Misiones Para Todos

Florencia Torrente y la intimidad de sus citas virtuales en cuarentena

Muy atareada con proyectos, la hija de Araceli González es una de las voces del Cantando 2020, protagonizó Señorita Julia, una de las primeras obras vía streaming -que vuelve con una nueva función-, y se prepara para el estreno de New York Buenos Aires, un espectáculo online que se podrá ver desde el viernes 18 de septiembre

—Esta cuarentena te toca con la fortuna de tener trabajo.

—Totalmente. No quiero decir que quien no tiene trabajo es porque no lo busca, pero hay que hacer un trabajo personal para que las cosas sucedan. Validando las distancias y las posibilidades de las personas, me podría haber quedado en casa enojándome y poniéndome mal por toda la situación, pero decidí salir, entre comillas, a desafiar mis límites y generar cosas que ni siquiera sabía si podía. Aunque sea, intentándolo. Es un gran momento para indagar en lo que nos pasa. Ahora no nos falta tiempo, nos sobra. Soy sola, vivo en mi casa, tengo mi gata y nada más. Hay personas que tienen familias enteras que no tienen trabajo, que tienen que salir día a día para poder conseguir dinero y alimentar a su familia. Es otra realidad de la que estoy hablando. Algunos pocos, si podemos y si queremos, tenemos la posibilidad de hacer cosas.

—En lo económico, ¿venías con resto, con ahorros, o te agarró en un momento complicado?

—Por suerte venía de (hacer temporada en) Carlos Paz, así que estaba tranquila. Pero sucede que el dinero tampoco es para siempre. Si uno tiene ahorros, pero ese dinero no empieza a fluir y a circular, no es un pozo infinito. Había trabajado muchísimo el año pasado y me agarró en un momento de tranquilidad.

—¿Cómo la estás pasando en el Cantando?

—Bien, soy una privilegiada de estar trabajando en este momento. Poder salir de mi casa e ir a un estudio, que hoy es como mi segundo hogar. El año pasado fue una gran experiencia para mí y LaFlia. Todos los que trabajan ahí son personas muy queridas. Es como vivir en una irrealidad dentro de esta realidad. Poder entrar a un estudio de tele… La primera vez que entré fue: “¡Claro! Esto es lo que me gusta hacer”. Uno reafirma esa situación cuando se vuelve a enfrentar a eso que tanto bien le hace.

—¿Te agarró soltera o noviando?

—Soltera.

—¿Y cómo estás con la soltería?

—Cuando empezó la cuarentena dije: “Chau, me quedo sola para toda la vida”. ¿Cómo alguien se encuentra con alguien en esta situación? Es interesante cómo uno puede conectar con las personas. Yo decía: “¿Cuánto podés hablar por WhatsApp?”.

—¿Hubo cita virtual en cuarentena?

Tuve cita virtual y sigo teniendo. Es algo que se viene sosteniendo.

—¿Cómo son esas citas? ¿Hubo encuentro personalmente?

—No aún. Es raro. Es una persona que conocía, entonces había un poco de relajación. Estaba todo bien, pero en algún punto uno va a tener una cita. Nos tomamos un vino por Zoom, rarísimo, pero es nuestra nueva realidad. ¿Qué hacemos si no es así, de este modo?

—¿Te arreglás para las citas virtuales? ¿Hay una producción como si una fuera a salir?

—En la primera me preparé, pero no me preparé. Te hacés la relajada como: “No sé, estaba así en casa…”. Y de pronto, tuviste un rato largo de preparación. Esa es la verdad: es un casual no tan casual.

—¿Cómo se planifican? ¿Hay un horario de conexión pautado o surge más espontáneamente?

—Había sido de parte de la otra persona. “Che, hagamos esto”. Y dije: “Bueno, me voy a relajar”. Estaba laburando, porque al margen de todo esto estamos trabajando con una amiga escribiendo una serie y viendo en qué plataforma poder proyectarla. Entonces, obviamente, consume mucho tiempo. Lo que tiene la cuarentena es que no hay horario de fin. El trabajo no tiene fin: arrancás y no sabés cuándo puede terminar. Estaba en casa y de pronto me suena el celular: “¿Y? ¿Nos conectamos?”. “¡Ay, Dios! Sí, dame un toque”, dije.

—Era una persona que vos ya conocías, pero sabías que este encuentro era en un tono distinto.

—Sí, claro que sí. Todos lo sabíamos.

—¿No se encontraron personalmente por la cuarentena o por otro motivo? ¿Está en Buenos Aires o en el exterior?

—No, está en Buenos Aires, Argentina. Estoy muy expuesta. Mi mamá me tiene prohibida la entrada: no los veo hace siete millones de años. Extraño mucho a mi familia porque mi mamá no me deja entrar. No me dejan ir a la puerta de su casa a saludarlos de lejos. En ese sentido, como soy muy respetuosa, me parece que hay que cuidarnos, no queda otra. Ya va a llegar el momento y va a estar bien.

—¿Estás contenta? ¿Podríamos decir que estás en un noviazgo virtual?

—Qué fuerte decir “novia virtual”. Estoy muy bien, estoy re contenta por todo, en general. Si bien fue un año de muchas situaciones difíciles y extrañas, también de muchas alegrías en cuanto a lo laboral. Vuelvo con Señorita Julia, la primera experiencia que tuve de streaming. Un desafío muy grande en un momento en que nadie hacía streaming. Pusimos mucha energía, mucho tiempo, mucho trabajo, y que eso funcione te pone en un lugar de decir, porque uno se auto limita muchas veces, que somos capaces de hacer un montón de cosas que ni siquiera sabemos, pero tampoco nos animamos. Ahí está la línea: cómo animarse, ir a por más. Siempre podemos lograr algo más.

—Recién hablábamos del Cantando y pensaba en el lado más complejo del show: es un nivel de exposición alto, y a veces, con peleas fuertes. Vos sos como más buenita, en ese sentido. ¿No te cuesta eso? ¿No te da miedo caer en esa situación?

—No, porque tampoco sé si soy buenita. Soy buena…

—No tenés un perfil de meterte en el quilombo.

—Ah no, eso no. No soy quilombera y no lo voy a ser nunca porque no está en mi forma de expresarme ni de comunicarme. Ante todo buena onda y, si recibo lo contrario, buena onda también. Y si vuelvo a recibir lo contrario, me corro. No voy a entrar nunca en esa energía de agresión y de lastimar al otro porque el que más se perjudica es uno. Si uno saca caca tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para… Es mucha más energía la que uno tiene que producir para sacar algo malo que para sacar algo bueno. Lo entiendo como un juego, es un reality, es un programa en el que suceden esas cosas. Uno se puede enganchar o no. Elijo no depositar ni mi tiempo ni mi energía en eso. Del otro lado puede venir lo que sea, pero de este lado siempre va a salir lo que tiene que ver conmigo.

—Los actores la están pasando mal y es un momento muy difícil y muy particular para Polka. ¿Cómo lo vivís vos como actriz, y habiendo recorrido la productora desde un lugar casi familiar?

—Desde los cimientos de Polka… Es un momento difícil para todos, no solo para los actores, para el mundo. Pero todo tiene que ver con cómo uno se enfrenta a todas estas dificultades. Hay que buscar alternativasTengo amigos arquitectos que se pusieron a hacer pizzas, vender y llevarlas a domicilio. Hay un millón de alternativas. El punto es hasta dónde uno está dispuesto y capacitado a ir. A mí no se me cae ningún anillo: me enseñaron a trabajar. Si es un momento en el que hay que trabajar de lo que se pueda, se trabaja de lo que se puede.

—Tenés tu marca de accesorios, también.

—Tengo una empresa también, Helicia. Cuando sucedió todo esto nos sentábamos todos los días con mi socia, que es como mi hermana, es mi amiga desde los cinco años, a hacer Zoom, que no tenían fin, para pensar qué hacer. Hicimos cursos de metafísica, filosofía, meditaciones, yoga, todo lo que te puedas imaginar. Un día, en un curso nos dijeron: “No hay que ocupar el tiempo en pensar, hay que ocupar el tiempo en hacer y las cosas suceden”. Listo, perfecto, ¡vamos a por eso! No quiere decir que uno no se vaya angustiando y sintiéndose mal porque las cosas no suceden en el momento que uno quiere. Tenés que seguir adelante. Nosotras nos sentamos y dijimos: “No se puede entregar productos, no se puede vender, no se puede nada. ¿Qué hacemos?”. “Armemos una comunidad y tratemos de entretener a esa gente”. Entonces, empezamos a hacer charlas de psicología, metafísica…

—Con lo audiovisual y con Polka, ¿sentís que hay que buscarle una vuelta distinta?

—Todos tenemos que buscar una vuelta distinta. Mi papá ahora vende por Instagram. ¡Nunca en su vida se imaginó vender por Instagram! Se lo manejo yo, lo ayudo, lo contacto con mis amigos y con gente para poder tener más visibilidad. Tiene un comercio en San Justo y también tuvo que adaptarse. Todos tuvimos que adaptarnos porque si no desaparecemos. ¿Queremos desaparecer?