El analista político conjeturó acerca de la extensión temporal de la legitimidad del Presidente para llevar a cabo cambios sustanciales en tan poco tiempo. “Hasta aquí el ajuste no es equitativo, se tiene que ganar la legitimidad de ejercicio”, explicó.
El politólogo Gustavo Marangoni destacó que ” la originalidad de Milei no radica en el corte etáreo, sino que sumó sectores subalternos de la sociedad”. Asimismo, conjeturó acerca del peso del conflicto entre poderes. “Si no tiene acompañamiento de la Justicia, debería resetear su programa”, subrayó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).
Gustavo Marangoni es politicólogo, socio de su propia consultora que lleva las iniciales de su nombre y de su apellido. Entre el 2007 y el 2015, fue director, vicepresidente y presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, es decir, conoce los códigos de la Provincia y sabe del manejo económico de los municipios.
¿Te preguntaste quién para a Milei, pero hacia dónde? ¿Hacia el éxito o a chocar contra un muro?
Hace un mes se señalaba que tenía 38 diputados sobre 57, 7 senadores sobre 72, no tiene equipo, etc. Pero hoy la discusión es contraria. Este comportamiento como presidente demuestra que la Constitución le da muchas herramientas legislativas a un mandatario, más allá de cómo lo use. Además, la cultura política argentina pone al presidente en el centro de todas las cuestiones, algo que entendió mejor que Alberto Fernández, quien explicaba porque no hacía las cosas. Milei se autopercibe tan débil que prefiere no negociar, por eso sabe que no puede hacer negociaciones de arranque, ya que no va a poder hacer nada.
Nos encontramos con una suerte de administración que quiere cambiar todo lo establecido, manejando el lenguaje de una “revolución libertaria”. Era esperable cambiar un régimen económico agotado por motivos inflacionarios y de falta de reservas, pero también se advierten determinados cambios en el régimen político. Y justamente en ese punto, nos encontramos con una certeza: el populismo es un artefacto y no una ideología, porque tanto un presidente de orientación más estatista como liberal lo pueden usar como decisionismo. Es la idea de poner la legitimidad de la presidencia por sobre el Poder Legislativo, por ejemplo.
Pero si finalmente la Corte le declara nulo el DNU o si el Congreso no se lo aprueba, ¿hacia dónde va esa fortaleza de a todo o nada?
Que termine en la nada es una opción, no sería infrecuente en la Argentina: hay determinados liderazgos que se plantean una gran voluntad de transformación pero al no tener otros acompañamientos (como el de la Justicia) deberían resetear su programa de gobierno. Pero Milei ni siquiera quiere planteárselo porque siente que, con las escasas fuerzas que tiene, está en problemas.
Lo que necesita es que mientras que estás cuestiones se dilucidan, empiece a tener algunos resultados tibios en materia inflacionaria. Si la inflación de diciembre, enero y febrero está en el 30% se le come la devaluación y, por lo tanto, debería volver a empezar y plasmaría que la estrategia fue un fracaso. Ahora bien, si es una inflación que va decreciendo en 30% en diciembre, pero en enero empieza con 2 y en febrero con 1, podría plantearle a la población un pedido de acompañamiento enfático porque se estaría yendo en una senda. No hay que olvidar que, mientras tanto, los otros también juegan su juego, ya sea el peronismo en el Congreso, la CGT y distintos sectores del empresariado.
Alejandro Gomel: Al no tener peso en el Congreso, ni en el aspecto sindical ni entre los gobernadores, se apoya en sus votos. ¿Cuánto dura eso?
Como argumento de naturaleza política, es válido. Pero, desde el punto de vista de la Constitución, los votos que tienen los legisladores le dan tanta legitimidad al Legislativo como al Ejecutivo. Pero hay que ver si en el verano el comportamiento de buena parte de la sociedad es de acompañar el ajuste, es decir, si tiene más de 50% de imagen positiva podría quedarse medianamente tranquilo.
Planteás que la gente quiere un Estado más chico porque el Estado le cuesta a la gente a través de inflación e impuestos, por ejemplo. Pero, al mismo tiempo, hay que ver cómo tomarán esa afectación en los ingresos. Esto parece un oxímoron de que “para que le cueste menos, le tiene que costar más”. Entonces, “la gente” no existe, ya que algunos se van a perjudicar y otros a beneficiar, no es lo mismo lo que se le reduce a unos y a otros. ¿Con qué parte de la gente es la alianza de Milei?
El ajuste es el otro. Porque se piensa que “el otro tiene privilegios, mientras que yo tengo derechos”. Lo que estamos viendo, en realidad, es el clásico ajuste ortodoxo pero a un nivel de una ambición poco veces vista en este país. Es decir, comenzó con una relación peso-dólar de 120% más arriba, luego la liberación de los precios. Y avanza con la pretensión de retirar subsidios, entre otras cosas. Esto afecta a buena parte de la sustentación electoral que lleva al Presidente. Pero hay que ver si ese capital accionario está tan saturado de lo anterior que está dispuesto a pagar este precio sin dudarlo. Esa es la duda.
¿Cuánto durará la legitimidad de Milei para realizar tantos cambios?
Fernando Meaños: Este ajuste ya se ha hecho en otras oportunidades, pero lo que sí es inédito es un presidente avisando que va a hacer ese ajuste fortísimo. ¿Eso le agrega alguna legitimidad para hacer esos cambios?
La legitimidad del Presidente es de origen, lo votaron en el balotaje. Pero se tiene que ganar la legitimidad de ejercicio a partir de la instrumentación de las cosas. Hasta aquí el ajuste no es equitativo. Cuando aumentan más los alimentos que cualquier otro precio, se ven más perjudicados los de mitad de tabla para abajo.
El Estado no es otra cosa que un gran expediente que tiene que tener funcionarios que firmen y tomen decisiones. Hay un gran espacio entre lo que se quiere hacer y los recursos humanos para poder hacerlo. De hecho, en la mayor parte de los ministerios están los funcionarios de la gestión anterior.
Al principio funciona la lógica de “el ajuste es el otro”, pero cuando se sabe que no es así, pasa a ser un tema de clases sociales. ¿Es así? ¿En ese caso, qué va a pasar?
Por eso es importante, para ese sector que tiene que pagar el ajuste, que haya un propósito y con un tiempo razonable. Así como en su momento la gestión de Macri prometía la rapidez del segundo semestre y terminó siendo una estrategia que le jugó en contra, la promesa de Milei de ver los frutos de acá a 40 años, tampoco es la solución.
Para completar su estructura populista, Milei hace un antagonismo fuerte. Es decir, afirma que los que no están de acuerdo con él, son los que tienen Síndrome de Estocolmo. Y eso no es algo novedoso para nuestra Nación. Elige adversarios y propone objetivos ambiciosos sin el músculo de gestión para poder llevarlo adelante. Se enfrentará a la paradoja de gestionar muy bien el Estado en medio de un discurso antiestatista.
La relegación de la conciencia de clase
Podrás analizar esta hipótesis: lo novedoso de Milei es que antes de él, el voto se podía predecir por el nivel socioeconómico, pero ahora lo relevante fue la edad, ya que la mayoría de los jóvenes se inclinaron por el ahora presidente. ¿Puede suceder que el nivel socioeconómico vuelva a ser un predictor de intención de votos cuando se perciba que la clase más alta es la que se beneficia en mayor proporción?
Es cierto que Milei ganó con un corte etáreo muy importante, los menores de 30 años, pero se agrega que hubo sectores subalternos de la sociedad. Y esa es la originalidad de Milei, por lo menos hasta cierto punto. Es que una estrategia neoconservadora no es otra cosa que la alianza de los más ricos con los más pobres que, temporalmente, coinciden.
Por eso Menem me viene a la cabeza, ya que fue la coalición entre el vértice de la sociedad con los sectores trabajadores, y que se pudo mantener por una década por la estructura del peronismo, de la CGT, etc. Javier Milei, que vive referenciando al riojano, probablemente tenga en la cabeza esa misma alianza, pero él no tiene la estructura. La pregunta es si quiere construirla o no, y si va a poder. Si bien Menem no era un ideólogo (era más bien práctico), hay que ver cuanto pesa el Milei ideólogo.