La semana posterior a las elecciones expuso fallas de conducción, desgaste económico y divisiones internas.
Suena a título de un western de Sergio Leone, pero no: fue la declaración del “mejor ministro de Economía de la historia” respecto de cómo va a defender el techo de la banda acordada con el FMI. Después de “Por un puñado de dólares” –que protagonizó Macri– y “Por unos dólares más” –que actuó el propio Toto hace unos meses atrás– llega el fin de esta ¿maravillosa? trilogía. Ya lo dijimos en esta columna la semana pasada: esta vez no iba a ser distinto. Si no generamos los suficientes dólares para pagar nuestras deudas… Cada vez que pedimos más plata, el pánico sube, no baja. Y como dijimos en esta columna hace un mes, salvo milagro, íbamos a ir de rodillas a pedirle al Pato Donald que nos diera una mano extra con el Tesoro americano.
Perdón que sea reiterativo: muchachos, lean el libro de Borenstein y Llorens sobre la comunicación de los ministros de Economía en los últimos cuarenta años pre-Milei (Puede fallar se consigue en la plataforma de comercio online más importante; Uds. conocen al dueño, quizá les pueda conseguir un ejemplar). Toto, haceme caso: tomate un avión a Londres y andá a visitar la BBC. Te vas a encontrar con un cartel que dice algo así como: “No crea en un rumor… hasta que el gobierno lo desmienta”. Al contrario de todo lo demás, los argentinos y argentinas somos largoplacistas en un tema: el que apuesta al dólar, a la larga, cree que gana. Y la mayoría de los ministros de Economía se empecinan en darnos la razón.
Para que la terapia intensiva a la que parece haberse sometido el Gobierno dé resultado, no solo el Presidente debe moderar su tono (que lo hizo correctamente en la cadena nacional), sino también sus funcionarios y todos sus candidatos en los 24 distritos. Porque si no, LLA va a dar la sensación de que se dio un baño de humildad un rato y después se le pasó (Toto, tu polémica con Yacobitti no ayudó en un debate ya perdido en la opinión pública). Sin embargo, la templanza duró cuatro días, porque el león volvió al ataque este viernes en Córdoba: así no se puede. Ni a los propios votantes les hace sentido echarles la culpa de esta coyuntura económica a los kukas. Por suerte sigue existiendo Guillermo Francos (pero él no es el primer mandatario).
Presidente: no pienses en un elefante. ¿En qué estás pensando? Si todo el mundo ya está hablando del helicóptero, ¿para qué diablos mencionó a De la Rúa, que es el ejemplo por antonomasia de crisis institucional y salida anticipada? Lea a Lakoff, por favor (ya van dos libros sobre comunicación que les recomiendo para este fin de semana).
Pero, además, hacen falta gestos contundentes para dar la sensación de que tienen uñas de guitarrero. Hasta acá eso no sucedió. Una jugada astuta fue la de Karina permitiendo que se pueda conocer el contenido de los audios, para desarmar dudas que se habían generado (parece que alguien está escuchando a los focus entre los propios votantes libertarios). A medida que van pasando los días se suman los indicadores económicos negativos. Esta semana apareció el nuevo Índice de Confianza del Consumidor de la Di Tella: segundo mes consecutivo de caída. Precios mayoristas en alza. La utilización de la capacidad instalada de julio fue la peor de la serie histórica exceptuando 2020. Y Vaca Muerta –que está despidiendo gente– frenó sus inversiones por el riesgo país. Por suerte, gracias a la devaluación de los últimos dos meses se recuperó el superávit de la balanza comercial que venía exiguo. De todos modos, por este camino de estancamiento, vamos a votar en cinco semanas con recesión. Cuando hay mal diagnóstico y sin conducción política eficiente, van pasando los días y el clima no mejora. En el mundo de los consultores y los periodistas se siguen detectando distritos en donde LLA hoy no llega al porcentaje de votos de la primera vuelta de 2023. En algunos apenas llega a la mitad. ¿Cómo se hace así para ganar la elección del 26-1O? Una buena: el oficialismo concluyó que “Kirchnerismo nunca más” no fue un eslogan eficiente y que deben tener una consigna propositiva (tarde, pero seguro). ¿Volvíamos a 2019? ¿A qué le tiene más miedo la mayoría?, ¿al ajuste o a los kukas? Ahora una mala: el eslogan “La Libertad Avanza o la Argentina retrocede” es una idea incorrecta. Partidiza la esperanza. La mayoría no quiere más libertad, quiere llegar a fin de mes.
De tan acostumbradas que son las derrotas legislativas del Gobierno, ya ni merecen un comentario. Le mandaron 12.500 millones de pesos (apenas 8 millones de dólares) a cuatro provincias a ver si podían revertir el voto en contra de los vetos. Obviamente no sirvió para nada: en cinco semanas hay elecciones y los gobernadores miran las encuestas, no las cuentas. Hay que reconocer que alguna onda le ponen: el gasto primario sobre 2,3% real en los primeros ocho meses. Obviamente no estaría alcanzando.
Para ir cerrando esta columna, vamos a uno de los temas urticantes de estos días: ¿hay club del helicóptero? Siempre existe alguno, en todos los gobiernos, aunque la máquina esté arrumbada en algún hangar. Depende del gobierno de turno si facilita o no que los integrantes del club consigan combustible para que la aeronave despegue. ¡Pero eso es indigno! Como esta no es una columna de ética, sino de realpolitik, lo único que cuenta son los riesgos y las oportunidades para que suceda cada cosa.
Uno de los defectos del presidencialismo es la ilusión de que los ciclos políticos terminan cuando lo dice la Constitución. El sistema parlamentario –claramente más sabio y menos hipócrita– parte del supuesto de que un gobierno dura lo que dure su coalición, negociada a cara descubierta. De la Rúa debería haber renunciado al día siguiente de haber perdido su elección de medio término en un régimen donde el Parlamento decide un voto de confianza. Se va uno y viene otro, siempre y cuando pueda construir una nueva mayoría en las cámaras. Simple y menos traumático. ¿Qué pasaría en la Argentina si esta semana se definiera un voto de confianza al gobierno de Milei? Estaría en problemas. ¿Y después del 26-10?
Por Carlos Fara