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El toma y daca entre Milei y Macri

El ingeniero descarta que el personal de su cercanía se integre como ministros al gabinete. En cambio, está dispuesto a ofrecer (o pedir) candidatos para las segundas líneas del gobierno.

Ingeniero, hincha de Boca Juniors, sí. Pero nunca necio. Definición de un bromista sobre Mauricio Macri para descartar que el personal de su cercanía se integre como ministros al gabinete. En cambio, está dispuesto a ofrecer (o pedir) candidatos para las segundas líneas del gobierno aun vacantes u ocupadas por funcionarios rendidos a La Cámpora o al massismo. Se deshecha entonces el Plan A de copamiento PRO tantas veces anunciado y hay que resignarse a un Plan B más modesto. Si el turbión acecha a la Casa Rosada en los próximos meses, tal vez se rescate el primer plan de auxilio. Anticipó el ex Presidente su regreso de la reposera sureña para una entrevista sobre estos temas con Javier Milei en principio agendada para el 19 de este mes.

No se propone tampoco participar de un cogobierno: en todo caso, aspira a solidarizarse y acompañar al jefe de Estado hasta la última parada de su Administración, hasta la puerta del cementerio según alguna vez expresara un pensador peronista. Sabe Macri que si fracasa el libertario de la Casa Rosada también el vendaval arrastraría a su agrupación política, a la que aspira a presidir desde este mes cuando liquide las condicionalidades que opone Patricia Bullrich, obstinada en ser la vice del PRO (ambos no se hablan desde diciembre).

El deliberado destino partidario que impulsa Macri persigue una sociedad legislativa común del PRO con La Libertad Avanza, una “fusión” con los legisladores del gobierno, como designó algún gourmet en alusión a esas comidas de paladares exóticos. Es una operación defensiva la constitución del megabloque: buscan un número suficiente en el Parlamento para evitar el juicio político a Milei promovido por la oposición o bloquear la capacidad del rechazo que esta dispone en el Senado para bloquear posibles vetos presidenciales.

Sin embargo, la comunión de voluntades no alcanza —en el caso del entendimiento parlamentario— para formar un tercio que esterilice los dos tercios amenazantes en el medio de una crisis. Por ahora, se vienen más hooligans oficialistas que confronten con los barra brava del cristinismo, radicales y provinciales. A ver si se encuentra con la malhadada experiencia de Trump y Bolsonaro con el Parlamento.

Esa conveniencia mutua de Macri y Milei en el Congreso no generaría un “salto de calidad” dentro del team Ejecutivo: el propio mandatario, y su influyente hermana, taponaron en principio la avanzada de un macrismo demasiado interesado en ubicarse en ministerios: no a María Eugenia Vidal, no a Diego Santilli, no a Guillermo Dietrich, no a Cristian Ritondo (este último, sin embargo, tendría un premio: si se consuma la sociedad parlamentaria, estaría a cargo del interbloque de los dos partidos). “Es hora de halcones en el gabinete, no de palomas”, señalan con desdén en la Jefatura de Gabinete, desde donde se rechazaron postulantes por parte del influyente que más cuestiona Macri.

Y siguen: “Después que nos besamos con el Papa y la Meloni, de la exitosa recorrida judía, parece absurdo que vayamos a ceder espacios a otras fracciones. Además, seríamos ingratos con nuestra propia gente. Aparte, no conozco a ningún libertario que tenga un póster de Macri en el dormitorio”, plantea el gladiador oficial.

En esta etapa de conciliación secundaria, Milei preserva identidad y poder, no cambia jugadores del plantel principal: mantiene a Guillermo Francos, también a Martín Menem (al que hace pública su colaboración con Eduardo “Lule” Menem, su primo mayor, con viejo historial en los 90 y consejero hoy de Karina Milei), a una Sandra Pettovello que produjo un escándalo con los necesitados por parecer picara. Y, por supuesto, reanima a su poco expresivo Nicolas Posse, hoy factótum de numerosas medidas y determinante en la conducción política aunque carece de absoluta experiencia al respecto.

Macri, se sabe, lo objeta, igual que al ministro del Interior. Gracias a ese acoso, son intocables. Mientras, Milei y Macri coinciden en la eficiencia de los dos Caputo.

El ganapán de cargos de segunda línea se definirá en poco tiempo, uno de los más sensibles —por la caja, claro— es Medio Ambiente, en la órbita de Francos y controlado por Daniel Scioli. Fuerte es la ofensiva para amputarle el área al ex embajador en Brasil: el macrismo quiere ubicar a Hernán Lombardi, quien se supone alguna vez leyó un libro sobre el rubro.

El anunciado toma y daca entre Milei y el ingeniero boquense también requiere de otros aportes, donde se saca también se pone: aparte de colaborar con el gobierno, algunos amigos de Macri — de Tierra del Fuego al negocio de la chapa o Mercado Pago—, quizás debieran inscribirse en la quita de privilegios que el Presidente desparrama en otros sectores. ¿O acaso se validará el famoso dicho: “Con la mía, no”?

Si en un escenario del Lollapalooza argentina se desarrolla este maridaje, en otro plató apareció sin aviso la escritora de puño Cristina Fernández de Kirchner, quien se despachó como en el siglo XIX con 33 páginas de libre interpretación. Ni que fuera una de las hermanas Bronte. No podía, la viuda de Néstor, pasar dos meses sin hablar y ensayó un paper por el que tal vez la demanden por ejercicio ilegal de la economía.

Mucho brebaje ideológico. Hay quienes creen que en su carta reconoce a Milei por ciertas reformas y otros que suponen que ella busca derrocarlo antes de tiempo. Pocos han advertido que su reaparición obedece a una fronda interna dentro del partido: está molesta con Axel Kicillof, y con otras figuras seguidoras que ahora se indisponen con su hijo Máximo. La dama salió a protegerlo, sin nombrarlo, con su suspendido protagonismo político. Para que los alineados en cierto sector del peronismo sepan que ella no se retiró ni está devaluada y, como corresponde, tratará de evitar que remuevan a su heredero biológico.

Milei le respondió después a la doctora a través de un monólogo en uno de sus canales preferidos, ya programado con 48 horas de anticipación, como si fuera un maestro con una alumna fastidiosa.

Poca prevención le genera Cristina al Presidente, al revés de Kicillof, quien debe estar aturdido porque sus propósitos de autonomía le provocan rabia a su jefa. Demasiado temprano se abrió la sucesión pensando en la próxima elección, ella hasta tira a Grabois a la arena por apartamiento de seguidores, empieza una suerte de matrifagia acorde con los mitos, dioses y religiones que brotan en la Argentina.

Por Roberto García-Perfil