Según el testimonio de su amiga, Algaba había perdido mucha plata en el negocio de las criptomonedas y en apuestas en casinos, por lo que vivía amenazado y necesitaba protección.
El escalofriante caso del empresario Fernando “Lechuga” Pérez Algaba, quien fue encontrado descuartizado en el partido bonaerense de Lomas de Zamora, sumó un nuevo dato clave a la causa con la declaración de una amiga suya, que aseguró que el hombre le había pedido un arma por “las amenazas y el miedo que tenía”.
Según su testimonio, Algaba había perdido mucha plata en el negocio de las criptomonedas y en apuestas en casinos, por lo que vivía amenazado y necesitaba protección.
Por este motivo, entre febrero y marzo de este año, el empresario pidió de prestado una pistola calibre 9 milímetros. Ese dato fue aportado por Flavia Lorena B, dueña del arma y amiga del empresario asesinado.
Además, en su declaración confirmó que Algaba le había señalado que le debía 300 mil dólares a Gustavo Iglesias, integrante de la barra brava de Boca Juniors, y del que aparecieron audios amenazantes en su celular.
“Yo no te voy a matar, te voy a sacar los ojos y cortar las manos para que no puedas contar más plata”, dice uno de los mensajes de voz que le envió el barrabrava a “Lechuga”.
En su relato, contó que Algaba e Iglesias compraban y vendían autos y que en uno de los negocios, el empresario comenzó a deberle plata.
Al ser consultada sobre cuándo fue la última vez que se vieron, Flavia B. explicó que fue el 8 de julio pasado cuando “Lechuga” le llevó de regalo un reloj. Un día antes había ido a buscar a su perro Cooper ya que ella lo había cuidado mientras él estaba en Miami.
“La relación con las personas a las que les debía dinero era cambiante. Había veces que se trataban bien y otras en las que se gritaban y se insultaban. Haciendo memoria, entre febrero y marzo pasado, cuando Fernando regresó del exterior, fue a visitarme y como soy legítima usuaria de un arma de fuego y en casa tengo una pistola Bersa nueve milímetros, me la pidió prestada. Me dijo que tenía miedo y que quería tener un arma”, señaló.
A pesar del pedido, la mujer se negó y cuando el empresario se fue de su casa ella constató que le había robado la pistola: “Lo llamé y me dijo que era una broma y al día siguiente me la devolvió“.
JD / CP-Perfil