En el sureste de la provincia de Río Negro, la localidad de Sierra Grande tiene su balneario en el Golfo San Matías, área protegida hasta 2022. Tras la modificación de la ley, sus habitantes esperan la llegada del proyecto petrolero y la instalación de una terminal portuaria en las playas donde buscan vivir del turismo y la naturaleza.
En el Golfo San Matías, provincia de Río Negro, se encuentra Playas Doradas, un balneareo emergente en la costa atlántica, rodeado de cinco áreas de conservación. La localidad más cercana es Sierra Grande, a 15 minutos de ruta asfaltada, donde el jueves 17 de agosto último se realizó una audiencia pública por la construcción del oleoducto Vaca Muerta Sur y su terminal portuaria, que se ubicará a unos 8 kilómetros de playa de la entrada al balneario. El proyecto de la petrolera YPF fue pensado para exportar el crudo excedente de Vaca Muerta a partir de los próximos tres años.
Aún en invierno y con lluvia, Playas Doradas no puede disimular sus aguas azules y su arena limpia. Tiene incluso un humedal escondido en la costa y un pequeño pueblo emergente. elDiarioAR viajó a la zona para cubrir la audiencia pública y viajó por distintos puntos de Río Negro y Chubut conectados directamente con el Golfo San Matías, eje de los desencuentros y enfrentamientos por el oleoducto entre distintas localidades de la costa atlántica de la provincia. El viaje fue financiado por la ONG Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) y organizado íntegramente y de manera independiente por elDiarioAR.
En invierno, las casas de Playas Doradas están deshabitadas, los hospedajes permanecen cerrados y hay sólo un puñado de comercios con sus puertas abiertas al público y trabajadores de la construcción en las obras que tienen que ganarle el tiempo al verano. En uno de los escasos negocios abiertos en agosto, cuando la temporada alta parece tan lejos en el tiempo, su dueño tiene sentimientos encontrados sobre el oleoducto Vaca Muerta Sur y la terminal portuaria que instalarán no sólo a 8 kilómetros de playa desde su comercio.
La terminal contará con dos monoboyas que además se ubicarán a unos 6 kilómetros mar adentro de la costa donde los visitantes y locales veranean. Es decir, a unos 8 kilómetros de distancia y a otros 6 kilómetros mar adentro. “Si me paro de este lado del mostrador —dice el comerciante desde la caja registradora de su negocio— quiero que venga el oleoducto porque me conviene económicamente. Pero si me paro del lado donde estás vos, me preocupa porque yo disfruto de este lugar desde hace casi 20 años y quiero que mis nietos disfruten de estas playas y su naturaleza”, afirmó en diálogo con elDiarioAR.
El Golfo San Matías era área protegida por la ley 3.308 hasta septiembre de 2022, cuando la mayoría de los legisladores de Río Negro modificaron el artículo que prohibía el transporte de hidrocarburos en la zona.
En el almacén del pueblo, el joven que atiende el comercio contó que se trasladó recientemente desde Sierra Grande a Playas Doradas y está de acuerdo con la llegada del oleoducto y su terminal portuaria porque en la localidad falta trabajo. A su lado, un retirado trabajador petrolero toma mate. Conoce muy bien la Patagonia petrolera y no encuentra diferencias entre Vaca Muerta Sur y los distintos proyectos en los que ha trabajado, está de acuerdo con que se instale una terminal portuaria para exportar el crudo a escasos kilómetros del balneario a pesar de que asegura que conoce muy bien el impacto ambiental y social de la industria.
Su experiencia también le dice que los habitantes de Sierra Grande no verían las fuentes de trabajo y el progreso económicos que YPF y el gobierno de Río Negro les han prometido. En general, explicó, la mano de obra local es temporal, para la construcción de la obra, pero luego se emplea mano de obra especializada que las petroleras traen de otros pagos.
“Playas Doradas es un destino emergente, tiene un desarrollo urbanístico de más de 9.000 lotes, de los cuales 6.000, 6.500 estarían construidos y puestos al servicio de los turistas. Hay restaurantes, hoteles, departamentos de alquiler, complejos. Está en construcción un centro comercial. Tiene gas, luz, agua, cloacas. Está creciendo a pasos agigantados”, dice el intendente de Sierra Grande, Renzo Tamburrini.
“Lindero al norte tenemos el Parque Nacional Islote Lobos, el Parque Nacional número 40, el segundo en nuestra provincia y el único que tiene jurisdicción marino-terrestre o marino-costera, que fue una gestión nuestra. Este alberga una clase de lobo marino única. También tenemos la colonia más al norte del hemisferio sur del pingüino de Magallanes, una infinidad de variedades de aves y la desembocadura del arroyo Salado al norte”, afirmó Tamburrini, quien sostiene que busca que en Sierra Grande y sus Playas Doradas conviva el turismo, la naturaleza y la industria petrolera.
Tamburrini aseguró que Sierra Grande se prepara para hacer frente al control ambiental del proyecto y que están realizando capacitaciones y aprendizajes. En los alrededores de Sierra Grande y Playas Doradas, sin embargo, todavía deben lidiar con cuestiones más fáciles de resolver que controlar la actividad petrolera a 6 kilómetros mar adentro. Sólo para mencionar dos: el día de la audiencia la energía eléctrica no dio abasto en el gimnasio del pueblo y se cortó la luz; y hay basureros a cielo abierto a la vera de la ruta que están tratando de erradicar pero donde todavía reina el plástico.
¿Cómo van a controlar a YPF y a los buques extranjeros? ¿Qué pasaría con Playas Doradas, las áreas naturales protegidas y todo lo que habita el Golfo San Matías si hubiera un accidente y por consecuencia un derrame de petróleo en el mar? “El riesgo ambiental existe, pero es improbable”, dijo Tamburrini.
La mina y la playa
Esta costa no es virgen de industria. Actualmente, donde YPF quiere instalar dos monoboyas que permitan a los buques extranjeros cargar el crudo para exportarlo al mundo, existe un semiabandonado muelle minero, que se utilizó hasta los años 90 para la salida del hierro que extraían de la mina Sierra Grande. La zona exacta se denomina Punta Colorada, pero se encuentra en Playas Doradas.
“Sierra Grande buscó el desarrollo del turismo después del cierre de la mina. Nos faltaba infraestructura”, dijo Tamburrini para explicar por qué otras localidades del Golfo San Matías, como Las Grutas, sí han desarrollado fuertemente la actividad turística, la misma por la cual hoy se oponen al oleoducto y su terminal portuaria.
“Esto ya lo vivimos”, aseguró un comerciante de Playas Doradas. ¿Qué es lo que ya vivieron en Playas Doradas y Sierra Grande?, pregunta elDiarioAR. La esperanza en una solución externa y el abandono, explicó. Mientras algunos asumen este proyecto como propio otros se debate entre la necesidad económica y el riesgo a perder lo que más ama del lugar que habita.
El comerciante consultado contó la historia de la mina de Sierra Grande, la reserva de hierro subterránea más grande de Latinoamérica, de acuerdo con estimaciones oficiales de Segemar, una historia que teme que se repita con el oleoducto de YPF.
La mina de Sierra Grande fue explotada entre 1970 y 1991. Durante esos años, Sierra Grande llegó a tener 20.000 habitantes y se construyeron barrios enteros para los mineros y trabajadores chinos traídos por la última minera privada. Desde que la compañía se fue, la población tocó el piso de 6.000 habitantes y comenzó la crisis económica de Sierra Grande. Actualmente la localidad recuperó población y tiene más de 12.000 personas viviendo en su territorio, pero se trata de una población envejecida, contó el intendente Tamburrini.
Las autoridades nacionales y provinciales prometieron reactivar la mina en distintas oportunidades pero nunca cumplieron. Al paso del abandono de la mina también se abandonó el muelle y el horno gigante que pueden verse hoy con claridad desde las playas del balneario. También las casas construidas para los mineros, ahora destruidas, vandalizadas y abandonadas tanto cerca de la playa como del otro lado de la ruta nacional número 3, que separa a Playas Doradas de la mina.
Oponerse al oleoducto
En Sierra Grande y sus alrededores, como Playas Doradas, oponerse al oleoducto no es nada fácil. Todo lo contrario, puede transformarse en una odisea. Gran parte de la localidad, de más de 12.000 habitantes, se convenció de que las obras traerán trabajo y progreso económico para un lugar postergado y olvidado por los sucesivos gobiernos de Río Negro y de la Nación.
El día de la audiencia, la docente Cecilia Salcedo, de la localidad vecina de Las Grutas, interrumpió el discurso de apertura de la secretaria de Ambiente de la provincia, Dina Migani, para exigir el ingreso de sus vecinos para que expusieran contra el proyecto -y a quienes la policía no permitió ingresar en su totalidad- y reclamó que el acto oficial no era democrático. La respuesta de la funcionaria fue ordenar a la policía provincial que desaloje a la docente y la reacción de cientos de vecinos presentes en la audiencia fue la del abucheo, silbidos y gritos contra la manifestante, como informó elDiarioAR.
En Sierra Grande, un habitante de la localidad que espera ansioso la llegada del oleoducto y su terminal portuaria explicó que muchos hombres viven lejos de sus familias porque debieron dejar el pueblo para buscar trabajo como mineros o marineros en otras zonas. El oleoducto significa volver a reunir al pueblo, afirmó. También recordó cuando vivía en Comodoro Rivadavía en 2007 y la playa que solía visitar junto a su esposa amaneció negra por un derrame de petróleo en Caleta Córdova, en el Golfo San Jorge.
La secretaría de Ambiente y Cambio CLimático de Río Negro invitó al superintendente marítimo de la empresa responsable por dicho derrame, Termap, a exponer como experto a favor del oleoducto en la audiencia pública. Se obvió por completo la experiencia del derrame y sus consecuencias. También la denuncia que debieron afrontar en la Justicia.
Sierra Grande tiene modesto hospedajes que se prepararon para recibir a funcionarios provinciales, ejecutivos, académicos y sindicalistas que llegaron para apoyar el proyecto de YPF en la audiencia pública.
Ese jueves, durante unas 10 horas, desfilaron sólo las voces a favor. No se invitó a ninguno de los científicos, ambientalistas, organizaciones de la sociedad civil ni habitantes de las localidades vecinas que se oponen al oleoducto y su terminal portuaria en estas playas del Golfo San Matías. Nadie habló profundizó sobre los riesgos. Francisco Pinilla, de ERM Consultora, la empresa contratada por YPF para evaluar el impacto socioambiental en Sierra Grande y Playas Doradas aseguró que el oleoducto “va a volver a poner a Argentina en el mapa” y que “sin duda alguna va a ser el puerto más moderno, la terminal de embarque más moderno del mundo”.
Por Emilia Delfino-elDiarioAr