Se le atribuye a Héctor Magnetto decir que ser “presidente es un puesto menor”. Menor que otros como por ejemplo ser CEO del Grupo Clarín. Seguramente Elon Musk considera tener un puesto mayor que Joe Biden siendo dueño de ex-Twitter, Space X, Starlink, Tesla y otras compañías. Lo mismo Jeff Bezos, el dueño de Amazon quien entre sus compras incluyó al diario The Washington Post. Ni que hablar si la comparación de esos megamillonarios se realiza con presidentes de países menores que Estados Unidos.
Probablemente Franco Macri en su época también hubiera compartido la idea de que ser presidente es un puesto menor frente a algunos otros, y más allá de su propia opinión, muchos deben asignarle a Eduardo Eurnekian tener un puesto mayor que el de Mieli aún hoy en el ejercicio de la presidencia.
Ser presidente además desgasta físicamente, con ironía se dice que la edad de los presidentes se mide como la de los perros: cada año en el cargo envejece siete. Desde esa perspectiva, la posición ideal para un expresidente sería trascender el poder coyuntural de un presidente teniendo un subordinado que ejerza la tarea formal de presidente, algo bastante difícil como ya lo probó Cristina Kirchner con Alberto Fernández.
Pero según especula La Política Online Mauricio Macri tendría un plan para “quedarse” con el gobierno de Milei, primero presidiendo el PRO luego disolviendo Juntos por el Cambio para fusionarlo en un nuevo sello con la LLA cuando le proponga a Milei un “rescate de su gestión” después de lo que sería su fracaso. “Milei va a un crash”, dice La Política Online que Macri vaticinaría a sus íntimos, a quienes recomendaría: “No se apuren, está al caer la rendición de Milei” reemplazando a Nicolás Posse, Guillermo Francos, Sandra Pettovello y Martín Menem por Guillermo Dietrich, Diego Santilli, María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo respectivamente
Mientras Macri disfruta sus vacaciones como lo refleja la tapa de la revista Noticias, lo de La Política Online es solo una de las tantas conjeturas posibles frente a la enorme cantidad de variables que se combinan. Pero sirve para poner de relieve cómo para distintas personalidades tener éxito puede representar objetivos diferentes y los presidentes, además de un plan de gobierno, tienen un plan de vida. Y en el ejercicio de su función también se imaginan cómo será su futuro siendo expresidentes más aún con la prolongación de longevidad y en el caso de Milei teniendo tantas décadas de vida productiva como las que acumuló a sus actuales 53 años.
Se podría conjeturar que para Cristina Kirchner el éxito era continuar intensivamente haciendo política, traspasando el ejercicio del poder transgeneracionalmente, como un linaje, en su hijo genético o alguno de sus hijos políticos. Y que su alegría durante el traspaso de mando a Milei podría atribuirse a que Massa, al igual que Scioli y Alberto Fernández, como ya quedó demostrado, no la representaban y con Milei se abre la posibilidad a que un verdadero kirchnerista pueda volver en un futuro de no tener éxito las políticas actuales.
Que el éxito para Mauricio Macri está tanto en el pasado como en el futuro: que triunfando las ideas de Milei se reivindique su gobierno 2015-2019, pero al mismo tiempo pueda colonizar al gobierno libertario convirtiéndolo en la continuidad del PRO.
¿Cuál sería la idea de éxito para Javier Milei? ¿Cuál podría ser su plan de vida y qué podría gustarle después de ser presidente? Enfrenta como presidente cuatro escenarios:
1) Logra vencer las oposiciones legislativas y judiciales, implementa sus ideas económicas y tienen éxito. En ese caso aspira a ser reelecto en 2027.
2) Logra vencer las oposiciones legislativas y judiciales, implementa sus ideas económicas y no tienen éxito. En ese caso pierde las elecciones de 2025 y enfrenta turbulencias para llegar a 2027 desgastado y desempoderado.
3) No logra vencer las oposiciones legislativas o judiciales, no logra implementar una parte significativa de sus ideas económicas y acepta cambiar sus ideas disciplinándose a la realidad.
4) No logra vencer las oposiciones legislativas o judiciales, no logra implementar una parte significativa de sus ideas económicas y decide “morir con las botas puestas” enfrentando un conflicto de poderes que pueda terminar anticipadamente con su mandato.
El escenario uno sería su más deseado, los escenarios dos y tres harían plausible la hipótesis de La Política Online con Mauricio Macri y su equipo viniendo a su rescate. Y el escenario cuatro solo sería posible en quien considerase que el triunfo moral de mantener sus ideas sin “corromperlas” es más importante que terminar cuatro años de presidente habiendo perdido el capital moral de la pureza ideológica.
Esta hipótesis lleva a analizar qué valor tendría ese capital moral ideológico y dónde se lo podría invertir con qué rédito. La importancia que Javier Milei le otorga al éxito en las redes sociales, más aún a nivel internacional, permiten conjeturar que el discurso que dio en Davos no estaba dirigido a la audiencia argentina, que sobradamente lo conocía y no agregaba nada nuevo, ni al círculo rojo internacional: jefes de Estado y grandes empresarios, sino a cautivar a las masivas audiencias extranjeras que aún no lo conocían para convertirse en un influencer global de la nueva derecha extrema.
La obsesión de Milei con Elon Musk y su ex-Twitter, la evaluación que realiza de sus intervenciones en función de la cantidad de likes que recibe y al mismo tiempo la importancia que les asigna a los likes que él mismo da a posteos de otros, por ejemplo estos días en medio de los debates de la ley ómnibus, permiten inferir que el mundo que preferentemente habita Milei es el de la esfera de las redes sociales. Que lo elogien Donald Trump, Giorgia Meloni, Elon Musk o que el reportaje del periodista conservador Tucker Carlson tenga más de 300 millones de visualizaciones en 16 horas puede ser para Milei más valioso que ganar las elecciones en varias provincias obteniendo más diputados y senadores.
Irse a vivir a Estados Unidos, como sueñan muchos de los jóvenes que lo votaron, y ser estrella allí como lo es Messi, puede ser el sueño de quien fue arquero de Chacarita: ser lo más famoso posible y, en ese caso, la presidencia, un escenario más en su carrera.
Por Jorge Fontevecchia-Perfil