Turquía tiene una nueva cita con las urnas este 28 de mayo. Se trata de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que enfrentan al actual mandatario, Recep Tayyip Erdogan, y al líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu. Ambos candidatos tendrán un nuevo cara a cara después de unos primeros comicios reñidos y cargados de acusaciones desde ambos bandos. La economía y la reconstrucción tras los devastadores terremotos son los principales temas en la agenda.
En Turquía, la confirmación de los resultados se prolongó hasta el día siguiente. Después de la larga espera, se conoció que el actual presidente Recep Tayyip Erdogan y el líder opositor, Kemal Kiliçdaroglu, se enfrentarían en una nueva cita electoral el 28 de mayo.
Para el actual mandatario, una novedad. En sus anteriores elecciones presidenciales, Erdogan había conseguido más de la mitad de los votos. Unos resultados que lo habían eximido de una segunda vuelta. Esta vez, el presidente obtuvo 49,51% de los votos.
En cambio, el segundo puesto para Kiliçdaroglu, con 44,88% de los sufragios, abre una esperanza para la oposición de sacar a Erdogan del poder después de dos décadas de mandato. El político ha dirigido y personificado una alianza de varias bancadas detractoras del presidente.
Sin embargo, el objetivo de la alianza es complejo en este balotaje. El excandidato Sinan Ogan, que quedó en tercer lugar con el 5,2% de los sufragios, anunció que apoyará en la reelección al actual presidente. Si bien el ultranacionalista había logrado obtener el apoyo de muchos ciudadanos que se oponían a varias medidas del presidente, el político justificó su respaldo bajo el argumento de brindarle estabilidad al país.
Así, no es tan clara una victoria para el candidato de la oposición. Varios analistas, como Susana Magana, ven que la balanza está inclinada hacia Erdogan.
“Creo que ya vemos una victoria casi cantada de quien lleva ya dos décadas en el poder. Se esperaría que él consiga los casi tres millones de votos que obtuvo Sinan Ogan y que los seguidores de él secunden el pedido de votar a favor de la alianza que representa Erdogan”, aseguró para France 24.
Sin embargo, los turcos tendrán la última palabra este domingo. En esta nueva cita, hay unos 60 millones de votantes habilitados. Ese día, quien obtenga la mayor cantidad de los votos será el presidente del país durante los próximos cinco años.
Erdogan, el rostro conocido que se aferra al poder
Son generaciones enteras las que han visto solo un rostro en el poder en Turquía. Erdogan ha llevado las riendas del país en las últimas dos décadas. En un principio, como primer ministro. Después, como presidente. Victorias a las que llegó tras una serie de medidas que concentraron el poder en dicha figura y que han sido catalogadas de autoritarias.
Erdogan, de 69 años, es el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Su enorme popularidad se debe, en gran parte, a una bonanza económica que tocó al país durante los primeros años de mandato. El líder impulsó múltiples proyectos de infraestructura y logró una relativa estabilidad financiera.
Durante sus años en el poder ha forjado una imagen de líder carismático y poderoso. Se ha ganado el apoyo de buena parte de la sociedad más conservadora del país, en parte, por sus medidas restrictivas a los derechos de la comunidad LGBTIQ+. También por mostrarse como un gran defensor del islam, en un país de amplia mayoría musulmana.
Su Gobierno ha sido acusado de usar leyes antiterroristas para detener y procesar a activistas, periodistas y políticos opositores. Además, la conexión establecida por Erdogan entre la religión y la política, en un país determinado como laico, ha derivado en la marginalización de muchos de los que critican sus políticas.
La imagen de Erdogan sigue siendo fuertemente respaldada en Turquía. Sin embargo, su gestión de los terremotos de febrero y el debilitamiento de la economía del país han contribuido en ponerlo en una posición más frágil en estos nuevos comicios.
Kiliçdaroglu, el opositor conciliador
Su liderazgo logró darle forma a una coalición opositora como pocas antes vistas en Turquía desde que Erdogan llegó al poder. Es el líder del Partido Republicano del Pueblo y representa a la denominada Alianza Nacional.
El candidato de 74 años es un burócrata de la región de Anatolia y proviene de una familia aleví, una minoría étnica y religiosa en Turquía. Tiene formación en economía y finanzas y ha ocupado diversos cargos en el sector público.
Kiliçdaroglu se ha abierto campo en la política turca como un férreo detractor de Erdogan. Y también de su bancada. Ha sido un crítico del AKP, denunciando presuntos casos de corrupción por parte del partido gobernante.
En su recorrido político ha sido víctima de ataques físicos y amenazas de grupos como la milicia kurda PKK y el Estado Islámico (ISIS).
Su carácter le ha valido el apodo de ‘tío democrático’ o incluso ‘Gandhi-Kemal’. Ha intentado mostrarse como una figura pacificadora y conciliadora. Así, ha buscado acercarse a diferentes sectores políticos y religiosos, incluso adoptando un tono moderado hacia los musulmanes conservadores y las minorías kurdas.
A pesar de que ha sido su marca diferenciadora, algunos ven esas características como una debilidad para hacerle frente a un liderazgo tan radicalmente diferente como el de Erdogan.
Kiliçdaroglu ha buscado hacerse con dos puntos en los que Erdogan parece tambalear: la economía y el sistema democrático. Aboga por restaurar la democracia parlamentaria, reducir impuestos e impulsar implementar políticas económicas ortodoxas.
Unas elecciones marcadas por la crisis económica y la reconstrucción tras los terremotos
Si la infraestructura y la economía fueron dos elementos decisivos en la popularidad de Erdogan, ahora, después de los terremotos que sacudieron al país, ponen a tambalear su liderazgo. El sismo produjo cerca de 50.000 víctimas mortales y dejó a miles de personas desplazadas.
Entonces, el mandatario reconoció su magnitud y prometió una reconstrucción. Pero sus detractores le atribuyen una gran responsabilidad de las consecuencias del sismo debido al manejo de la crisis y la baja calidad de las construcciones. Lo acusan, además, de una larga trama de corrupción en el desarrollo de dichas estructuras.
Se estima que más de 214.000 edificios en 11 provincias quedaron destruidos y los costos de reconstrucción ya han superado los 100.000 millones de dólares, según estimaciones del Banco Mundial, la ONU, la Unión Europea y el Gobierno turco. Los dos candidatos apuntan a ser el líder ideal para reconstruir a Turquía de una de sus peores tragedias.
En paralelo, el panorama económico está lejos de ser favorable. La moneda turca se encuentra devaluada en un 30% y la inflación interanual en Turquía llegó a alcanzar el 85% durante 2022.
Sus críticos le atribuyen la responsabilidad de la situación económica del país a su política monetaria. En parte por la disminución de los tipos de interés en nueve ocasiones, pasando del 19% en 2021 al 8% en la actualidad.
Aunque los números no favorecen a Erdogan en el papel, como tampoco lo hacían las predicciones de las encuestas —que daban a su oponente como ganador—, el actual mandatario sigue desafiando las estadísticas.
¿Logrará unirse la oposición?, ¿optarán los turcos por el cambio o el continuismo? En las urnas se definirá el nuevo rumbo de la nación, aquejada por los devastadores terremotos del 6 de febrero.
Por Manuela Cano-France24 con AP, AFP, Reuters y medios locales