Abigail se introdujo en el ambiente por recomendación de una compañera de la facultad. Tras animarse a vivir su primera experiencia conoció a Matías, con quien se casó en noviembre de 2023.
Abigail Navarro Correas tiene 25 años y conoció el mundo swinger a los 21. Fue una compañera de la facultad quien le contó que con su novio pertenecían a un club, relato que despertó su curiosidad.
“Hacía un tiempo que cuestionaba mi sexualidad. Me sentía atraída por chicas, sin dejar de sentir la atracción por los chicos. No era una chica muy activa, entonces el mismo día que me lo contó llegué a mi casa, me bañé, me vestí y fui al club”, contó Abigail a TN.
La joven está en pareja desde 2021 con Matías Díaz (48), a quien descubrió dentro del ambiente. Ambos estaban solteros y desde esa noche jamás dejaron de verse.
“De la pareja soy la más mandada, me encanta ver a Mati con otras mujeres y admiro la belleza femenina.También como Mati juega ese juego de seducción. En realidad ambos participamos de ese juego. Disfrutamos de vernos disfrutar y creo que eso es lo importante en la pareja”, indicó.
Para Abigail, que se casó con Matías en noviembre de 2023, el límite siempre esta en la parte donde se termina el respeto, el buen gusto y el buen trato. “En esos momentos ninguno de los dos nos sentimos cómodos, por eso es importante marcar que los encuentros son consensuados entre adultos y que se elige con quién, para desmitificar eso del ‘todos contra todos’”.
La joven también aclaró que no se trata de discriminar dentro del mundo libre, dado que “en el acto de elegir es donde radica la libertad”.
“No creo que cambie mucho la vida de una pareja swinger a una tradicional: nosotros charlamos de todo, desde política hasta de sexo mismo, tenemos los mismos problemas que los demás, nos cuesta pagar la luz o el alquiler y también nos preocupa el aumento de la nafta. Mati a veces dice en broma que somos casi personas”, contó Abigail.
Dentro de la práctica swinger, la joven se animó a elaborar un listado de 7 mandamientos que son parte de la “biblia” que profesan. Mandamientos traducidos en comportamientos y códigos que sirven justamente para marcar los límites y que las experiencias sean felices.
1. El respeto. El no es no. Eso es primordial e innegociable.
2. Practicar sexo seguro siempre, es decir utilizando los medios de profilaxis que tenemos a mano.
3. Tener bien claro que en el mundo swinger no existe ningún intercambio monetario ni negociación por dinero. Eso se lo dejamos al trabajo sexual.
4. La higiene también es un punto que entra dentro de los códigos. En un encuentro o fiesta es imprescindible estar en perfectas condiciones de aseo y con un rico aroma también.
5. Nunca intentar contactar al sexo opuesto de la otra pareja con ningún tipo de intención. Siempre que se plantea algo lo recomendable es hacerlo entre los participantes de las parejas, nunca ese jueguito de ir por atrás. Eso puede exponerte entre todas las parejas de la comunidad hasta quedar excluido totalmente.
6. Siempre proteger la privacidad y el anonimato de las personas. Nadie necesita decir con quién y cuándo estuvo.
7. Siempre cuidamos que nadie esté en condiciones de alcoholismo o drogas en un encuentro o fiesta. Es importante estar claros y lúcidos para entender y respetar los límites que puedan surgir de la otra pareja.
“También existen palabras que permiten salir de una situación o simplemente se utilizan para irse de un encuentro donde una persona no se sintió atraída por nadie por ejemplo”, contó Abigail.
Y continuó: “Hay palabras que usamos para describir prácticas generalmente. Por ejemplo ‘vainilla’, que es la persona que practica un sexo convencional con su pareja. Después ‘soft’ es el intercambio entre dos parejas sin que haya penetración”.
“‘Bliss’ es la práctica donde se encuentran dos parejas y las que mantienen una relación sexual son las mujeres mientras los hombres miran. ‘Gangbang’ es la práctica en la que la mujer de la pareja encuentra placer en tener relaciones con tres o más participantes. ‘Grupal’, encuentro consensuado de varias parejas que se juntan en un lugar específico para relacionarse entre todos. Y por último ‘chimba’, que es una expresión que impusimos hace unos años -casi jugando- para señalar la práctica en sí y el lugar donde se dará. Por ejemplo: ‘¿Hay chimba esta noche?’”, completó Abigail.
Por Mauricio Luna-TN