Con una lógica política que luce peligrosamente autodestructiva, el Gobierno acentúa su particular proceso de disputas internas. Algunas son expuestas en público. Otras, más sigilosas. Un par, subterráneas. Todas dañinas.
Vayamos a las más evidentes. Con una humorada, Guillermo Francos celebraba esta semana en la cena de Adepa que era “un buen día porque no se fue ningún diputado ni senador del bloque”. Evitó admitir que desde la mesa chica presidencial lo hicieron cargo a él del descontrol. A la inversa de lo que piensa el Jefe de Gabinete. Devolución de gentilezas.
La descomposición legislativa de LLA puede explicarse desde un pecado de origen: la velocidad, fragilidad, oscuridad y desinterés con las que armó sus listas electorales el año pasado, que incluyó denuncias de compras de candidaturas, aunque sin verificación judicial.
Los escándalos legislativos libertarios incluyen, pero exceden el Congreso Nacional, en el que se acumulan expulsiones y particiones de sus bloques. La Legislatura bonaerense ya había dado la primera alerta, después de que casi con el inicio del año detonó su bancada, hoy dividida en dos grupos y varios monobloques.
Los recientes “despidos” de la diputada Lourdes Arrieta y del senador Francisco Paoltroni parecen distintos, pero tienen demasiadas similitudes. Arrieta se sorprende de que la hayan llevado “engañada” a visitar a Astiz y otros represores. Paoltroni se sorprende de que lo quieran obligar a votar el ascenso de Lijo a la Corte. Arrieta señala responsabilidades hacia arriba, como al presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, convertido en delegado de Karina Milei. Paoltroni también levanta el dedo, que apunta hacia Santiago Caputo, el asesor premium y cerebro gris de la administración, integrante del “triángulo de hierro” junto a los hermanos Milei. Lo dijo el propio Presidente.
Aunque lo enojan, Milei interviene en la luchas intestinas más de lo que se sabe
Ambos legisladores sacaron los trapitos al sol. Arrieta, al revelar chats que involucran a otros diputados y autoridades o anteproyectos para liberar genocidas. Paoltroni, al desnudar la injerencia de Caputo. Con ingenuidad, el otro candidato propuesto por el Gobierno para la Corte Suprema, García Mansilla, también lo expuso: “La postulación me la ofreció Santiago Caputo. No conozco al Presidente”, sostuvo en la audiencia del Senado.
Amén del ultraverticalismo que se les pretende imponer con “tienen que hacer lo que Milei ordena”, como explicitó el diputado provincial y activista digital Agustín Romo –una aspiración de obediencia que nació mucho antes que el anarcocapitalismo–, Arrieta y Paoltroni cayeron además, en un juego mayor de disputas.
Arrieta va contra Menem, que es ir contra Karina. Contra ellos viene yendo también Mauricio Macri, uno que no es propio, pero casi. En los encuentros semanales con Milei, el expresidente le insiste sobre su entorno, en particular Caputo, y ya que sería poco educado criticarle en la cara a la hermanísima (lo hizo en los medios), defenestra al riojano jefe de los diputados. Y ofrece sustituto, Cristian Ritondo, a quien el jefe de Estado recibió el viernes con otros legisladores dialoguistas. ¿Interbloque para ayudar a Menem o para reducirlo?
En socorro de Menem acudió Lilia Lemoine, quien sólo se guarda cuando la Secretaria General de la Presidencia se lo pide. Afilada, Lemoine cambia convenientemente el destino de la factura por la visita a los represores y lo posa en Victoria Villarruel. La vice, se cose la boca sobre la cuestión, pero resulta funcional a la sospecha cuando en el homenaje de esta semana a las víctimas de la guerrilla augura que “reabriremos las causas” contra Montoneros y ERP. Lemoine le clava: “¿A Patricia Bullrich también?”.
En otro capítulo de vínculos rotos, todo el Gobierno le soltó la mano en público a Villarruel en este tema, con el argumento de que no forma parte de la agenda oficial. Algún respaldo tuvo, como el de Paoltroni, que la aplaudió a rabiar en el homenaje de marras.
La expulsión del senador formoseño de LLA también la tuvo de protagonista. Los seis miembros del bloque le enviaron una nota a la vice para que procediera a su separación. A través de allegados, ella dejó trascender que rechazaría ese pedido porque estaba fuera de sus atribuciones, lo que es cierto.
Cuando en los medios trascendió esa negativa de Villarruel, empezaron a bramar en su contra desde la Casa Rosada y la jauría digital oficialista. La vicepresidenta se vio obligada a un posteo mileista: por primera vez habló de periodismo “pautero y amarillo”.
Funcionarios al tanto de la nula relación entre el Poder Ejecutivo y la presidenta del Senado plantean ciertas dudas enlazadas a que la nota del bloque libertario se trate de un desconocimiento de los reglamentos. Se interrogan si en realidad la búsqueda era lo que se consiguió: poner la lupa en la reacción de Villarruel sobre su aliado Paoltroni.
Curiosamente, justo cuando el senador develaba el poder de Caputo, desde la cuenta en X que se le atribuye en Balcarce 50 al asesor premium, se le advertía que mejor no tuviera “ni una multa de tránsito”. Algo bastante más complicado le endilgó Macri en su última tenida con Milei: que por orden suya, abogados que dijeron representar a la SIDE se apersonaron en Comodoro Py a hurgar en causas por espionaje ilegal en la era macrista.
Sin ninguna comunicación oficial, en el PRO se dejó trascender que el jefe de los servicios de inteligencia puesto allí por Caputo, el técnico mecánico Sergio Neiffert, se disculpó y echó a dos funcionarios merodeadores de juzgados. En el Gobierno se filtró una desmentida a esa versión y la explicación de que la nueva conducción del espionaje está en un proceso de revisión de todos los expedientes judiciales en los que hay personal propio involucrado. ¿Continuará el “monitoreo”? ¿Serán parte de ese operativo conocidos letrados que volvieron a transitar los pasillos de los tribunales federales de Retiro tras mucho tiempo?
Menos preguntas al respecto se hace Sandra Pettovello. La ministra de Capital Humano logró correrse del foco de atención de hace unas semanas, en los que le atribuía a Santiago Caputo estar detrás de movimientos de demolición. Máxime cuando se enteró que el asesor había recibido en la Rosada al dirigente Joaquín De la Torre, hermano del cesanteado y denunciado exsecretario de Niñez.
La funcionaria habría conseguido una tregua en las desconfianzas con Caputo. Eso posibilitó que muchos que cobraban en su ministerio a través de los descontrolados contratos de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), ahora lo hagan vía los gastos reservados de la SIDE. Transparencia en pausa.
Igual, Pettovello evita relajarse y suele mantener la costumbre de cambiar seguido de teléfono celular, convencida de que Caputo la espía. Acaso esto también explique que haya eliminado la intranet en el ministerio, tras detectar fugas informativas de expedientes sensibles.
Aunque lo enojan, el Presidente interviene en estas luchas intestinas más de lo que se sabe. Hasta ahora con escaso éxito: las trifulcas, purgas y paranoias avanzan, incluso en el propio Milei, quien busca detectar quiénes facilitaron a la prensa el detalle de las facturaciones truchas que emitió al Grupo Bapro en la campaña presidencial Scioli 2015, cuando integraba una fundación que lo apoyaba. Hay caza de brujas en la AFIP.
Por Javier Calvo-Perfil