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Jacqueline Sauvage, la francesa que mató de tres tiros a su marido abusador y obtuvo la gracia presidencial

En 2012, ponía fin de la peor manera a un calvario de 47 años. Siempre dijo que ella “no era culpable” de lo que pasó. Su caso abrió el debate sobre la violencia de género y los límites de la legítima defensa.

¡Levantate, vaga! ¡Andá a hacer la sopa”, le gritó Norbert Marot a su esposa tras irrumpir en la habitación donde dormía la siesta y darle un puñetazo en la cara. Luego se sirvió un whisky y se sentó en el jardín de su casa. Para Jacqueline Sauvage, fue la humillación que anticipaba el desastre. Agarró la escopeta que guardaban en un placar y de tres tiros por la espalda puso fin a un infierno de 47 años.

Esta escena ocurrió hace poco más de 10 años, el 10 de septiembre de 2012, en un pueblito del centro de Francia. El caso de Jacqueline Sauvage se volvió enseguida emblemático al abrir un debate sobre la violencia machista y los límites de la legítima defensa.

Sauvage fue condenada dos veces a 10 años de cárcel por el tribunal, de los que cumplió cuatro, hasta ser indultada por el presidente Francois Hollande en 2016. Murió en 2020 a los 72 años, con una condena vigente de la Justicia pero la absolución de la opinión pública.

Un romance adolescente y 47 años de abusos

Sauvage tenía 16 años cuando conoció a Marot. “Era atractivo y seductor. Todas las mujeres estaban enamoradas de él. Que me elija a mí me daba la impresión de que existía”, recordó la mujer en una entrevista con la revista Paris Match.

A los 17 quedó embarazada y, en contra de la voluntad de su familia, decidió casarse con Marot. La alegría de los primeros días duró poco. “Pronto descubrí su carácter colérico y malo”.

Los primeros golpes vinieron tras el nacimiento de la primera de sus cuatro hijos, Sylvie, una noche que fueron a cenar a la casa de amigos y le elogiaron su vestido. Cuando llegaron a casa, la insultó y le dio un brutal cachetazo que la dejó “impactada”.

Lo que siguió fueron 47 años de malos tratos, golpizas y abusos sexuales, de los que ninguna de las tres hijas de la pareja pudo escapar.

“Cuando llovían los golpes, lo dejaba hacer para que cesara lo más rápido posible y evitar que atacara a los niños”, recordó Sauvage, que se ponía en “modo de supervivencia”.

Durante un tiempo le buscó excusas a su marido, en su infancia difícil y “esperaba que algún día formáramos una familia normal”. Luego “se instaló en una rutina. Mi vida se convirtió en un hábito”, dijo. Un hábito marcado por la violencia, el miedo a las represalias si lo denunciaba, el miedo a quedarse en la calle y sin un peso si lo dejaba.

“Las cuentas bancarias estaban a su nombre y yo ya no tenía amigos. Solo visitábamos a su gente. También me aisló de mi familia”, recordó sobre el poder que su marido ejercía sobre ella. Según dijo, Marot la anuló tanto física como psicológicamente.

El día en que Jacqueline Sauvage mató a Marot

Durante el juicio, Jacqueline Sauvage dijo que el día en que mató a Marot, “algo le hizo clic en la cabeza”. Cuando su marido la golpeó y la arrastró por los pelos en la habitación, también amenazó con matarla a ella y sus hijos.

“Ese día fue diferente. Había un brillo extraño en sus ojos, una entonación peculiar en su voz, en sus gritos. Vi a mis hijos muertos”, recordó la mujer.

“Agarré la escopeta en la habitación y la cargué. Él estaba abajo en la terraza, sentado de espaldas. Me acerqué y disparé, disparé, disparé, cerrando los ojos. Dudé al disparar el tercer tiro”, contó.

Después de matar a Marot, lo primero que hizo Jacqueline fue llamar los Bomberos y a su único hijo varón, Pascal. Este no respondía. La mujer aún no lo sabía, pero él se había ahorcado en la víspera.

Cuando los gendarmes golpearon a la puerta de su casa de la localidad de la Selle-sur- le-Bied, en el centro de Francia, Jacqueline se entregó sin resistencia.

El juicio y la condena a Jacqueline Sauvage

Dos años después, el 23 de octubre de 2014 comenzó el juicio a Jacqueline Sauvage por asesinato. Duró cinco días.

Ante el tribunal, familiares y amigos de Sauvage dieron fe del infierno en el que vivía la familia, bajo el dominio de Marot. “En el pueblo todos lo sabían, pero nadie se movió. Le tenían miedo. Algunas personas habían presentado denuncias en su contra tras haber sido agredidos, pero sin resultado”, recordó Sauvage en una entrevista.

“Lamento decir eso, pero estoy feliz, aliviada”, señaló una de sus vecinas al hablar de la muerte de Marot en la corte. “Gracias, nos has hecho un favor. Estamos tranquilos”, dijo otro de sus vecinos, según medios franceses.

El fiscal general había pedido 14 años de cárcel para la mujer, al considerarla culpable de asesinato. Pese al duro testimonio de sus hijas, que dijeron haber padecido abusos y golpes de su padre, el tribunal consideró que no había pruebas suficientes de la violencia de Marot, descartó la legítima defensa y condenó a la mujer a 10 años de cárcel.

Según las palabras dela periodista Chloë Cambreling, de la emisora France Bleu, en el juicio Sauvage se mostró “distante” y “a menudo callada” ante las preguntas del presidente del Tribunal. Le costaba expresar sus emociones ante un sistema judicial claramente patriarcal que le hacía preguntas cómo “¿Por qué se callaron durante 47 años? o “¿Por qué no se fue?”.

“Nuestro silencio se debe a que teníamos que protegernos unos a otros. Sabíamos que iba a terminar mal”, respondió Sauvage.

El 28 de octubre de 2014 se dictó sentencia: 10 años de prisión. Un segundo juicio en 2015 confirmó la pena.

Los magistrados se apegaron a lo que dictaban las leyes francesas, que reconoce la legítima defensa bajo una triple condición: debe responder a una agresión injustificada, realizarse en el mismo momento del ataque y ser proporcional. También le reprocharon a Sauvage “no cuestionarse lo suficiente el acto que cometió” y “mantener una postura de víctima”.

Convertida sin quererlo en un icono de una víctima de la violencia machista, Jacqueline Sauvage permaneció cuatro años en la cárcel. En 2016 obtuvo un indulto del presidente François Hollande en 2016 tras una masiva campaña a favor de su liberación y después de que el mandatario recibiera a sus hijas.

Más de 400.000 personas habían firmado una petición de la militante feminista Karine Passard que exigía la liberación de Sauvage.

“Este juicio no tuvo en cuenta el sufrimiento y los desafíos que soportaron esta mujer y sus hijos. No tiene en cuenta que la sociedad en su conjunto es responsable y cómplice de este drama, cómplice del silencio y la omertà que reinó en torno a esta violencia durante 47 largos años”, escribió Plassard.

En una entrevista con el sitio TV5, la militante feminista sostuvo que “los jueces se niegan a reconocer que estas mujeres corren peligro de muerte”. “Le negaron el estatuto de víctima porque ella mató. Y nosotros decimos que no es porque mató que no es una víctima”. El día en que mató a su marido, tuvo un gesto de supervivencia, porque después de 47 años de violencia, pensó que ese día iba a morir”.

El miércoles 28 de diciembre de 2016, pocos días después de cumplir 69 años, Sauvage salió de la cárcel. “Obtuvo el más lindo de los regalos de cumpleaños”, dijo una de sus abogadas, Janine Bonaggiunta, al elogiar el “gesto fuerte” de Hollande.

Jacqueline Sauvage: “No soy en absoluto culpable”

En una de las primeras entrevistas que dio tras su liberación, Sauvage dijo que “no era en absoluto culpable”. En diálogo con Paris Match, sostuvo, sin embargo, que “lamentaba haber matado a una persona”.

“No era mi voluntad, estaba al límite, solo quería que todo eso termine. Mi gesto no fue un gesto de venganza, sino de superviviencia”, aseguró. “Lo que hice es horrible, pero es un alivio, para mí y para mis hijos. Aún lo veo en mis pesadillas”, agregó sobre la muerte de Marot.

Sauvage vivió los últimos cuatro años de su vida en libertad. Murió el 23 de julio de 2020, a los 72, en la casa donde ocho años antes había matado a su marido.

“Con su historia, Jacqueline Sauvage ayudó a dar a conocer la existencia de estas mujeres que luchan durante años a puertas cerradas. Es la historia de una mujer que sufrió un martirio en el seno de su familia, pero también después, por culpa de la incomprensión de los magistrados”, declaró una de sus abogadas, Nathalie Tomasini.

Tras su muerte, la actriz Muriel Robin, que encarnó a Sauvage en una producción televisual, reveló una de las últimas conversaciones que había mantenido con ella.

“Cuando la llamaba y le preguntaba como estaba, ella me contestaba: ‘No tengo más miedoEstá bueno levantarse a la mañana y no tener más miedo’”.

Por Stephane Bailly – TN