A primera hora de este viernes 15 de septiembre, miles de empleados de tres plantas de montaje de vehículos: General Motors en Misuri, Ford en Michigan y Stellantis en Ohio entraron en huelga. La protesta inició luego de que venciera el plazo fijado por el sindicato United Auto Workers (UAW) para la firma de un nuevo convenio colectivo, que incluye un aumento salarial del 40%. Es la primera vez que las tres principales empresas del sector automotriz de Estados Unidos sostienen un paro al mismo tiempo.
Histórica huelga del sector automotriz en Estados Unidos, uno de los pilares económicos del país.
Alrededor de 13.000 trabajadores dejaron de fabricar vehículos después de que los contratos de cuatro años expiraran a las 11:59 p.m. del jueves 14 de septiembre y no lograran un nuevo convenio colectivo, en medio de enormes brechas entre las demandas sindicales y las disposiciones de concesión por parte de los gigantes de la industria.
Las negociaciones iniciaron el pasado julio y a la media noche expiró el plazo fijado por los empleados para un acuerdo, por lo que la huelga inició de inmediato en plantas de ensamblaje de los llamados Tres Grandes de Detroit: General Motors en Misuri, Ford en Michigan y Stellantis en Ohio.
Centenares de trabajadores se situaron con pancartas frente a las fábricas para manifestarse.
“Por primera vez en la historia, declararemos huelgas al mismo tiempo en las tres (compañías). Estamos usando una nueva estrategia, la huelga selectiva”, declaró el presidente del sindicato United Auto Workers (UAW), Shawn Fein, poco antes de vencer el ultimátum.
Las huelgas frenan la producción de las camionetas Ford Bronco, Jeep Wrangler, Chevrolet Colorado y otros modelos populares.
¿Cuáles son las demandas de los trabajadores?
El sindicato United Auto Workers (UAW), que en total agrupa a 150.000 empleados, exige aumento de salarios del 40% en cuatro años, que, asegura, estaría en concordancia con el incremento de ese mismo porcentaje en la remuneración de los directivos de General Motors, Ford y Stellantis.
UAW empezó las negociaciones exigiendo una subida inmediata del 20% y cuatro aumentos adicionales del 5% cada uno durante la vigencia del contrato.
Pero las ofertas fueron muy inferiores a lo requerido. General Motors y Ford ofrecieron el 20% y Stellantis, antes Fiat Chrysler, el 17,5%.
Además de los incrementos salariales generales, el sindicato busca restablecer los aumentos salariales por costo de vida, terminar con los distintos niveles de pagos para los empleos en las fábricas, la restauración de los tradicionales beneficios definidos de pensiones para nuevos empleados, aumentos de pensiones para jubilados y otros elementos.
A partir de 2007, los trabajadores renunciaron a los aumentos por costo de vida y a las pensiones de beneficios definidos para los nuevos trabajadores. Los niveles salariales se crearon cuando la UAW intentó ayudar a las empresas a evitar problemas financieros antes y durante la Gran Recesión. Aun así, solo Ford evitó la protección por quiebra financiada por el Gobierno.
Muchos aseguran que es hora de recuperar las concesiones, ya que las compañías están obteniendo enormes ganancias y los directores ejecutivos están ganando millones.
Asimismo, los empleados exigen el fin de las horas extras obligatorias, debido a que el anterior contrato estaban obligados a laborar siete días seguidos a la semana, durante meses.
También piden que se acabe o se limite la modalidad de trabajadores temporales, debido a que esas personas cobran aproximadamente la mitad del salario de un empleado fijo.
En la actualidad, los empleados de las plantas de ensamblaje de mayor escala ganan alrededor de 32 dólares por hora, además de grandes cheques anuales de participación en las ganancias. Según Ford, el salario anual promedio, incluidas las horas extras y las bonificaciones, fue de 78.000 dólares en 2022.
Las empresas, por su parte, sostienen que se trata de costosos acuerdos que las obligarían a aumentar los precios de los vehículos. Sin embargo, el presidente del sindicato desestimó ese argumento, al indicar que la mano de obra representa solo entre el 4% y el 5% de los costos de los vehículos y que las compañías están recaudando miles de millones de dólares, por lo que pueden permitirse los incrementos.
“Podrían duplicar nuestros aumentos y no aumentar los precios de los automóviles y aun así obtener millones de dólares en ganancias (…) Nosotros no somos el problema. La avaricia corporativa es el problema”, afirmó Fain.
El director ejecutivo de Ford, Jim Farley, defendió que si ese fabricante hubiera aceptado las demandas del sindicato, habría perdido 15.000 millones de dólares durante la última década y habría quebrado.
Esta huelga difiere de protestas anteriores. En lugar de intentar persuadir a una empresa, el sindicato apunta a los tres mayores fabricantes. Si bien no todos los cerca de 150.000 miembros del UAW están en paro, Fain señaló que más plantas se podrían unir al paro si las empresas no hacen mejores ofertas.
“Me gusta el trabajo. Es solo que merecemos más”, señaló Britney Johnson, que ha trabajado para Ford por tres años y medio y aún no ha alcanzado los salarios sindicales más altos, tras indicar que “el costo de la vida aumenta”.
Una huelga con implicaciones políticas
La protesta tiene lugar en momentos en que la Administración del presidente Joe Biden invierte miles de millones de dólares en subsidios federales para expandir las ventas de vehículos eléctricos.
Pero la fabricación de ese tipo de autos no es bien vista por el sindicato, ya que su producción requiere de menos empleos.
Ante este escenario, el paro en el sector automotriz se ha convertido también en un asunto con implicaciones políticas. De hecho, la agencia estadounidense de noticias AP resalta que UAW no ha respaldado las aspiraciones a la reelección del mandatario demócrata.
Para algunos expertos, citados por Reuters, cualquier acuerdo podría ser costoso y obstaculizar la inversión de los fabricantes de automóviles en vehículos eléctricos.
Las huelgas probablemente marcarán el futuro del sindicato y de la industria automotriz de Estados Unidos, justo cuando las empresas de esta industria en el país enfrentan una transición histórica de la construcción de automóviles de combustión interna a la fabricación de vehículos eléctricos.
En caso de que la protesta se extienda por mucho tiempo, los concesionarios podrían quedarse sin vehículos y los precios podrían subir, impactando a una economía estadounidense que ya está bajo presión por una inflación elevada.
El paro podría incluso ser un factor en las elecciones presidenciales del próximo año, poniendo a prueba la orgullosa afirmación de Joe Biden de ser el presidente más favorable para los sindicatos en la historia de la primera potencia.
Por Yurany Arciniegas-France24 con Reuters, AP y medios locales