En tiempos de cambio climático, las plantaciones de eucalipto en Brasil se consideran verdaderas esponjas de CO2, pero sus raíces secan de agua los suelos.
Para Valmir Soares de Macedo, director del Centro de Agricultura Alternativa (CAV) Vicente Nica del municipio de Turmalina, en el estado brasileño de Minas Gerais, las plantaciones de eucaliptos no son nada respetuosas con el medio ambiente. “Las raíces de los árboles succionan el agua”, lamenta. “Los suelos y aguas freáticas se secan”, añade.
El centro ayuda a pequeños agricultores de la región con asesoramiento sobre métodos agrícolas y la construcción de cisternas y plantas de biogás. Cuenta con el apoyo, entre otros, de la organización católica de ayuda MISEREOR de Aquisgrán.
Demasiados eucaliptos
Para el alcalde de Turmalina, Warlen Francisco, la expansión de las plantaciones de eucaliptos no es motivo de alegría: “De 481 manantiales de agua alrededor de Turmalina y tras 40 años de plantar eucaliptos, solo 40 llevan agua”.
Según un estudio del Centro de Agricultura de la Universidad de Minas Gerais en Belo Horizonte (UFMG), el nivel del agua freática se redujo en la región en 4,5 metros en los últimos 45 años.
¿Más carbón vegetal, más protección climática?
Gran parte de los eucaliptos de Brasil se transforman en carbón vegetal para ser luego fundidos en la industria siderúrgica. Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Brasil es el mayor productor de carbón vegetal del mundo, con una producción anual de 6,5 millones de toneladas.
Demás, el país es uno de los mayores productores de acero y de minerales ferrosos. El 70 por ciento de la producción de acero está ubicada en Minas Gerais.
Más hornos, más capacidad
Ezio Santos, director de la unidad de producción de Aperam en Palmeiras, cerca de Turmalina, hace todo lo posible para aumentar la producción de carbón vegetal en las plantaciones de la empresa.
Las grúas conducen la carga de eucaliptos hasta los hornos más cercanos, donde introducen los largos y estrechos troncos de los árboles. En total, 55 hornos, de cuatro metros de ancho y 26 metros de largo, se llenan con leña las 24 horas del día. Se necesitan cuatro horas para cargar un horno y dos horas y media para descargarlo. El proceso de enfriamiento del carbón recién salido del horno dura de diez a doce días.
El proceso de carbonización en el horno dura más de 100 horas. “Se trata de utilizar la menor cantidad de oxígeno posible, lo que favorece la carbonización”, dice Santos. De lo contrario, la madera simplemente se quemaría.
Pronto se cuadruplicará la capacidad de los gigantescos hornos: tendrán 16 metros de ancho en lugar de cuatro. La empresa Aperam, una de las mayores productoras de carbón vegetal de Brasil, ya solicitó una patente para los nuevos megahornos y quiere posicionarse como líder tecnológico.
Aperam, con casi 10.000 trabajadores, es uno de los mayores productores de acero inoxidable del mundo.
FSC certifica la gestión forestal sostenible
Aperam es pionero en lo que respecta a la protección del clima. “El carbón vegetal es mejor que los combustibles fósiles. No sólo lo quemamos, sino que cada año plantamos nuevos árboles que han retenido ocho millones de toneladas de CO2”, afirma el ingeniero de Aperam Benone Magalhaes Braga.
“También utilizamos la optimización genética para garantizar que nuestras plantas de eucalipto crezcan más rápido y utilicen menos herbicidas y agua”, añadió.
Desde 2020, el sistema de certificación internacional “Forest Stewardship Council” (FSC) certifica la gestión forestal sostenible de la empresa Aperam Bioenergie en sus 126.000 hectáreas de tierras cultivadas en la región. El sello de calidad es válido hasta 2025.
Impulso económico de la ONU
Con el objetivo de producir carbón vegetal “verde” y acero “verde”, Aperam es tendencia.
El Proyecto para la producción sostenible y renovable de carbón vegetal a partir de biomasa para la industria del mineral de hierro y del acero en Brasil fue financiado con 43 millones de dólares entre 2014 y 2021 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUD), donantes privados y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM).
El mecanismo GEF, fundado en 1992 tras la Conferencia Ambiental de la ONU en Río, es una asociación de fondos internacionales que financia proyectos de protección del clima en países en desarrollo y emergentes.
El informe final de febrero de 2022 llega a una conclusión positiva: “El resultado más importante fue el desarrollo de una tecnología con bajas emisiones de gases de efecto invernadero para la producción sostenible de carbón vegetal”.
¿Hay alternativas?
Los auditores, por su parte, intentan resolver la contradicción entre el carbón “verde” y los problemas medioambientales en la región.
La conclusión es que “incluso un proyecto en el que se talan árboles y se emiten gases de efecto invernadero, puede mitigar el cambio climático. Hay que tener en cuenta cuál habría sido la alternativa, es decir, el uso de combustibles fósiles como el carbón”.
Así que la victoria del carbón vegetal “verde” parece imparable, pero la escasez de agua y la reducción del nivel freático no solo preocupan a la población, sino también a la empresa Aperam, que anunció querer reducir su consumo de agua en un 40 por ciento para 2030 en comparación con 2015.
Para el sindicalista agrícola Heli de Souza Nunes, el futuro de los pequeños agricultores de la región depende principalmente del clima. La incertidumbre económica seguirá obligando a muchos pequeños agricultores a darse por vencidos. “Si alguien ofrece un poco más de dinero por la propiedad, muchos están dispuestos a venderla”, afirma. Su previsión: el cultivo de eucalipto seguirá creciendo.
El reportaje tuvo lugar en un viaje de prensa con la organización católica de cooperación Misereor.
Por Astrid Prange De Oliveira-DW