Misiones Para Todos

Salud o economía: la procesión va por dentro

El debate que no se ve. Las advertencias del team Todesca-Kulfas-Guzmán-Marcó del Pont sobre el agotamiento del Estado benefactor. El fantasma del ajuste.

Sin estridencia, el debate también existe dentro del gobierno nacional. Con cien mil casos registrados, el virus concentrado en el AMBA y una vacuna que, en el mejor de los casos, llegará para fin de año, la pospandemia de la que tanto se habla queda al otro lado de un desierto de extensión todavía desconocida. Los funcionarios de Alberto Fernández reconocen que la apertura que se anuncia es producto de un desgaste múltiple y, aunque la prioridad sigue siendo evitar un desborde sanitario, la economía no aguanta más un estado prolongado de parálisis.

Parado como equilibrista entre Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, el Presidente también tiene el dilema instalado en su gabinete. Se llame como se llame, la tensión entre economía y salud se profundiza a medida que pasan las semanas y los meses. En el Gobierno reconocen que hace falta salir cuanto antes de la cuarentena dura y volver a impulsar la actividad económica con protocolos para la etapa que viene. No sólo es la demanda del sector empresario que desde el minuto uno presiona para salir del aislamiento sino, sobre todo, la imposibilidad del Estado de seguir financiando al grueso continente de afectados. Eso explica que se destaque la baja de la tasa de letalidad y la ralentización del avance del virus para avanzar hacia una cuarentena más flexible y se ponga en segundo plano que en el AMBA está ocupado casi el 60% de las camas de terapia intensiva.

Las compensaciones que el Estado entrega son más que considerables si se tiene en cuenta que la administración pública está desfinanciada y sobreendeudada y sufre el derrumbe de la recaudación. Pero representa un esfuerzo extraordinario para el Estado y no termina de compensar a los perdedores.

El Gobierno elige entre escenarios no deseados en busca del mal menor. Evitó un escenario catastrófico como el de Brasil y pudo preparar al sistema para no vivir situaciones dramáticas como en otros países de América Latina. Pero, en el aspecto económico, está el reverso de los logros sanitarios. Aunque la crisis es global y, como dice Fernández, la economía se derrumba aún en los casos donde no rige la cuarentena, en pocos lugares la parálisis pega como en Argentina. Nadie viene de diez años de bajo crecimiento y recesión, incluidos los cuatro años recientes de ajuste y devaluación que dejó el experimento gobernante de Mauricio Macri.

ECONOMISTAS VS. SANITARISTAS. Después de ser el primero en alertar, en marzo, sobre los efectos del aislamiento extremo en la economía, Kicillof hizo un viraje radical y se aferró a la cuarentena estricta por miedo a un colapso sanitario. Sin embargo, ahora todo indica que también quiere aflojar con el encierro.

De un lado pesan González García, Vizzoti y los médicos del Comité de Expertos. Todesca, Kulfas, Guzmán y Marcó del Pont advierten, cada día, la debacle de la economía real.

Igual que le pasa a Rodríguez Larreta en el gabinete porteño, Fernández escucha dos visiones no siempre complementarias sobre los efectos que genera el virus. Si de un lado pesan Gines González García, Carla Vizzoti y el Comité de Expertos que guía al Presidente desde marzo, del otro se ubica el gabinete económico. La vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca; el ministro de Desarrollo Productivo, Martín Kulfas; el ministro de Economía, Martín Guzmán, y la titular de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, son los que advierten, cada día, la debacle de la economía real: el derrumbe de la recaudación, el descenso en la actividad económica con eje en la industria, la caída del empleo y, sobre todo, la imposibilidad de seguir sosteniendo un ritmo de emisión como el que se activó en los meses de cuarentena estricta.

Como parte de la nueva estrategia de Fernández, Todesca salió a hablar en público con un diagnóstico lapidario sobre el presente y sobre el futuro, lejos de abonar las esperanzas de un rápido rebote. Mientras negocia con los grandes fondos y lleva al límite el esfuerzo de las arcas estatales para hacer una oferta que se aproxime al menos a las exigencias de BlackRock y compañía, Guzmán tiene claro que no hay forma de afrontar lo que viene sin salir -en forma gradual- del aislamiento extremo.

El ministro se lo dijo a La Nación, el fin de semana: “La Argentina no tiene acceso al financiamiento que tienen otras economías con finanzas sanas. Actuamos en una forma inmediata para asegurar que protegemos de la pandemia a los que caen en situación de vulnerabilidad y (…) buena parte de la expansión monetaria fue absorbida en activos en nuestra moneda. Igualmente, hay que mirar esto con cuidado porque hay fragilidades”.

“DISRUPCIONES SOCIALES”. En la residencia de Olivos, se escucha la advertencia de los propios sobre las “disrupciones sociales” que pueden aparecer si el esquema frágil de compensaciones no alcanza y son los intendentes del conurbano los que refuerzan ese aspecto con sus reclamos.

De acuerdo al último informe de la consultora Analytica, la pandemia está produciendo una recesión inédita, por fuerza y velocidad. En sólo dos meses, el PBI cayó más de 25%. A pesar de semejante impacto, las consecuencias no son lineales y la destrucción de empresas es similar a la de otras crisis recientes, como la de 2018-19. Para el sector empresario, el último Macri fue tan nocivo como el COVID 19 y en algunos casos fue directamente “peor” que la pandemia, como lo afirmó la semana pasada el textil Teddy Karagozian.

Donde se siente con fuerza el impacto de la parálisis es en el empleo. Según la consultora de los economistas Ricardo Delgado y Rodrigo Álvarez, esta crisis generó más despidos que la anterior, pese al DNU presidencial, la doble indemnización y la reducción de salarios que impuso el acuerdo UIA-gobierno-CGT. Entre enero y marzo de 2018 se destruyeron 27 mil puestos de trabajo registrados, mientras que entre febrero y abril de este año se perdieron diez veces más, según el Ministerio de Trabajo: 274 mil empleos.

Para Analytica, la explicación está en que el Covid-19 no generó una devaluación de shock y el ajuste de los salarios en dólares no fue tan brutal como en 2018, ni suficiente para frenar los despidos. Esto, sin olvidar los créditos de la AFIP a las empresas y el auxilio del ATP por el cual Fernández decidió pagar la mitad del sueldo de unos dos millones y medio de trabajadores en los meses de la cuarentena.

DE DÓNDE SACAR. El Gobierno busca desde hace tiempo recortar las transferencias de ingresos. Lo intentó con el ATP de junio, pero finalmente tuvo que ceder ante la presión empresaria que motorizó la UIA. Aun saliendo de la cuarentena, el camino será largo: Google Earth le muestra a los ministros que, donde hay reapertura, persiste el escaso movimiento y la demanda no se recupera tan rápido como hace falta. El plan de paliativos que Fernández prepara y se anuncia como inminente tendrá un efecto limitado, que en muchos casos tardará en llegar. Para un salvataje sostenido al sector privado, hace falta una batería de recursos que el Estado peronista hoy no tiene.

Después de tres meses de ser anunciado, el impuesto a las grandes fortunas persiste como promesa. Si se presenta en los próximos días, como se dice, habrá que ver si tiene los votos. Sin embargo, el cambio que hace falta no se resuelve con una contribución por única vez, por más importante que se crea que puede ser. Un funcionario que pasa la mitad de su día en Olivos le dijo a Letra P que “no hay de dónde sacar” sin avanzar en cambios estructurales que garanticen un flujo de ingresos no excepcional, algo que, en el mejor de los casos, llevará su tiempo lograr.

Por último, está la deuda. Segun la consultora ACM, entre la primera oferta de Guzmán y la última hay una diferencia de nada menos que 16.000 millones de dólares que el Gobierno se compromete a aportar para llegar a un acuerdo con los bonistas. El período de gracia que era de tres años pasó a ser de un año y medio, Fernández comenzará a pagar deuda durante su gestión y el ajuste flota en el horizonte del Frente de Todos, salvo que el “Nuevo Fondo” acepte darle financiamiento sin exigir nada a cambio, algo que representaría un giro histórico, ya no discursivo, como el que ensaya por ahora.

Por Diego Genoud – Letra P