Misiones Para Todos

El represor Alfredo Astiz pide ser liberado

El fiscal Leonardo Filippini se opuso. Deben resolver los integrantes del Tribunal Oral Federal 5.

Tres días antes de que se cumplan los 45 años de los secuestros de las Madres de Plaza de Mayo y de las monjas francesas en la Iglesia de la Santa Cruz, el responsable de esas caídas, el marino Alfredo Astiz, pidió ser liberado. La decisión está ahora en manos del Tribunal Oral Federal (TOF) 5 de la Ciudad de Buenos Aires, que ya lo juzgó y condenó en dos oportunidades.

Este lunes, la defensa oficial de Astiz solicitó la excarcelación del represor que actuó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Según un cálculo hecho a ojo por sus defensores, Astiz lleva más de 20 años detenido, lo que le permitiría acceder al beneficio de la libertad condicional por haber cumplido dos tercios de la pena.

Astiz, el rostro más conocido de los represores de la Marina, tiene dos condenas a prisión perpetua dictadas desde la reapertura de los procesos por crímenes de lesa humanidad: una –dictada en 2011– ya fue confirmada por la Cámara Federal de Casación Penal y la segunda –dictada en noviembre de 2017– aún está en proceso de revisión en ese alto tribunal.

El fiscal Leonardo Filippini ya les pidió a los jueces del TOF5 que rechacen el pedido de la defensa de Astiz. Según la fiscalía, los cálculos de la defensa son incorrectos. El represor recién podría solicitar la excarcelación por haber cumplido los dos tercios de la pena por la primera condena en abril del año próximo. En la segunda causa, recién lleva 16 años, seis meses y 17 días detenido –por lo que está lejos de los 20 años que invoca la defensa oficial–.

Los defensores de Astiz piden la excarcelación en la causa cuya sentencia qaún no fue confirmada por la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por los jueces Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci y Ángela Ledesma. Además, los integrantes del Ministerio Público de la Defensa le reclamaron al TOF 5 que no tenga en cuenta los informes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) sobre la capacidad de Astiz de reinsertarse socialmente porque en ese expediente, al no estar firme, debe considerarse que el represor es “inocente”.

Por estas horas, según pudo saber Página/12, hay deliberaciones dentro del TOF5, que sigue recibiendo las opiniones de las querellas sobre el pedido de excarcelación del exintegrante del grupo de tareas de la ESMA. Los jueces Daniel Obligado, Adriana Palliotti y Fernando Canero podrían expedirse el martes, estimaban fuentes judiciales.

Astiz, que acaba de cumplir los 72 años, está preso en la Unidad 31 de Ezeiza. Fue condenado, entre otros hechos, por haberse infiltrado entre los familiares que buscaban saber qué había pasado con sus desaparecidos. De esa forma, se ganó la confianza de las Madres que, desde abril de 1977, habían empezado a reunirse en la Plaza de Mayo. Ante ellas se presentó como Gustavo Niño y dijo que tenía un hermano desaparecido. A una de las secuestradas de la ESMA la obligó a acompañarlo en las reuniones y la presentaba como su hermana.

Fue Astiz quien señaló el 8 de diciembre de 1977 a los militantes que debían ser secuestrados por la patota de la ESMA en la Iglesia de la Santa Cruz, donde se habían congregado para reunir firmas y dinero para publicar una solicitada en el diario La Nación reclamando información y denunciando las desapariciones forzadas. Los secuestros siguieron hasta el 10 de diciembre de ese año. 

Entre las doce víctimas del llamado “grupo de la Santa Cruz”, están las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga así como las religiosas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. La justicia dio por acreditado que los doce militantes de la Santa Cruz fueron “trasladados” en un vuelo de la muerte que despegó el 14 de diciembre de 1977 y arrojados al mar. Este jueves, a las 18, se recordará a todas las víctimas de esos secuestros en el solar de la memoria de la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en la calle Estados Unidos al 3150.

Por Luciana Bertoia-Página/12