El profesor de la Universidad de Chicago, el primero que alertó sobre el ascenso de Beijing, advirtió, en charla con Leandro Darío para Perfil, que esa rivalidad se trasladará a la región.
—En una entrevista con “Nikkei Asian Review”, usted dijo que China intentará dominar el este de Asia, de una manera similar a la de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental. ¿Intentará Beijing socavar la hegemonía de Washington en las Américas?
—Creo que el principal objetivo de China será establecer hegemonía en Asia. Después de hacerlo, incursionará en el Hemisferio Occidental de una manera seria. Mucha gente nunca se pregunta por qué Estados Unidos está inmiscuyéndose en todo el planeta, interfiriendo en la política de todos los países. La respuesta es que está tan seguro en el Hemisferio Occidental, su superioridad es tan clara, que es libre de interferir en la política de otros países en todo el globo. Eso es algo que China no quiere. Lo que quiere es que EE.UU. tenga que enfocar un montón de su atención en Sudamérica y América Central para que no pueda hacerlo en la política china.
—¿En qué países de Sudamérica o América Central intentará China interferir?
—China tendrá una mentalidad abierta al relacionarse con países del Hemisferio Occidental. Obviamente Venezuela y Cuba son sus socios naturales. Pero imagino que hará un gran esfuerzo por tener una buena relación con Canadá y México, y con Brasil y Argentina.
—¿Cree que la competencia entre Estados Unidos y China puede culminar en una guerra?
—Es una posibilidad real. No creo que sea inevitable. Hay que recordar que Estados Unidos y la Unión Soviética tuvieron una intensa competición de seguridad durante 45 años en la Guerra Fría. Y estuvieron cerca de enfrentarse en la crisis de los misiles cubanos. Pero nunca hubo una guerra caliente en la que estuvieran directamente involucrados. Hubo guerras a través de proxies. Es posible que tengamos una competición de seguridad entre Estados Unidos y China que dure décadas y que no haya una guerra. Y esperemos que ese sea el caso. Pero es posible que haya un conflicto armado, mucho más entre EE.UU y China que entre EE.UU. y la URSS en la Guerra Fría. Y eso es por razones geográficas. En gran parte, era muy difícil una guerra con la Unión Soviética porque el principal punto en conflicto estaba en Europa Central. Una guerra allí hubiera sido catastrófica. Y por eso, fue casi imposible que sucediera. Si ves la geografía en Asia, los puntos significativos de competición son el Mar del Sur de China, el Mar de China Oriental, Taiwán, y la península coreana. Allí es más fácil imaginar una guerra limitada entre China y Estados Unidos. No me sorprendería si se involucraran en un conflicto armado en algún momento del año que viene. No digo que sea probable que suceda, digo que es un escenario posible, porque implicaría una guerra en el agua que no llevaría a una escalada automática. Sería una guerra limitada. En la Guerra Fría era casi imposible imaginar esos conflictos limitados porque mucha de la competición entre Estados Unidos y la Unión Soviética se centraba en Europa Central, donde tenías gigantescos ejércitos armados hasta los dientes con miles de armas nucleares luchando en uno de los lugares más densamente poblados del planeta.
—¿Qué debería hacer la Casa Blanca para ganar esta competencia con China?
—Estados Unidos básicamente tiene que formar una coalición balanceadora para contener a China, muy parecida a lo que hizo en la Guerra Fría para contener a la Unión Soviética. Necesita una alianza militar en Asia similar a la OTAN para contener el ascenso de China. La administración de Donald Trump hizo un trabajo pésimo al tratar que nuestros aliados se integrasen en una formidable alianza militar. La segunda cosa que EE.UU. tiene que hacer, y Trump lo está tratando, es desacelerar el crecimiento de China y asegurarse que no se transforme en el país dominante del mundo en las tecnologías más sofisticadas. Los chinos dejan hoy muy claro que ellos intentan no sólo desafiar, sino también derrotar a EE.UU. en Inteligencia Artificial, 5G, etc. Tenemos que contener a China con una coalición balanceadora y derrotarla en el frente económico y tecnológico.
—¿Cambiará la política exterior si gana Joe Biden las elecciones en noviembre?
—Si Joe Biden se convierte en presidente, Estados Unidos continuará tratando a China como un peligroso rival e impulsando políticas para contenerla. El pivot hacia Asia, que es cuando EE.UU. comenzó a pensar seriamente en contener a China, ocurrió en 2011 cuando Barack Obama era presidente y Hillary Clinton secretaria de Estado. Los demócratas consideran a China como una amenaza seria que debe ser contenida. En ese sentido, no veremos demasiados cambios. Sí habrá cambios positivos en la relación con los aliados asiáticos. Biden hará un mejor trabajo a la hora de tratar con ellos. El único interrogante interesante es qué hará en el frente económico y comercial. Ahí creo que hará menos ruido, habrá una retórica menos caliente, pero, sin embargo, Biden se esforzará mucho más que Trump para desacelerar el crecimiento económico chino y fomentar el estadounidense.
—En el artículo “Bound to Fail: The Rise and Fall of the Liberal International Order” usted escribió: “Una intensa competición de seguridad de China y Estados Unidos será el tema central de la política internacional en el siglo XXI”. ¿Qué alianza militar podría formar China para enfrentar a Washington?
—Es probable que los chinos construyan un sistema de alianza militar en Asia para contrarrestar la alianza estadounidense. Habrá un puñado de países en esa alianza, entre ellos Corea del Norte, Camboya, Laos y Pakistán. Está la duda de si Myanmar estará con los chinos. Creo que hay una gran chance. Y más importante aún: ¿qué pasará con los rusos? Hoy están bastante cercanos y aliados a China. Creo que con el paso del tiempo, Estados Unidos hará un gran esfuerzo por desvincular a Rusia de China y por tenerla en su coalición balanceadora. Pero esa claramente no es la situación hoy.
—Vladimir Putin parece ser un gran estratega geopolítico. ¿Qué incentivos tendría para jugar del lado estadounidense?
—No hay dudas que Putin es un estratega brillante. Y creo que él por un largo tiempo quiso tener una mejor relación con Estados Unidos. Pero por la expansión de la OTAN y de la Unión Europea y por la Revolución de los Colores en Europa del Este (Revolución Naranja en Ucrania), Occidente envenenó la relación con Rusia. De hecho, los hemos empujado a los brazos de los chinos. El interés de Estados Unidos es tener a Rusia como aliada en contra de China. ¿Qué deberían hacer los rusos? Creo que la estrategia más inteligente es no estar aliados firmemente ni con EE.UU. ni con China, tratar de quedarse al margen y no involucrarse demasiado en una competencia por la seguridad ni en una guerra entre Beijing y Washington, si se declarase alguna. Por estupidez, los estadounidenses empujamos a los rusos hacia los chinos. Pero al mismo tiempo, creo que los rusos están nerviosos con ir demasiado lejos y meterse de lleno en la cama con Beijing. Lo que en definitiva intentarán hacer es tener buena relación con Beijing, especialmente por la hostilidad entre Occidente y Rusia. Pero al mismo tiempo no acercarse demasiado. Porque no quieren alienar a Occidente y Estados Unidos más de lo que tienen que hacerlo. La cuestión clave sobre qué hará Rusia en el futuro estará en función de cuán poderosa se convierta China. Si China sigue creciendo económicamente de una manera impresionante, creo que los rusos se aliarán con EEUU. Comparten fronteras con China. Casi fueron a la guerra en 1969. Tienen muchas razones para temer. Al mismo tiempo, Estados Unidos estará en apuros por contener a esta China en ascenso y necesitará toda la ayuda que pueda conseguir. Y eso conducirá a formar una alianza con los rusos.
—Muchos analistas sostienen que Estados Unidos intenta desacoplar su economía de China. ¿Qué cooperación económica cree que habrá en el futuro entre los dos países?
—Obviamente ha habido una enorme cooperación económica entre Estados Unidos y China en las últimas décadas. De hecho, EE.UU. ha jugado un rol clave en ayudar a China a crecer económicamente. En cambio, ahora está aminorando, sino retrotrayendo, mucha de esa relación económica. Estados Unidos y China no serán tan económicamente interdependientes en diez años como lo son hoy. No hay dudas. Washington intentará desvincularse de las actuales cadenas de suministro y ser menos dependiente económicamente de Beijing. Sin embargo, todavía habrá una enorme cantidad de intercambio económico entre los dos y, también, entre China y sus rivales del Este asiático, países como Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas. No hay manera que se termine todo eso. En el futuro, la situación en el este asiático será análoga o similar a la de Europa antes de la Primera Guerra Mundial. En ese entonces, había en Europa una significativa competición de seguridad. Tenías la Triple Entente, Francia, Reino Unido y Rusia, contra la Triple Alianza, Alemania, el Imperio Austro Húngaro e Italia. Y esta intensa competición por seguridad llevó a la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914. Al mismo tiempo, había una enorme cantidad de intercambios económicos entre los principales jugadores. En el futuro, en el este asiático habrá bastante intercambio y, al mismo tiempo, una intensa competencia de seguridad.
Los consejos a la Argentina
¿Qué le recomendaría John Mearsheimer al Gobierno de Argentina para lidiar con la creciente rivalidad y hostilidad entre China y Estados Unidos? “Creo que lo principal que Argentina debiera hacer es asegurarse de no involucrarse militarmente con China. Porque eso la dejaría atrapadoa entre Estados unidos y China”, asegura el académico, crítico del aventurismo militar de su país y de las “guerras eternas” en Irak y Afganistán. Planteado ante ese escenario hipotético, Mearsheimer no duda: “Estados Unidos haría un enorme esfuerzo para forzar a Argentina a romper su relación militar con China”.
“Lo que Argentina debiera hacer es esforzarse por tener fuertes relaciones económicas tanto con China como con Estados Unidos. Sacar ventajas de esos dos países en el mejor de los sentidos y usar sus relaciones para que crezca la economía”, agrega. Su receta es clara: mantenerse lejos de la competición militar entre las dos superpotencias y, al mismo tiempo, maximizar el intercambio económico con ambos.
En tanto, Mearsheimer no cree que la Estación Espacial china en Neuquén sea un eventual blanco en un conflicto armado con EE.UU. “Si hubiese una gran base naval china en Argentina, ese sería el blanco”, asegura el prestigioso académico.