La firma en Tucumán, con la presencia de 18 gobernadores, representa un punto de quiebre entre dos etapas del gobierno.
Tras meses de incertidumbre, dudas y discusiones, tanto internas como legislativas, el gobierno nacional parece encaminarse a una segunda etapa más estable, con una gobernabilidad más sólida, pero aún con grandes desafíos por delante. El presidente logró superar momentos difíciles en su primer tramo y acallar los anhelos de cataclismo que siempre pesan sobre un gobierno no peronista.
Esta semana entró en vigor la Ley Bases, que el gobierno logró aprobar tras intensos debates. Aún así, no debe olvidarse que dicha ley salió con una fuerza de apenas 37 diputados, 8 senadores, y sin un sólo gobernador o intendente que forme parte de su partido político. Como agregado a la Ley Bases, se puso en marcha el paquete fiscal y ya inició la gestión de Federico Sturzenegger al frente del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado.
Pero todos estos elementos hubieran sido efímeros sin la firma del Pacto de Mayo, la última señal de gobernabilidad que necesitaba el oficialismo. Aunque parezca meramente simbólico, el objetivo de fondo fue establecer las bases para una Argentina próspera y libre durante los próximos años.
La firma en Tucumán, con la presencia de 18 gobernadores, nada más y nada menos, representa un punto de quiebre entre dos etapas del gobierno, una que se cierra (la de la “política” poniendo a prueba al Jefe de Estado) y una que se abre (la de avanzar de forma consensuada hacia una Argentina liberal).
Está más que comprobado empíricamente que con una gobernabilidad garantizada, las reformas estructurales tienen mayor probabilidad de éxito. El mejor ejemplo está en el pasado reciente de Europa del Este y sus transiciones post caída de la Unión Soviética en 1991. Incluso antes, el propio Secretario General de la URSS, Mijaíl Gorbachov, inició en 1985 su reestructuración del sistema económico soviético que le abrió las puertas a la propiedad privada y a la libre empresa, reforma conocida como “perestroika”.
Ejemplos de reformas tras la caída del Muro de Berlín
Javier Milei no es el mejor ejemplo para compararse con Gorbachov, pero bien podría hacerlo con algunos líderes surgidos tras la caída del Muro. Uno de ellos podría ser Mart Laar, un dirigente que asumió el liderazgo de Estonia a los 32 años en 1992 bajo el lema “¡Hazlo ya!”. Influenciado por la literatura del economista liberal norteamericano Milton Friedman, Laar se enfocó en restaurar el estado de derecho, reafirmar la propiedad privada, y combatir la corrupción.
Otro caso a citar es el de Leszek Balcerowicz y su transformación de Polonia, economista de 42 años que comenzó en 1989 los cambios internos del país, incluso siendo miembro del bloque soviético. Con la Polonia liberada, Balcerowicz fue ministro de Finanzas, e inducido por las enseñanzas del Premio Nobel de Economía, Friedrich von Hayek, entendió la importancia de la libertad, los precios libres y el daño que la planificación estatal y el control sobre la vida de los individuos podían causar. Bajo su gestión, para 1991 había controlado una hiperinflación heredada y reducido el gasto público.
El “Milagro económico alemán”
Otro caso de éxito comparable con los diez puntos del Pacto de Mayo es el conocido “milagro económico alemán”. Tras la Segunda Guerra Mundial y con una Alemania devastada, el ministro de Economía Ludwig Erhard inició un proceso de liberalización económica que perduró entre 1949 y 1966. Basado en la literatura del economista austríaco Ludwig von Mises, Erhard deshizo décadas de socialismo desde la época de la República de Weimar.
En 1948, Ludwig Erhard presentó un paquete de tres leyes que serían la piedra angular para el renacer alemán: prohibición del déficit público, eliminación de controles de precios y políticas de racionamiento, y la creación de una nueva moneda que limitó la política monetaria del banco central.
Ni el milagro económico alemán de Erhard, ni el “¡Hazlo ya!” de Laar en Estonia, ni las reformas de Balcerowicz en Polonia, y ni mucho menos la Perestroika rusa de Gorbachov, podrían haberse gestado sin una gobernabilidad detrás como plataforma de consenso político.
Implementar los cambios significativos que busca Milei, inspirados en modelos de éxito que transformaron economías devastadas en historias de prosperidad y libertad, necesitan indispensablemente de una llave de gobernabilidad que el Pacto de Mayo pudo haber garantizado de cara a lo que viene.
Por Jeremías Rucci Project Manager de la Fundación Internacional Bases-Perfil