Misiones Para Todos

Generación diezmada

Desvirtuación e insuficiencia de un capital simbólico

Ya corrida de toda candidatura, la vicepresidenta de la Nación volvió a reivindicar la gestión de su difunto marido y la de sus dos mandatos al frente del Ejecutivo, a la vez que historizó las advertencias que vino realizando al gobierno actual a propósito de un crecimiento económico sin correlato distributivo. Esta vez su acting consistió en ratificar su liderazgo al frente del peronismo proponiendo una programática básica para reactivar al país: 1) Rechazar el programa del FMI apoyándose en la Unidad Nacional, 2) promover una economía mixta capaz de generar recursos a partir del litio o los minerales raros, y 3) renovar el pacto democrático (tendiendo una mano al radicalismo, reivindicó la cultura de la tolerancia y el respeto al disenso expresado por el ex presidente Raúl Alfonsín) En tal contexto discursivo, si bien aludiendo a los co protagonistas de “la grieta”, sorprendió su tardía exhortación a investigar la deuda. El resto fue una arenga destinada a salir a militar territorial y sindicalmente, no esperando siempre que las grandes soluciones provengan de una sola persona. Como era de esperar, no lanzó ninguna candidatura; eso probablemente ocurra en junio, cuando llegue la hora del cierre de listas. No obstante, ni bien culminó el acto conmemorativo del vigésimo aniversario del triunfo de Néstor Kirchner, Eduardo “Wado” De Pedro picó en punta con un primer spot electoral, en el que se erige como digno heredero de la generación diezmada.

Allá por los años 70, cuando el General Perón comenzó a mostrar la hilacha acerca de que su leyenda de líder revolucionario tercermundista carecía de asidero en la realidad – y en plena “caza de brujas” de todo pensamiento revolucionario interno y externo al peronismo -, corría un chiste de humor negro de boca en boca entre miembros de la JP Regionales ligada a Montoneros. Según esa ironía, una hilera de jóvenes pertenecientes a la Tendencia Revolucionaria del movimiento era acribillada por un pelotón de fusilamiento bajo las órdenes del anciano líder. En su agonía, uno de ellos se desplomaba exclamando con gran admiración la frase “¡qué estrategia brillante, mi General!”. 

A la luz de lo que vendría después, duele evocar esa humorada, pero viene a cuenta de cuánto puede escalar el pensamiento mágico con tal de no desacralizar a quien alguna vez tuvo en un puño los destinos de la Nación, ya que algo similar ha venido ocurriendo desde la reaparición pública de Cristina Fernández de Kirchner en el programa que anima Pablo Dugan desde la señal C5N, a partir de lo cual, buena parte de oficialismo y oposición se embarcaron en un sinnúmero de interpretaciones de cada insinuación o metáfora discursiva de la Vicepresidenta, superando los esfuerzos especulativos de Jean Franҫois Champollion ante la Piedra de Rosetta (ver cita al pie de la nota)

A partir de dicha circunstancia, toda la atención de la opinión pública pareció concentrarse en traducir la frase Espero que los hijos de la generación diezmada sean los que tomen la posta”. 

Poco después, en el Día de la Patria, el sector que aportó el máximo caudal de votos al desastroso gobierno de Alberto Fernández – referenciado en una dirigente que, con tal de despegarse de esa inversa suerte, viene jugando el rol que Julio Cobos desempeñara cuando a ella le tocó presidir el país – “tiró toda la carne al asador” en función de un postrer intento por ordenar su interna y despejar el horizonte electoral de la fuerza en que se apoya, de cara a los comicios de octubre próximo. 

Si pasáramos revista a algunos componentes del ADN kirchnerista, advertiríamos que cuando aquel desconocido y astuto político patagónico de apellido impronunciable que durante la década del 90 votara la privatización de YPF recaló en la metrópoli, comprendió de inmediato que al cabo del disciplinamiento del movimiento piquetero protagonista del Argentinazo de 2001 – perpetrado en la entonces Estación de Avellaneda -, sería difícil restaurar por derecha una gobernabilidad cuestionada por la consigna “Que se vayan todxs, que no quede ni uno solo”, dado lo cual se dedicó con singular empeño a tramar desde su búnker de Puerto Madero la cooptación gradual de numerosas organizaciones sociales hasta entonces combativas con el mito del Estado en disputa, y a otros tantos organismos defensores de DDHH prescindentes hasta la fecha de connivencia con gobierno alguno, bajando el retrato de un genocida ante la jerarquía de las FFAA. La fórmula de un progresismo a tono con el espíritu de época que se vivía en la región estaba lista para aprovechar los vientos de la Historia enarbolando un discurso épico que, mientras lo permitió el precio de las commodities, amplió algunos derechos manteniendo incólume la matriz productiva agroexportadora y extractivista de acumulación por desposesión. 

En tales menesteres, la apelación al legado de la manoseada Generación del 70, despojado ahora de toda su dimensión subversiva, contribuiría a la conformación de una masa crítica que aún hoy, bastante menguada, conserva una llamita de fe refractaria a las múltiples frustraciones, que le permite en cada acto seguir ofreciendo a sus “pibes para la liberación”.

Sin ir más lejos, algunxs de ellxs – tras el calamitoso cuatrienio macrista – terminarían integrando el gabinete de un presidente ahora cancelado por el ideario que esxs ex jóvenes encarnan. 

Tal es el caso del supuesto delfín Eduardo “Wado” de Pedro, a cargo de lacartera de Interior; de Juan Cabandié, designado comoministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible; o de Victoria Donda Pérez, temporariamente al frente del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI); y de Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos. 

Excepto Donda, que creó su propio partido (Somos), otros dos pertenecen a La Cámpora, y en el caso de Cabandié, integró en sus comienzos esta organización de la juventud kirchnerista creada en 2007. 

Para demostrar palmariamente que “no todo lo que brilla es oro”, apuntemos que recientemente el titular de Gastronómicos, Luis Barrionuevo – aquel impresentable burócrata menemista que alguna vez propuso un programa de salvación nacional consistente en dejar de robar un par de años -, respaldó la potencial candidatura deDe Pedro, manifestando en el último Congreso de Uthgra “Queremos que sea el próximo presidente de los argentinos”. 

El niño mimado de Cristina, en tanto, ha venido cosechando voluntades entre los caudillos feudales del Norte Grande y los barones del conurbano, generalmente esquivos a abandonar sus privilegios para proponerse justamente la liberación nacional. 

Por su parte, Juancito Cabandié – su ex conmilitón en La Cámpora – ha calentado un sillón funcionarial en medio de un proceso de deforestación sin precedentes, de la agonía del Río Paraná, de una inédita mortandad de peces, en fin, de un verdadero terricidio. 

Como si eso fuera poco, los voracesincendios que devastaron la provincia de Corrientes volvieron a ponerlo en el foco de las críticas. En aquel momento, cuando arreciaban los rumores sobre su renuncia, trascendió que el presidente lo respaldaba, tal vez como agradecimiento por haber trabajado en el acercamiento de Fernández a Máximo Kirchner luego de años de feroces críticas contra el cristinismo. 

El alejamiento progresivo de Cabandié de sus ex compañeros de La Cámpora, donde militó durante muchos años luego de conocer su identidad como nieto restituido por Abuelas de Plaza de Mayo, también le quitó apoyos, y llegó a correr el rumor de que Medio Ambiente sería fusionado con otros ministerios como Turismo y Deportes, en el contexto del ajuste fiscal propuesto por el ministro de Economía, Sergio Massa, siempre solícito a lo que el Fondo ordene

En cuanto a la siempre ubicua Victoria Donda, enenero del 2021, la empleada doméstica de la funcionaria la acusó de ofrecerle un puesto de trabajo dentro del INADI o un plan social para así poder despedirla sin abonar la correspondiente indemnización. Además, el abogado de la mujer señaló que esta había estado trabajando durante 10 años en situación “irregular”. A raíz de esta situación, Donda fue acusada de defraudación contra la administración pública y malversación de caudales públicos. Sin embargo, desmintió los hechos en sus redes sociales y también fue respaldada por el oficialismo, que le permitió continuar por un tiempo en el cargo, del que terminaría renunciando con duras críticas al gobierno, seguramente dispuesta a pre producir la nueva temporada de la sinuosa serie que viene protagonizando en la función pública. 

El caso de Pietragalla es más complejo, porque resume todas las limitaciones de un memorialismo deliberadamente privado de su condición disruptiva, y centrado en reparar el daño “padecido” justamente por esa “generación diezmada”, mientras se le “escapa la tortuga” de atendar a las penurias – por dar un ejemplo emblemático – que padecen tanto los campesinos pobres como los pueblos originarios (como en el caso de las mujeres mapuches detenidas cuando el Comando Unificado de Seguridad Zona Villa Mascardi, allanó y desalojó  violentamente a la comunidad Lafken Winkul Mapu), hoy máximos defensores de nuestros bienes comunes ante la avanzada del “desierto verde de la soja”, o la violación a los derechos humanos que continuamente llevan a cabo las  guardias blancas de los dueños de la tierra (como la que, en nombre de Joe Lewis, hostigó en la Patagonia a los defensores del paso hacia Lago Escondido, sin que la Justicia castigara a uno solo de esos esbirros)

Es más, ojalá en las próximas horas la Secretaría en cuestión se expida sobre las atrocidades cometidas por la policía de Salta contra lxs docentes y personal de salud en lucha. 

Resumiendo, digamos que heredar el aura de una lucha abnegada pero ajena no supone ninguna transferencia de valores. Además, cada época tiene los suyos, y la que nos toca deja mucho que desear. Está demostrado, a su vez, que haber militado con entereza contra la dependencia en épocas pasadas muchas veces solo concede medallas sin cotización en el presente, ya que cada quien es hijx de su tiempo y de su propia consecuencia. 

De modo que, legar nuestro destino a “los hijos de la generación diezmada”, no sustituye la ausencia de una voluntad por producir transformaciones estructurales en el país. 

Más vale estar abiertxs a la sorpresa que puedan brindar esxs nadies que aún conservan capacidad de rebelarse ante un corte de luz por tiempo indeterminado, que vivir de rentas de un pasado que ya ofreció lo que pudo. 

Acaso de esos “insignificantes” conflictos comunales que florecen a lo largo de toda la geografía nacional parta la chispa rebelde que encienda la pradera de la resignación. 

Ha ocurrido no pocas veces. – 

Por Jorge Falcone- https://chiquifalcone.blogspot.com/