En diálogo con Silvia Morales para Télam, el sociólogo e investigador del Conicet destacó que “el despliegue fuerte de políticas del Estado hizo que la situación social se mantuviera menos conflictiva”.
– Télam: ¿Cuál es su percepción del impacto social de la cuarentena, a 146 días de su disposición?
– Gabriel Kessler: Ya hay algunos datos que muestran el impacto que está teniendo a nivel social. Salieron datos sobre el aumento de la pobreza infantil, hay estimaciones, que todavía no están validadas oficialmente, del aumento de pobreza en general que se calcula en un 40% y que se calcula sería de 55% si no hubiera ayudas estatales. Hay estudios que muestran cuales son los rubros más afectados por cuestiones laborales, sobre todo los sectores informales, aquellos trabajadores por cuenta propia, trabajadores en negro. Y también hay impactos ligados a la sobrecarga de trabajo de las mujeres, que tienen mucha carga de trabajo doméstico, laboral y extra laboral en la casa. Hay también un impacto en la escolaridad: estudios muestran que dos terceras partes de los chicos de los hogares más pobres no tienen acceso a los dispositivos. Hay impactos importantes y hay también intentos del Estado, de las organizaciones sociales de morigerar esos impactos en distintos grupos de edad.
– T: ¿El impacto de la cuarentena es el que ustedes preveían en el estudio?
– GK: Cuando terminamos el estudio todos dijimos: esto no va a poder sostenerse durante mucho tiempo. Sin embargo, hubo rápidamente un despliegue de mecanismos que ya existían y con programas con refuerzos a comedores y merenderos, el plan El Barrio Cuida al Barrio. Hubo un despliegue fuerte de políticas del Estado que hizo que la situación social se mantuviera menos conflictiva de lo que yo pensaba que iba a ser. No digo el daño social o las consecuencias sociales, pero sí creo que lo que al principio habíamos detectado en la provisión de alimentos a comedores, merenderos, problemas en el acceso a cualquier tipo de ayuda social, los problemas en el acceso al efectivo de personas que estaban recibiendo nuevas ayudas, sin embargo, funcionó… Me parece que se puede hacer un balance positivo. Me rindo a las evidencias, no hubo ni saqueos, ni situaciones que mostrarían una situación de desolación en términos de acceso a alimentos.
– T: ¿La pandemia permitió visibilizar situaciones que estaban latentes en la sociedad?
– GK: La pandemia como toda situación muy complicada gravita y hace resaltar algunos aspectos de las desigualdades que aparecen siempre, pero también otras que aparecen menos. Por ejemplo, las diferencias económicas, de ingresos, de infraestructura, que no son una gran novedad, pero por ejemplo aparecieron cuestiones como la espacial, con una gran fuerza, en todas sus dimensiones: la falta de espacio interpersonal en los barrios y las casas. También la espacialidad respecto a la distancia, mayor o menor distancia frente a un banco, a la posibilidad de llegar a un hospital, a un lugar donde se distribuyen bienes como garrafas, o también, saliendo del área metropolitana, las personas que viven en ciudades pequeñas o un pueblo y van a la ciudad un poco mayor de referencia para tratamiento médico, para una cuestión ligada a un servicio.
-T: ¿Cómo gravitó la cuestión espacial en la pandemia?
– GK: Es central. No es algo que no se sabía pero apareció como un tema fuerte. La cuestión de la conectividad, lo que se llamó la brecha digital, la diferencia de conectividad tanto para cuestiones del trabajo, para el acceso a la enseñanza virtual, el acceso a servicio, acceso a ocio, marcó una diferencia sumamente importante. Desde el principio vimos como Whatsapp era la principal forma de comunicación de todo tipo y como la gente ya desde un principio tenía problema de conectividad o problema de quién pagaba Whatsapp con los datos del celular que se acabaran, los problemas de conectividad de la zona. Esa desigualdad se resaltó de manera muy fuertemente.
– T: ¿Se manifestaron otras desigualdades?
– GK: Otra desigualdad bastante importante es la presencia de la organización social en los barrios. Distintas investigaciones mostraron que los barrios que tenían mayor presencia de algún líder, sindical, social, indígena, religioso, político, que tuviera cierto consenso y cierta aceptación local, lograban más fácilmente organizar las cuestiones ligadas a la pandemia. El valor del capital comunitario también fue algo que va mostrando la forma en que pueden afrontar las distintas comunidades la pandemia. Hay otros temas que aparecen con mayor ímpetu que es, por ejemplo, la discusión sobre la renta básica universal, que tiene por lo menos dos décadas y media: la necesidad de que cada ciudadano reciba un ingreso básico por el solo hecho de ser ciudadano. Y también pone en el tapete la cuestión del impuesto a los más ricos, que es un tema que está de algún modo presente, pero no tiene la fuerza que debería tener por la importancia que tienen los impuestos en la diferencia de desigualdades de otros países. Los impuestos son centrales.
– T: ¿La pandemia permite profundizar en algunos temas de la sociedad?
– GK: La pandemia es una oportunidad para pensar el sistema de salud. En Argentina nos muestra un sistema de salud que está funcionando por ahora de manera bastante satisfactoria en función de lo que uno ve, no así tanto el sistema de rastreos y testeos. Otro tema importante es la cuestión de los adultos mayores, que aparecieron como la población con mayor riesgo, pero también nos muestra una manera de mirar la situación muy anquilosada, muy antigua. Y también la cuestión de las ciudades, la movilidad, ahí hay algo que es una oportunidad para repensarlo.