Misiones Para Todos

Fernández en su telaraña

Con errores no forzados, el Gobierno hizo del caso de la cerealera una novela de enredos. Tendal de heridos, fuego interno y el doble filo del karma CFK.

El caso Vicentin ilumina como pocos las oportunidades que abre la crisis y los límites que encuentra Alberto Fernández. A puro decisionismo, el Presidente anunció el lunes un proyecto de expropiación y 48 horas después comenzó a desandar el camino inicial. Se mantenga o se deseche en parte la iniciativa de Anabel Fernández Sagasti, aparezcan o no las “alternativas superadoras”, Fernández ya hizo un giro más que elocuente. Convocó tarde a todos los actores interesados que habían quedado al margen de la puesta en escena del lunes: el gobernador Omar Perotti, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, y los dueños de la cerealera que está siendo investigada por un default fraudulento.

Por algún razón que no termina de quedar clara, Fernández salió apurado a presentar un proyecto para un rubro del que no conocía lo suficiente y lo está pagando. Para evitarlo y preservarse, podría haber dejado la presentación en manos de su ministro Matías Kulfas, como, según publicó Letra P, le recomendaban sus empresarios aliados. No sólo activó las protestas en Santa Fe y la histeria del Círculo Rojo y sus satélites, sino que, además, desaprovechó la oportunidad de sumar a todos los interesados en el rescate del que habla. Por empezar, al sojero Perotti y a Basterra, que tiene en su ministerio a técnicos del agrobusiness, como su virtual viceministro, Fernando Echazarreta, un abogado que viene del CEMA y fue subgerente general de la Asociación de Cooperativas Argentinas y vicepresidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. También, a la Federación Agraria y hasta Coninagro, que podrían haber aparecido asociados al Gobierno. O, en otro sentido, a Claudio Lozano, el que más y primero investigó el tema, o al sindicato de Aceiteros, que representa a los damnificados directos por Vicentin; todos, ausentes y sin aviso. Aunque la mayor parte de los puestos de trabajo se mantuvieron en estos meses, no es cierto que no hubo despidos: en la planta de Avellaneda, desde diciembre echaron a 20 obreros y 45 fueron eyectados vía retiro voluntario; 65 sobre un total de 265.

OPORTUNIDAD Y CRISIS. Por esa oportunidad perdida de mostrar de entrada un consenso mayor, en el oficialismo, están los que creen que el Gobierno tiene problemas serios de comunicación, antes que estrategias erradas. Pero, además, el Presidente siguió a Fernández Sagasti y habló tres veces de la importancia de la soberanía alimentaria cuando lo central en el caso de Vicentin no es eso, sino la posibilidad, primero, de acceder a una fuente de divisas directa para un Estado sediento y enfermo crónico de restricción externa y, segundo, de ingresar en el mercado de granos para dejar de ser rehén de la verdad leonina de las cerealeras a la hora de declarar ganancias.

Vicentin iba a camino a la quiebra y los buitres la estaban rondando. La intervención del Estado era y es necesaria. Pero es la crisis la que debe abrir a la oportunidad y no al revés. Un exfuncionario del peronismo que charló con varios de las protagonistas de la historia en las últimas horas dice que la mejor idea puede convertirse en la peor cuando el instrumento es equivocado. Vicentin dejó un tendal de heridos en la zona de Santa Fe sin que quedase claro cómo puede una cerealera entrar en un proceso de quiebra en una potencia alimentaria como la Argentina.

Tienen suerte sus dueños de que la historia de la empresa los excede y el desprestigio generalizado en la provincia no les impida tener adhesión pese a que llevaron a la ruina aparente a la compañía. Incluso ahora buscan que el Estado se haga cargo de los U$S 1.500 millones de deuda que incubaron en alianza con el macrismo. Sin embargo, intentar la expropiación mientras un juez tiene a cargo el concurso puede recibir objeciones judiciales y hasta complicar a YPF, que cotiza en Bolsa de Nueva York, porque YPF Agro es una marca y no una empresa. Hasta el lunes, el profesor de Derecho Penal debe haber considerado eso un tema menor, pero la presencia de Vilma Ibarra en el encuentro con los defaulteadores de Vicentin indica que la presión del Círculo Rojo rindió y ahora se busca evitar nuevos juicios.

CRISTINA COMO CULPABLE. El establishment y el frente social-empresario que quiere un Estado bobo garante de las ganancias privadas y pagador de sus sueldos sin derecho a nada nunca tiene dudas: la culpable del traspié del Presidentes es, por enesima vez, su electora y gran castradora, Cristina Fernández. Con un poder de veto indiscutible y mayoría de acciones en la sociedad de gobierno, la vicepresidenta hoy parece únicamente desvelada por el frente judicial y la saga del espionaje macrista; La Cámpora y sus leales, en cambio, se ocupan de todos los temas. De entrada, AF negó la responsabilidad de su socia en el proyecto de expropiación y lo mismo dicen todos los funcionarios consultados por Letra P. Por eso, eligió a Gabriel Delgado como interventor, un técnico bien considerado por el agronegocio en general y Clarín Rural en particular. Lo mismo que a Nicolás Winschel, el director de YPF AGRO que viene de nueve años en Monsanto, jamás se le pudo detectar ni una gota de chavismo en sangre.

Así como Cristina expropió YPF y la pagó cara -visto el rendimiento del presente y el reciente fallo buitre de Loretta Preska-, también designó a Miguel Galuccio como ceo de la petrolera de mayoría estatal y trajo a Chevron a Vaca Muerta; así como libró una batalla durísima con el campo, salió del conflicto con Julián Domínguez como ministro de Agricultura de consenso y terminó presentando el Programa Agroalimentario 20202 con la Mesa de Enlace en Tecnópolis, datos que las partes beligerantes suelen borrar del pasado.

Dentro del oficialismo hay una discusión no explicitada. Mientras en Olivos repiten que José Luis Manzano traía una “runfla” para quedarse con la empresa, cerca de Sergio Massa responden que Ricardo Echegaray es el cerebro del mal. Definida por sus colaboradores, la tarea del Presidente es sobrevolar esas contradicciones y pararse por encima, pero esta vez no pudo.

“Incluso aliados del albertismo en el mundo de los movimientos sociales piensan que, con el anuncio del lunes, AF resignó el centro, justo su principal activo. “La representación del centro es líquida, no está consolidada”, dicen.

Con su anuncio, Fernández perdió una partida en el póker del trabajoso acercamiento que ensaya con Roberto Lavagna y hasta el bombero Eduardo Duhalde aprovechó para salir a castigarlo como nunca. Pero incluso aliados del albertismo en el mundo de los movimientos sociales piensan que, con el anuncio del lunes, AF resignó el centro, justo su principal activo. “La representación del centro es líquida, no está consolidada, más allá de lo que digan las encuestas. No sirve que sobreactúe su costado progresista. Para eso estamos nosotros, para eso está Cristina”, dicen en una muestra de alto pragmatismo.

Por supuesto, la sociedad de los Fernández sigue en pie. Pero dentro del Frente de Todos hay distintas miradas. Entre los intendentes que reciben llamados de la vicepresidenta y dialogan con el Presidente afirman que ella no se mete y sólo da su opinión. “Se conocen, se consultan y no les conviene la tensión”, afirman. Pero lo ven a Fernández en un juego de equilibrio entre el cristinismo y el establishment. De ser así, lo mejor sería que Alberto no quede mal parado en ese vaivén permanente ni que tenga que retroceder cuando le toca avanzar.

El problema de Fernández con Cristina es serio. Deseada intensamente como rival por el Círculo Rojo, puede opacarlo con un tuit. Quizas el Presidente sea su victima, como le gusta que se diga a los pesados de AEA. Quizás haga ese equilibrio que ven desde el PJ en el conurbano. O tal vez Fernández también se acomode en un sillón en el que puede desligarse de la propia ineficacia para lograr los objetivos que se propone: tercerizar los errores que son propios, la falta de conocimiento o el descuido de sus colaboradores para con la figura presidencial. Tener a CFK como sombra omnipresente que arrastra al Presidente rinde bien en la platea opositora y deja, al mismo tiempo, mal parado a un Fernández que se presenta subordinado. Pero puede que en algún punto de la crisis, también a Alberto le resulte funcional: no importa que se exponga de manera gratuita, la culpa de los operativos fallidos siempre cae afuera.

Por Diego Genoud – Letra P