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¿Revivir al mamut para luchar contra el calentamiento global?

La empresa estadounidense Colossal anunció haber recaudado 15 millones de dólares para “resucitar” a los mamuts con el objetivo de proteger el permafrost, esas partes del suelo que nunca se descongelan. Este viejo sueño de la ingeniería genética, que consiste sobre todo en manipular los genes del elefante para salvar el clima, es cuestionable.

Desde hace varios años sueña con resucitar a los mamuts. Ahora, George Church, una estrella estadounidense de la ingeniería genética que trabaja en la Universidad de Harvard, quiere traerlos de regreso para luchar contra el calentamiento global. Tan simple como eso.

Junto con el empresario estadounidense Ben Lamm, anunció el pasado 13 de septiembre haber recaudado 15 millones de dólares para fundar la empresa Colossal y dedicarse a la resurrección de estos mamíferos, que desaparecieron hace 4.000 años.

El mamut: más muerto que vivo

El proyecto que George Church le vendió a inversionistas tan diversos como Thomas Hull, jefe del estudio de producción Legendary Entertainment (detrás de películas como ‘Jurassic Park’ y ‘Godzilla’), el fondo de inversión Animal Capital o incluso los hermanos Winklevoss, famosos por haber apoyado a Facebook al principio, parece sencillo.

Consiste en cruzar el ADN de un elefante de Asia con el de un mamut lanudo con el objetivo de devolverle la vida a este último y enviarlo a la tundra ártica, donde estos animales evitarían que el permafrost se derrita y libere al aire grandes cantidades de CO2, lo cual agravaría el calentamiento global.

La idea de que los mamuts —u otros grandes mamíferos de la era glaciar— puedan contribuir a salvar el permafrost se remonta a unos 20 años atrás.

Durante la época en la cual estos ancestros de los elefantes paseaban por la tundra, solían aplastar la hierba y el musgo en el suelo, tumbar árboles y aplanar la nieve. Sin quererlo, de esta manera contribuían a que el permafrost se mantuviera lo más frío posible: el musgo no conduce tan bien el calor como los árboles en verano y la nieve aplastada aísla menos el subsuelo del frío ambiente en invierno que la nieve en polvo, explicaba Paul Mann, un geógrafo británico en un artículo publicado por la página web The Conversation en 2018.

Incluso, desde 1996 se ha llevado a cabo un experimento en tamaño real en pleno corazón de Siberia, donde zoólogos rusos tienen “en 16 km2 la tundra de la época de los mamuts”, cuenta Charlotte Wrigley, una investigadora de la universidad Queen Mary de Londres que visitó esta reserva, contactada por France 24. “Introdujeron animales existentes que habrían podido evolucionar en ese ambiente durante esa época para observar el efecto en el permafrost, y los primeros resultados fueron más bien positivos”, resalta.

No es “des-extinción”

George Church y sus grandes sueños de mamuts resucitados para la gran causa climática se inscriben dentro de este razonamiento. Pero el proyecto de Colossal debe ser manejado con cuidado, según varios especialistas entrevistados por France 24.

En primer lugar, “no se trata de resucitar a los mamuts, sino esencialmente de modificar genéticamente a los elefantes, introduciendo unos cuantos cientos de genes de mamuts lanudos”, resalta Love Dalén, investigador del Centro de Paleogenética de Estocolmo y especialista en el ADN del mamut.

El animal que los equipos de Colossal quieren crear ni siquiera sería una nueva especie o un híbrido, sino simplemente un elefante de Asia potenciado con el ADN del mamut para soportar mejor el frío.

Si bien a los abogados de estas manipulaciones genéticas les gusta hablar de resucitar —o más precisamente de “des-extinguir” (“de-extinct” en inglés) — al mamut, es “porque es un término emocionalmente más cargado que da la impresión de que se trabaja por una causa noble: regresarle la vida a una especie que, para algunos, habría desaparecido en parte por culpa del ser humano”, apunta Charlotte Wrigley.

Una manera de presentar las cosas que puede parecer moralmente más aceptable ante los ojos del gran público que la realidad: “Estos trabajos tienen el objetivo de manipular el código genético, con una manera de proceder que no tiene nada de natural, lo cual no quiere decir que esté bien o mal, sino que supone otra serie de preguntas éticas y científicas”, resume Victoria Herridge, especialista en biología de la evolución del Museo de Historia Natural de Londres, contactada por France 24.

Éticamente cuestionable

Y una de esas preguntas, desde un punto de vista científico, es encontrar los genes de los mamuts que podrían ayudar a los elefantes a tener ese pelaje de lana que los protege mejor del frío ártico. En efecto, “actualmente, no se tiene ninguna idea de lo que, genéticamente hablando, le permitiría a los mamuts tener esa resistencia al frío. Y descubrirlo para que los elefantes se beneficien de ello requerirá de mucho trabajo”, afirma Love Dalén.

Éticamente, este investigador tampoco está convencido de la legitimidad de esta metodología. Actualmente, el único medio para hacerlo sería extraer un óvulo de una elefante hembra con el objetivo de inyectar ADN de mamut. Pero “los elefantes ya están en peligro de extinción y se debería dejar que las hembras tengan crías de elefante para darle a la especie las mejores oportunidades posibles de supervivencia”, afirma el investigador sueco.

Un conservador ambiental frente a un grupo de elefantes en Xishuangbanna, sureste de China, el 20 de julio de 2021
Un conservador ambiental frente a un grupo de elefantes en Xishuangbanna, sureste de China, el 20 de julio de 2021 Hector RETAMAL AFP

George Church y sus equipos son conscientes de este dilema ético y Colossal asegura que la cría llegaría al mundo gracias a un útero artificial y a un óvulo sintético. Pero en este caso, también se trata de una tecnología “que todavía no se domina”, resalta Victoria Herridge.

Sin embargo, el intento vale la pena porque el objetivo sería proteger el clima contra la bomba de tiempo que dormita bajo el permafrost. Salvo que el objetivo anunciado “es ridículo”, sostiene Love Dalén. “No hay la más mínima prueba científica de que una manada de mamuts salve el permafrost de la tundra ártica”, añade.

El experimento llevado a cabo en Siberia desde hace 20 años no constituye una prueba científica y es “meramente anecdótica”, afirma Dalén, si bien considera muy interesante su observación.

Científicamente prometedor

Incluso aunque existiera la prueba, un solo mamut no haría la diferencia. “Se necesitaría entonces un programa de repoblación de una gran magnitud y es difícil creer que tendremos el tiempo ante la emergencia climática”, explica Victoria Herridge.

No obstante, y paradójicamente, todos los científicos entrevistados piensan que las investigaciones realizadas por Colossal pueden resultar muy importantes, incluso cruciales. “Seguramente habrá avances científicos que resultarán de esos trabajos, que nos permitan entender mejor las técnicas de modificación genética”, afirma Victoria Herridge.

Avances que tal vez puedan darle al ser humano las herramientas necesarias para salvar especies amenazadas. “Hay especies en peligro que están condenadas a desaparecer, salvo si logramos modificar sus genes”, asegura Love Dalén. En efecto, estudios han demostrado que hay más riesgos de que aparezcan enfermedades genéticas graves en el seno de especies con pocos miembros. Para estos animales, las técnicas de edición genética desarrolladas para “resucitar” al mamut podrían cambiar la situación.

Este es un objetivo ambicioso en sí mismo, no es necesario prometer la Luna y los mamuts. Pero tal vez para atraer a los inversionistas se debía soñar en grande. ¿Y qué más imponente que un mítico mamut?

Por Sébastian Seibt- France24