El exministro del Interior aseguró que la Argentina necesita encontrar consensos para salir de la crisis y que para eso deben terminarse aquellas propuestas que representan extremos que obstruyen el diálogo.
Federico Storani, exdiputado nacional, afirmó ser “completamente contrario” a la grieta. “Hay que encontrar políticas de Estado que puedan trascender en el tiempo, y para eso tiene que haber diálogo dentro del pluralismo, la convivencia y la tolerancia”, afirmó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
Estamos comenzando un año electoral en el que todos los días hablamos de conversaciones espiadas, chats obtenidos ilegalmente e información fuerte que no terminamos de saber si es verídica. ¿Cómo ve los enfrentamientos que están ocurriendo entre el Poder Ejecutivo y el Judicial?
Por supuesto que hay que darle toda la trascendencia que tienen a los chats, pero también verificar su verosimilitud, porque se trata de algo sumamente importante. Desde mi punto de vista, puede ser parte de una guerra anticipada de los propios servicios para ver quién va a ser el que finalmente controle el futuro sector de seguridad en el próximo gobierno.
También puede haber torpezas, con ribetes de escándalos manifiestos y no negados, como la reunión de Lago Escondido, donde existe un clarísimo conflicto de intereses y una promiscuidad inadmisible para un sistema democrático.
¿El Poder Judicial queda deslegitimado con todo esto?
Está fuertemente cuestionado, yo no diría deslegitimado en su conjunto. Hay que hacer un esfuerzo por tratar de rescatar a los que trabajan bien de los que no lo hacen y no tienen ningún pudor.
Si nos referimos al encuentro en Lago Escondido, encontramos jueces que también buscan la manera de encubrir ese encuentro. Eso, trasladado a la sociedad, produce un fuerte desprestigio, que lleva a la deslegitimación. En algunos ámbitos, podría decirse que se está deslegitimando el Poder Judicial, algo sumamente grave en un sistema democrático.
¿Cree que hay algún candidato que pueda expresar una salida de la grieta?
Hay que buscarlo, es una necesidad. Soy absolutamente contrario a la grieta, creo que no conduce a nada. En un sistema democrático uno puede mantener sus ideas y convicciones, pero siempre hay que encontrar denominadores comunes que puedan convertirse en políticas de Estado. Más aún en una crisis profunda y prolongada en el tiempo, como la que atraviesa nuestro país.
No existen soluciones mágicas. Hay que encontrar políticas de Estado que puedan trascender en el tiempo, y para eso tiene que haber diálogo dentro del pluralismo, la convivencia y la tolerancia. Con la grieta, eso es imposible, porque se profundiza el discurso de odio y la descalificación. En los extremos va a ser imposible encontrar esos denominadores comunes.
Quienes representan esas expresiones extremas deberían excluirse de la competencia, a los efectos de poder encontrar una línea que permita generar un clima en el que se puedan hallar coincidencias que se conviertan en política de Estado.
¿Macri y Cristina deberían excluirse?
Sí, Mauricio Macri y Cristina Kirchner deberían excluirse. Luego, buscar mecanismos institucionales. Muchas veces he planteado como propuesta la creación del Consejo Político, Económico y Social, pero por ley. El grave error del Gobierno fue haberlo anunciado en la prepandemia y luego no concretarlo.
Por ley, en cambio, está expresada la pluralidad de la representación política en el Parlamento, tendría una mayor legitimidad, y existen antecedentes legislativos de proyectos de estas características. Por lo tanto, los matices podrían ser superados para encontrar un instrumento que tenga una fuerza institucional y un carácter plural que vaya encontrando esos denominadores comunes.
Algo parecido a lo que fue, en su momento, el Diálogo Argentino, que nos permitió superar una crisis muy profunda.
Fernando Meaños (FM): ¿Cree que hay que llegar a ese consenso mediante nuevas instituciones o que tiene que venir por otro lado?
No sería una nueva institución, sino una que ya tiene antecedentes, que tiene que ponerse en marcha por vía de un instrumento que tenga muchísima más fuerza desde el punto de vista institucional y legitimidad desde el punto de vista de su composición.
El Consejo de la Magistratura funcionaba razonablemente bien hasta que se introdujo la modificación del proyecto inspirado por Cristina Kirchner, eso fue un grave error.
Yo integré ese Consejo de la Magistratura y funcionaba. Se lograba realmente que el corazón de esa institución funcionara perfectamente. La reforma estableció una suerte de mayoría automática que generó, en la práctica, un veto automático. Se convirtió en una cuestión de negociaciones entre bambalinas que le quitó la legitimidad al organismo.