Misiones Para Todos

¿Hubo reunión secreta de Wado, Máximo, Massa y Cafiero con Rodríguez Larreta?

Fingido entusiasmo provoca en el oficialismo el trance electoral del domingo 12. Piensan más en la semana siguiente a los comicios, un posible punto de partida de cambios en elencos y contenidos para aliviar un mal resultado. Otra vida.

La decisión ya se consumó en los hechos: Alberto parece apartado de la cartelera, lo instruyen o lo limitan, mientras ella se borró al Sur con el mejor estilo de Casildo Herreras, abandonando la campaña y dejando de presidir en varios actos que la tenían como obvia protagonista (en Santa Fe, por ejemplo, a favor del gobernador Perotti). Por lo tanto, le derivó a Alberto Fernández la única culpabilidad de una performance declinante que las encuestas se empecinan en anticipar. La punta de la mecha se extiende al entorno presidencial, ya resignado al tormentón de culpas: hoy sus integrantes firman pero no opinan, hacen la venia, obedecen y merodean, piensan en nuevas ocupaciones futuras. Más de uno sueña con el destino Losardo: una mujer que empezó a estudiar francés pasados los 60 años para vivir en Paris la vie en rose.

Ya en los últimos días se sacudió el árbol, más con los advenimientos que con las despedidas. Dos Martinis son los aperitivos a destacar: Insaurralde de habitual visita a Olivos como candidato a ministro o jefe de Gabinete y Redrado para un cargo más amplio, hoy estacionado en los Estados Unidos, donde ya dejó de trabajar para los nuevos empresarios de Edenor, aunque uno de ellos, José Luis Manzano, se ha constituido en uno de sus más firmes patrocinadores para ubicarlo en el Gobierno. Justo le podría llegar un llamado al economista Martín cuando cumple 60 años.

Alertas. Pero quedan muchos nudos por desatar: se supone que Insaurralde –quien dejaría a una mujer de confianza en su distrito y hoy reúne las voluntades conjuntas de albertistas y cristinistas– debería triunfar en Lomas de Zamora, difícil que lo asciendan si es derrotado. En cambio lo de Redrado parece más complejo. Solo cuenta con una ventaja: Cristina & Cía se han vuelto disconformes con el ministro Guzmán, a pesar de que él viajó insólitamente un día a Santa Cruz para explicarle las bondades futuras de su plan. Y distinguir por dónde pasaba el poder.

Se advirtieron las dificultades de Redrado en una reunión en la Casa Rosada. Como el Gobierno planifica una serie de medidas correctivas para la economía, por ejemplo suprimir ministerios y dividir en dos grandes cabezas esa responsabilidad funcional para luego presentarse con la oposicion ante el FMI, trascendió un encuentro entre Wado de Pedro, Máximo Kirchner, Santiago Cafiero y Sergio Massa con Horacio Rodríguez Larreta (curioso: Alberto estaba en la sede de Gobierno pero no participó, se olvidaron de convocarlo). Poca información sobre este presunto cónclave, inclusive no se sabe si también trataron el tema judicial –casi todos empujan para ampliar la Corte Suprema a nueve miembros–, pero dicen que se abordó el reparto ejecutivo de la continuidad económica, una garantía de consenso documental para las exigencias del organismo crediticio.

Medidas. Como se sabe, Redrado ya le alcanzó al Gobierno una sugerencia con cinco medidas elementales para concluir en una unificación del poder en un solo funcionario (obvio, él mismo, casi con el ejercicio de Domingo Cavallo como antecedente), una idea que comparte al jefe de Gobierno porteño. Así lo expuso Rodríguez Larreta, cuentan, pero inesperadamente no tuvo la aprobación de Massa, quien en todo caso se propone para ese cargo abandonando la Cámara de Diputados. Fue extraña la divergencia entre dos amigos de antaño, de felicidad extrema cuando estaban en el trencito de la alegría de Palito Ortega candidato, y además un revolcón no previsto para el exiliado en EE.UU.: siempre se consideró que Massa amparaba a Redrado bajo su faldón político.

Ahora, en lugar de 5 puntos, Massa ofrece 10 ítems para un acuerdo más amplio, una suerte de Moncloa en miniatura con aspiraciones imprecisas que van de la educación al campo, del desendeudamiento al trabajo, sin olvidar la felicidad de todos como si fuera la Constitución de los Estados Unidos. Tan loable el propósito como encargarse él mismo de esa responsabilidad en un gabinete bicéfalo, quizás concediendo la otra mitad a la jefatura de Máximo Kirchner (las cajas, como suele decirse).

Redrado, cuentan, a su vez sostiene que solo se incluiría en un área económica que contemple todos los rubros, incluyendo energía y, por supuesto, YPF. No parece que esa alternativa tiente a Cristina y Máximo, preocupados por el caudal financiero del sector, la licitación de obras y los recursos que alimentan la fábrica de militantes camporistas. Algunos refieren que Máximo le transmitió los diálogos de la reunión a su madre telefónicamente, y que  ella no parece convencida de la propuesta de Massa. También se observó otro detalle en el debate: Redrado, aunque respeta a la funcionaria, no estaría dispuesto a tener como segunda a una pupila de Alberto, Cecilia Todesca.

Tempestad. Cierto o no este encuentro, el revuelo existe en Gobierno y también el posible anticipo de cambios: lo que se pensaba iba a ocurrir después de los comicios de noviembre, parece que se acelera luego del próximo domingo. Habrá que ver la temperatura y los números del termómetro electoral. Como siempre, los mismos personajes fieles de Alberto figuran en la planchada para arrojar al mar, léase en primera fila sus tres más cercanos, Biondi, Cafiero, Vitobello.

Más que una transfusión interna, sería un motín contra el Presidente, a quien le endosarán el resultado del domingo si no es grato para el oficialismo. Tal vez una injusticia para el Presidente, ya que si bien se ha cargado de desaciertos y errores reiterados, nadie supone que  el poder político de su gobierno dependa de otra persona que no sea Cristina. Y subsidiariarmente de su hijo Máximo y La Cámpora. Y él, ahora  blindado, encerrado en una torre de cristal o con la palabra prohibida a medias, deberá pagar por vicario obediente el precio de haber pactado la servidumbre del poder. Un Fausto de la política.

Por Roberto García – Perfil