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El eslabón perdido de la grieta macrista

Macri lo puso como jefe de sus diputados y diputadas, pero se distanció del expresidente para reportar al dúo Larreta-Vidal. Contiene a ultras y dialoguistas con un ojo y medio en tierra bonaerense.

Cuando tenía calzado el traje de campaña, antes de las elecciones primarias del año pasado, el entonces ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, soñaba con presidir la Cámara de Diputados. Pero la derrota de Juntos por el Cambio cambió su destino y llevó a la entonces alianza de gobierno de regreso al rol de oposición y al exministro de María Eugenia Vidal, al recinto que ocupó entre 2003 y 2007. Aquella vez, antes del nacimiento del PRO, llegó como cabeza de lista del PJ porteño, por entonces presidido por el exjefe de la SIDE, Miguel Ángel Toma. Ahora conduce el bloque de diputados y diputadas del macrismo por decisión del expresidente Mauricio Macri, toda una paradoja para él: llegó a ese puesto con el espaldarazo del exmandatario y ahora reporta a sus antagonistas en la interna amarilla.

La derrota nacional le impidió suceder a Emilio Monzó en la presidencia del cuerpo, pero Ritondo conserva la responsabilidad de conducir la bancada de 52 integrantes del PRO y administrar la compleja convivencia con radicales y referentes de la Coalición Cívica dentro del Interbloque de Juntos por el Cambio, que reúne 116 voluntades. La escudería macrista tiene seis escaños más que los 46 que responden a la UCR y triplica a los 15 que pertenecen a la CC. Pero esa mayoría dentro de la primera minoría no es sinónimo de unidad: las tropas del PRO que conduce Ritondo se debaten sobre el rol que debe tener el partido como principal fuerza y sus integrantes están, cada vez más, divididos entre quienes respaldan el papel dialoguista con la Casa Rosada que ejerce el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y los pocos orgánicos a la flamante presidenta del partido, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich.

El cisma que sigue en desarrollo comenzó a delinearse en diciembre, pero hace 20 días sumó un pico de tensión cuando un sector del bloque lo puenteó y presentó un pedido de sesión especial: asi, habilitó a la Cámara a sesionar con métodos virtuales. La movida no dejó bien parado al titular del bloque, porque sus pares coordinaron con otros espacios opositores a sus espaldas. Cerca de Ritondo reconocen que su silencio fue una forma de “dejar hacer” para evitar una ruptura mayor y contener a esa tribu que se referencia en el monzoísmo o pertenece a fuerzas provinciales de derecha, de identidad peronista, que coinciden en mantener una actitud colaborativa con el oficialismo en medio de la pandemia.

El presunto silencio cómplice que le adjudican contrasta en el espejo de su pasado reciente. En diciembre, cuando llegó a encabezar el bloque, amenazó con la expulsión a buena parte de los mismos legisladores que ahora pactaron un acuerdo por encima suyo. Cumplió en tiempo real el pedido de Macri y de Bullrich, que por entonces ya se preparaba para conducir el partido. El mensaje fue claro: no hay permiso para reclamar un sub bloque y quienes tengan la osadía de hacerlo serán castigados o castigadas con el destierro.

Entre el látigo de diciembre y la reciente rebelión dialoguista sólo pasaron cinco meses. Dicen que la cerrazón de Macri y de Bullrich lo alejaron. Otros sostienen que siempre fue el plan y que en diciembre no podía desautorizar al flamante expresidente. Lo cierto es que Ritondo habla cada vez menos con Macri y, en su lugar, reporta a Larreta y coordina todos sus pasos con el vicepresidente primero de la Cámara, Álvaro González, el primer larretista del bloque.

Ritondo habla cada vez menos con Macri y, en su lugar, reporta a Larreta y coordina todos sus pasos con el vicepresidente primero de la Cámara, Álvaro González, el primer lafrretista del bloque.

“Una ruptura no le conviene a nadie, ni a Cambiemos, ni al PRO”, explica un ladero de Larreta para confirmar la interlocución que mantiene con el titular del bloque macrista. Sin unidad, dicen, no hay 2021 ni 2023, y esa comunión de intereses permitió contener a los dialoguistas, al menos por ahora. Saben que del otro lado, los de posiciones más extremas “sólo se representan a ellos mismos y ahuyentan a los indecisos”.

Luego de la última minicrisis interna, Ritondo aseguró que el PRO requiere una autocrítica para revisar los pasos que lo llevaron a la derrota de octubre. Por fuera de las ofrendas para contener a los sectores díscolos y preservar la unidad interna, la atención del titular de la bancada amarilla en la Cámara baja sigue puesta en el territorio bonaerense y para eso necesita al partido unido.

Quizás por eso habla casi periódicamente con la exgobernadora, su principal impulsora en las sombras y la garante de los movimientos que adopta como jefe de bloque. Ritondo es tan porteño como Vidal. Ella nació en Flores y él, en Mataderos. Ambos compartieron el tablero de poder durante el segundo mandato de Macri como alcalde: ella fue vicejefa de Gobierno y titular de la Legislatura, mientras que Ritondo venía de encabezar el bloque de legisladores y fue el vicepresidente primero del cuerpo durante los mismos años.

En el despoder, Vidal no coincide con la decisión de Macri de imponer a Bullrich al frente del partido. Con las internas en proceso de maduración, la exministra de la Alianza no detuvo su dureza opositora, pero firmó una tregua con Larreta y redobló su apuesta para representar al núcleo duro de votantes del PRO con una velada candidatura, a tres años y medio de las próximas presidenciales.

EL BONAERENSE. En esa danza de desconfiados, el pedido de autocrítica de Ritondo apunta a evitar la repetición de los errores cometidos en la última campaña. En la provincia se incluye, junto al exjefe de Gabinete Federico Salvai, con quien tiene una muy buena relación. A nivel nacional, la responsabilidad corrió por cuenta del exministro coordinador Marcos Peña, un histórico antagonista de Ritondo.

Su atención sigue clavada en la provincia de Buenos Aires. Quiere ser el próximo candidato a gobernador por la alianza opositora.

Desde que se instaló en la Cámara baja, el exministro transita el escarpado camino para dirigir a la tribu de diputados macristas en ebullición, pero su atención sigue clavada en Buenos Aires. Se mantiene en contacto permanente con los intendentes que tiene el PRO en el conurbano bonaerense y, así como estrecha acuerdos con el jefe comunal de Lanús, Nestor Grindetti, se mide con cuidado frente a Jorge Macri, que sigue al frente de Vicente López, pero también quiere ser el próximo candidato a gobernador por la alianza opositora.

Esas tensiones tienen más importancia que los reordenamientos temporarios que bullen dentro del bloque que encabeza Ritondo. En su entorno consideran que está cada vez más convencido de abrir el partido a más socios peronistas y apuntar a una orientación de centro derecha, que de acordonar el partido a los deseos de Bullrich.

“No tenemos el 41% que dice ella, tenemos mucho menos y, si no tomamos nota de los errores cometidos, vamos a tener un porcentaje mucho menor y eso va a impactar duramente acá adentro”, confesó a Letra P un ladero de Ritondo, para anticipar que las pasiones del primer semestre que termina continuarán con más fuerza hasta que, dentro de un año, comience la definición de alineamientos y candidaturas para los comicios de 2021. Una escala impensable en los tiempos de la pandemia.

Por Claudio Mardones – Letra P