Diez hermanas de las 16 del convento de Beloredo, cerca de Burgos en el norte de España, no solo habían desconocido la autoridad del Pontífice, sino que cuestionaban el “caos doctrinal y las contradicciones”, señalando “el Vaticano es una farsa”. Intentaron convencerlas, no hubo caso, y fueron excomulgadas.
Famoso por los dulces que se cocinan en sus paredes del siglo XV, el Convento de Belorado, cerca de Burgos en el norte de España, fue noticia en las últimas semanas por el “intento de cisma” que llevaron adelante 10 hermanas clarisas, firmantes de un duro “manifiesto” en el que no solo desconocían la autoridad del Papa Francisco, sino que decían el “Vaticano es una farsa”, cuestionando además cuestionaban el “caos doctrinal y las contradicciones” de la Iglesia actual.
Ante ese planteo, la reacción desde Roma mostró algo de paciencia, hubo intentos de entablar con las “novicias rebeldes” algún tipo de diálogo, pero las religiosas no cedieron, incluso están intentando comprar otro convento no muy lejos para seguir allí con su movimiento (dicen responder a la autoridad de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un sacerdote excomulgado), hasta que finalmente este sábado se anunció la arquidiócesis de Burgos dijo haber “comunicado el decreto de declaración de excomunión y la declaración de dimisión (expulsión) ipso facto de la vida consagrada a todas y cada una de las diez hermanas que han incurrido en cisma”.
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, señaló “recibimos una declaración de ‘separación voluntaria’ de todas y cada una de ellas, recibida por burofax”, carta certificada que tiene valor de prueba ante la justicia, intentando mostrar que el alejamiento de las religiosas había respondido a sus propios deseos.
“Fueron las mismas hermanas las que han mostrado su decisión, libre y personal, de abandonar la Iglesia católica”, indicó el texto firmado por monseñor Iceta, para cerrar el episodio a nivel eclesiástico.
El pronunciamiento de las hermanas rebeldes había enfrentado desde hace un mes al arzobispo de esta ciudad de Castilla y León, en el norte de España, con las religiosas de Santa Clara de Belorado, pequeña localidad de 1.800 personas situada a unos 50 km de Burgos. El 13 de mayo, esta comunidad de 16 hermanas que reside en el convento de ladrillo del siglo XV causó estupefacción al anunciar que rompía con la Iglesia católica, en un “manifiesto” de 70 páginas acompañado de una carta publicada en redes sociales.
La misiva, firmada por la madre superiora, sor Isabel de la Trinidad, denunciaba la “persecución” de la que sería víctima la comunidad, enfrascada desde hace varios años en un enfrentamiento inmobiliario con su jerarquía. Es que en 2020 las monjas habían llegado a un acuerdo con el vecino obispado de Vitoria para comprar el convento de Orduña, en el País Vasco, pero esa venta finalmente fracasó y las monjas decían que eso había sido porque la transacción “fue bloqueada desde Roma”.
Las monjas de Belorado hablaban en su manifiesto del “caos doctrinal” que les imponía el Vaticano, al que acusaban de incurrir en “contradicciones” con sus “lenguajes dobles y confusos”, al tiempo que afirmaban “no reconocer al papa Francisco” y señalaban estar bajo la autoridad de un sacerdote excomulgado, Pablo de Rojas Sánchez-Franco.
Este religioso, fundador de La Pía Unión de San Pablo Apóstol, dice ser miembro del “sedevacantismo”, una corriente que considera herejes a todos los papas que sucedieron a Pío XII (1939-1958), por lo que estima que actualmente no hay un sumo pontífice válido. Rojas Sánchez-Franco fue excomulgado de la Iglesia católica en 2019 por el arzobispo de Burgos.
Tras ese misiva de las monjas, Iceta fue encargado por el Vaticano para resolver el asunto, hizo primero llamamientos al diálogo, pero ante la negativa de las hermanas, finalmente les pidió que comparecieran ante un tribunal eclesiástico para confirmar su decisión. Las religiosas anunciaron este viernes su “unánime e irreversible posición” de abandonar la Iglesia, y menos de 24 horas después se anunció su excomunión. El cisma del convento de Beloredo había terminado, y queda ver si las hermanas rebeldes consiguen finalmente otro ámbito para seguir adelante con su batalla de fe, ya sin la tutela católica.