludió básicamente a China, Rusia y otros países asiáticos. Cuando el presidente estadounidense Donald Trump anunció que aplicaría aranceles abusivos a los productos chinos, la respuesta de los agredidos fue suspender las compras de soja y la venta de tierras raras. China compraba el 50 por ciento de la soja norteamericana y los abastecía con la mayor parte de las tierras raras que insume la industria electrónica.

Con una política de defensa del interés nacional, Argentina tiene posibilidades de inserción en ese escenario tan complejo porque, además de la producción de alimentos, tiene riqueza en el litio que consumen las baterías de la industria electrónica y además tiene reservas de uranio y un desarrollo nuclear propio con capacidad de exportación de reactores con tecnología desarrollada en el país.

El concepto de “poco fiables” para la seguridad nacional de los Estados Unidos le agrega otra condición a cualquier negociación con el JP Morgan en las áreas que ellos han definido, como el litio y la energía nuclear. El concepto implica que los Estados Unidos tienen que tener control sobre “esos productos esenciales para nuestra seguridad nacional”.

Argentina es un país independiente, no es otra estrella en la bandera de los Estados Unidos. Además es un país democrático. Mañana puede cambiar el gobierno. La pregunta es cuáles serían entonces las medidas que exige el JP Morgan para que sean “fiables” las concesiones que haga la política entreguista de este gobierno.

Estados Unidos está perdiendo suministros estratégicos a manos de sus competidores y parece decidido a reemplazarlos por otras fuentes en América Latina. Y para eso necesita impedir el desarrollo local de industrias que incorporen valor agregado a sus riquezas naturales.

En esa visión del mundo, en la que América Latina funcionaría como una cantera de materias primas para salvar al hegemón de su decadencia, resulta inconcebible, y hasta lesivo para ellos, que Argentina desarrolle una industria nuclear de punta y competitiva. El país tiene grandes reservas de uranio sobre todo en la provincia de Chubut, y también en Mendoza, Río Negro, La Rioja y Salta.

En medio del proceso electoral, Dimon apareció en Argentina para realizar un evento planetario del JP Morgan al que invitó al expremier británico Tony Blair y a Condoleeza Rice, la guerrerista ex secretaria de Estado de los Estados Unidos. Ambos son también socios del JP Morgan. Dimon organizó el jueves una recepción fastuosa en el teatro Colón para 180 Ceos y dueños de las principales empresas que están en el país. Y el viernes se reunió con el ministro de Economía, Toto Caputo y luego con el presidente Javier Milei.

La presencia del JP Morgan en el gobierno no constituye una sorpresa ya que los seis miembros más destacados del equipo mileísta que maneja la economía del país, empezando por Caputo, Quirno y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, han sido empleados de ese fondo de inversión. El nuevo canciller trabajó allí 17 años. De diplomacia no sabe nada, pero es un experto en JP Morgan.

No está demás recordar que en el 2000, el JP Morgan se fusionó con el histórico Chase Manhattan Bank, de los Rockefeller, de cuyo consejo asesor formó parte el nefasto ministro de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz. Este personaje fue el que trajo a la Argentina la bicicleta financiera, la gran máquina de endeudamiento y destrucción de la producción de riqueza real. A su manera, los Morgan boy's de Caputo han reinstalado esa bicicleta de la dictadura.

En el 2026, Rusia suspenderá las ventas de uranio a los Estados Unidos. En plena negociación por el socorro del Tesoro de los Estados Unidos al desastre financiero promovido por las políticas del gobierno, Javier Milei decretó la privatización de la empresa Nucleoléctrica Argentina S.A. que controla las tres centrales nucleares del país, Atucha 1 y 2 y Embalse.

Los bloques legislativos de Fuerza Patria intentaron frenar el decreto y declarar a la industria nuclear de interés estratégico para impedir que sea privatizada. Pero los legisladores dialoguistas y los que responden a los gobernadores del grupo llamado Provincias Unidas dieron el faltazo al plenario de comisiones donde se iba a discutir el proyecto.

El intento de privatización está acompañado por el desfinanciamiento de todo el sistema. Frenó el desarrollo del reactor Carem-25 y las obras en Atucha 1 están paradas, hubo despidos en la Comisión Nacional de Energía Atómica y muchos de los profesionales de alta capacitación comienzan a buscar otros horizontes por la falta de perspectivas en el sector.

Demasiadas confluencias relacionadas con un área tan sensible y donde el país tiene grandes posibilidades que buscan frustrar sus competidores. Para el JP Morgan, el desarrollo de las cuestiones nucleares está vinculado a la seguridad nacional de los Estados UnidosEn el caso de que la empresa que participe en laprivatización de Nucleoléctrica fuera una extensión del JP Morgan, la pondría al servicio de la seguridad nacional de ese país y no de la Argentina.

Para el JP Morgan, la economía de una empresa norteamericana como ellos, está estrechamente ligada a la seguridad nacional de su país. Pero aquí, la conducción económica que se formó en esa entidad financiera desprecia cualquier planteo que vincule a la economía con la seguridad y el interés nacional. Vale para Estados Unidos, pero no vale para Argentina.

La publicación en The Wall Street Journal, la presencia de Dimon, el recule de los legisladores de Provincias Unidas, el decreto de privatización de Nucleoeléctrica, la negociación desesperada con los Estados Unidos, los problemas de los Estados Unidos con el uranio y el litio, constituyen una mezcla de alta toxicidad para la Argentina que está en una negociación doblemente desfavorable: con un gobierno colonizado y con las finanzas al borde de la quiebra.  

Por Luis Bruschtein-Página/12