La oposición en Misiones, liderada principalmente por sectores alineados al PRO, el Puertismo y Juntos por el Cambio, hace tiempo que dejaron de escuchar a los misioneros. Los que integran estos espacios parecen estar más ocupados en seguir directrices trazadas desde Buenos Aires que en atender las demandas concretas de aquellos que los votaron en la provincia. La desconexión es palpable: en una Misiones que necesita respuestas a las históricas deudas de la nación a los problemas locales, estos referentes insisten en discursos que poco tienen que ver con la vida cotidiana de la provincia.
La reciente decisión de Joaquín Barreto de abandonar el PRO y señalar la falta de representatividad de un partido manejado desde la capital expone una realidad que muchos dirigentes y sus propios votantes ya han notado: la oposición misionera ha dejado de ser una opción que hable y trabaje por la gente. La salida de Barreto no solo evidencia este desencanto, sino que revela el verdadero desafío de los partidos nacionales en la provincia, incapaces de construir una agenda que priorice a los misioneros.
Mientras tanto, la Renovación sigue demostrando por qué su política de cercanía marca una diferencia real. En este espacio, las decisiones no pasan por oficinas alejadas de la Tierra Colorada, sino que nacen de un entendimiento profundo de la realidad provincial. El Misionerismo ha logrado mantener una fuerza plural y adaptable, que integra voces y sectores diversos y se va moldeando a las nuevas demandas sociales de Misiones.
El centralismo que domina a los partidos nacionales es una carga que los aleja de la gente, sobre todo en una provincia con características tan particulares, como sus asimetrías, su economía regional, entre otras cosas. Sin embargo, la mayoría de los referentes de la oposición en Misiones siguen enredados en una lógica ajena, donde la agenda nacional pesa más que las necesidades locales.
La decisión de Barreto refuerza la necesidad de que Misiones sea representada desde una perspectiva provincial y cercana a su gente. Misiones merece dirigentes que piensen, sientan y trabajen desde y para la provincia, y no desde la comodidad de una agenda marcada desde Buenos Aires. Es hora de que los misioneros consideren si realmente reciben algo de una oposición que no los escucha y que no se adapta a sus necesidades locales.
Por Fernando Retamozo