La trama de filtraciones de conversaciones privadas de funcionarios. ¿Reales o inventados? La pista perdida de Misiones.
El hackeo al celular del Ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires desató una tormenta inesperada para Horacio Rodríguez Larreta, que derivó en la salida del propio Marcelo D’alessandro. El Gobierno porteño se plantó en la firme idea de que la obtención de esos chats es ilegal y que no se harán eco de todo lo que allí pueda surgir. Y acusan al kirchnerismo de ser los autores del hecho.
El hackeo derivó en más de un expediente judicial, por un lado está la causa que se abrió en el juzgado de María Servini por la denuncia que hizo Diego Santilli, quien sufrió un hackeo similar al de D’Alessandro, y por otro lado está el caso que se lleva adelante en la fiscalía especializada en delitos informáticos que está al mando de la fiscal Daniela Dupuy.
El caso tiene un eslabón perdido en la ciudad de Eldorado, Misiones, donde se hizo el hackeo. Allí se hizo la venta del chip de Movistar y donde se activaron la línea de D’Alessandro y Santilli. Los investigadores intentaron llegar a la persona que compró el chip, pero llegaron a un punto donde no pueden seguir avanzando. Movistar, el año pasado, tenía tercerizada la venta de chips en la empresa Comtel, que alrededor de julio decidió dejar de vender chips en aquella región del país.El empleado de Misiones se quedó con un lote remanente de chips “multitrámite” que le vendió a un joven de 20 años de Eldorado llamado Elías Nunes Pinheiro, que tiene una casa de venta y reparación de celulares en el centro de la ciudad. Este joven misionero, a su vez, declaró que él revendió esos chips en diferentes kioscos de Eldorado y que no sabe a quien le dio cada uno, por lo que no está claro quién vendió los chips con los que se hackearon las líneas de D’alessandro y Santilli. Una curiosidad es que ambos hackeos se hicieron con el mismo teléfono: un Samsung Galaxy S7 y con cinco días de diferencia entre uno y otro.
El hackeo, según el informe que presentó Telefónica, consistió en utilizar esos chips “multitrámite” y llamar a Movistar haciéndose pasar por D’alesandro por un lado y luego por Santilli para dar de alta los chips con la línea. El operador de Movistar les hizo preguntas de seguridad para validar la identidad y así poder activar el nuevo chip. A ambos funcionarios les preguntaron dónde trabajaban, dónde vivían o en qué banco tenían cuenta.
En el caso de Santilli, una pregunta fue si conocía a Nicanor Santilli Pazos, el hijo que tiene con la periodista Nancy Pazos. Es decir, toda información que puede ser deducible o que surge con una simple búsqueda en Google. Una vez activado el nuevo chip, el hacker inició sesión en Telegram con la cuenta de D’alessandro y de esa manera llegó al grupo de chat de los “huemules”, que Cristina Kirchner leyó en vivo por su canal de Youtube y del que el presidente de la Nación se hizo eco.
El hackeo a Santilli fue el 14 de octubre, pero lo denunció el 2 de noviembre. El hackeo a D’alessandro fue el 19 de octubre y duró unas pocas horas, pero alcanzó para obtener las conversaciones personales y desatar una tormenta, que hasta ahora, es interminable. Waldo Wolff, uno de los voceros informales que eligió el Gobierno porteño para hablar de este tema, afirmó que parte del contenido de los chats de D’alessandro fueron editados e incluso inventados.
Esta tesis apunta a que todas las conversaciones posteriores al 19 de octubre podrían ser falsas, porque D’alessandro recuperó su línea telefónica en el transcurso del mismo día y el chip activado en Eldorado fue desactivado. Sin embargo, entre las funcionalidades de Telegram es posible acceder desde diferentes dispositivos al mismo tiempo, por lo que una vez que el hacker accedió a su cuenta pudo haber seguido espiando sus conversaciones en vivo. En el caso de Whatsapp esto es imposible. La defensa apunta a que conversaciones como las que habría mantenido con un concesionario de grúas llamado Marcelo Violante serían falsas.Más delicado es el caso de las conversaciones con el Fiscal de Mercedes, Juan Ignacio Bidone, a quien le pide información sensible de diferentes ciudadanos. Si se compulsaran las bases de datos consultadas por Bidone para pasarle información a su amigo D’alessandro, y se descubriera que sí se hicieron esas consultas, el ministro estaría en problemas y demostraría que los chats con Bidone son reales.
En las últimas semanas surgió una web llamada Wikichats.net, en la qué hay una conversación entre el viceministro de Justicia Juan Martín Mena y Cristina Caamaño, en la que hablan de una causa que pueden “manejar” en la Cámara Federal, con la ayuda de un tal Lucas N, a pedido de Rodolfo Tailhade. Ese Lucas N sería Lucas Nejamkis que tiene ascendencia en la Justicia Federal gracias a su amistad con “Jaime” Stiuso.
Lo llamativo de este chat es que pretende exponer una camaradería entre personas que no la tienen. Mientras fue jefa de la AFI, Caamaño estuvo enemistada con el director de contrainteligencia, Esteban Carella, un hombre de Rodolfo Tailhade, que a su vez, está enfrentado con Stiuso y todo lo que a él lo rodea. Lo mismo Juan Martín Mena, quien tiene denuncias cruzadas con el ex agente. Una estrategia extraña. Tal vez para exponer un chat de las mismas características que parezca falso, para así poder sembrar la idea de que todo es falso. Mientras tanto, el verdadero hacker sigue suelto, a la espera de la próxima filtración.
Por Rodis Recalt- Revista Noticias