El gobierno de Netanyahu había priorizado la salida de europeos y estadounidenses, lo que irritó al gobierno de Lula, pero también hubo otros roces diplomáticos. El grupo de brasileños, entre los que hay ancianos y niños, recién ayer pudo salir de Palestina y llegar a Egipto, desde donde este domingo volarán de regreso.
Después de un “largo” mes, el grupo de 34 brasileños que se encontraban en el sur de Gaza recibió autorización de Israel para salir de Palestina y atravesar la frontera con Egipto, desde donde serán repatriados este domingo en un avión de la presidencia de Brasil.
Tel Aviv dio prioridad a la evacuación de americanos y europeos, y retrasó la partida de los ciudadanos de Brasil; y esa fue una de las causas que provocaron desavenencias “indeseadas” entre el gobierno de Lula da Silva y el comandado por el premier Benjamín Netanyahu.
Las 34 personas de esa comunidad, entre quienes se encuentran ancianos y niños, incluido un bebé de meses, fueron llevados en ómnibus hasta el puesto limítrofe de Rafah, la única vía de escape para los extranjeros que se hallan en la Franja. La diplomacia de Itamaraty no ocultó la irritación que le causó el “escaso cuidado” de los israelíes con los ciudadanos sudamericanos. No son pocos los que piensan que esa tardanza en dar el permiso de evacuación tuvo que ver con la iniciativa de la diplomacia brasileña que, poco después de la invasión de Hamas al territorio israelí el 7 de octubre último, presentó en las Naciones Unidas una propuesta de cese del fuego.
A pesar de ser un proyecto de resolución que contemplaba las demandas judías, al condenar esos ataques a los kibutz como un crimen “de lesa humanidad”, el premier Netanyahu consideró que era insuficiente la declaración y contó con el veto de Estados Unidos.
De allí en adelante, nada fue igual entre ambas naciones; pero el distanciamiento empeoró con afirmaciones del primer ministro como también del embajador de Israel en Brasilia, Daniel Zonshine. Lo que profundizó las divergencias fue una declaración del gobierno israelí que, el martes último, llegó a decir que gracias al Mossad la Policía Federal brasileña había logrado identificar la presencia de “terroristas” de Hezbollah en su país, en lo que se denominó “operación Trapiche”. En efecto, las fuerzas policiales habrían detectado la presencia en San Pablo de presuntos “radicales” que buscaban atacar a personalidades judías y a sinagogas. En las palabras del embajador Zonshine, Hezbollah consiguió planificar esas acciones gracias a que contaba con respaldo dentro del territorio brasileño. “Si eligieron Brasil es porque hay gente que los ayuda” sostuvo.
Eso provocó una reacción inmediata tanto de la PF como del ministro de Justicia Flavio Dino. Para la institución policial “esa clase de manifestaciones violan las buenas prácticas de cooperación internacional y pueden traer perjuicios a futuras acciones combinadas”. El episodio de los roces, empeoró luego que un tercer hecho se vino a sumar el miércoles último: el diplomático de Israel fue al Parlamento brasileño a mostrar escenas de los asesinatos cometidos por Hamas a principios de octubre. En sí, no fue esto la causa cenral de los enormes recelos brasileños: ocurre que en ese encuentro del diplomático con diputados y senadores estaba presente, como invitado, el ex presidente Jair Bolsonaro, enemigo feroz de Lula y el el hombre que llevó las relaciones de Brasil con Israel al punto más elevado.
Amorim: “Esto nos hace recordar la palabra genocidio”
El ex canciller Celso Amorim y asesor en asuntos internacionales de Lula, quien ayer estaba en París en una Conferencia para la Ayuda Humanitaria (de la ONU), respondió con un contraataque. Dijo que la muerte de miles de niños y adolescentes palestinos en Gaza, debido a los permanentes bombardeos israelíes sobre la región “inevitablemente nos hace recordar a la palabra genocidio”. De hecho, se estima que la ofensiva terrestre de Israel contra Gaza produjo ya la muerte violenta de 10.000 palestinos. Y en el conjunto de esa masacre adquiere relevancia el asesinato de 3000 niños árabes.
Al Lula y sus ministros no se les pasó por alto la seguidilla de hechos, inclusive por la frecuencia que tuvieron en el corto lapso de una semana. Desde luego, la embajada de Israel buscó desentenderse de la presencia de Bolsonaro en la sala del Congreso donde Zonshine se reunía con parlamentarios de la oposición. “No era de nuestro conocimiento” que estaría presente el ex mandatario.
Por Eleonora Gosman-Perfil