En las últimas horas trascendió una nueva versión del proyecto de la Ley Ómnibus, con el que intentarían pasar un cambio de la fórmula de movilidad de las jubilaciones. Se trata de un nuevo intento de robo a los jubilados que tiene por objetivo garantizar el plan de ajuste. La última formulación mantiene la actualización de las jubilaciones hasta marzo como funciona en la actualidad y, a partir de abril, aumentaría mensualmente conforme a la inflación. ¿Qué hay detrás de esto?
En las últimas horas trascendió una nueva versión del proyecto de la Ley Ómnibus, con el que intentarían pasar un cambio de la fórmula de movilidad de las jubilaciones. Se trata de un nuevo intento de robo a los jubilados que tiene por objetivo garantizar el plan de ajuste. La última formulación mantiene la actualización de las jubilaciones hasta marzo como funciona en la actualidad y, a partir de abril, aumentaría mensualmente conforme a la inflación. ¿Qué hay detrás de esto?
El robo en tres partes
Luis Caputo y Javier Milei quieren aparentar que “cuidarán a los jubilados” proponiendo un cambio de fórmula ajustando los haberes por inflación a partir de abril, pero en realidad se trata de un nuevo robo, ya que lo harán una vez consumado una nueva rebaja de las jubilaciones a niveles de mayor miseria. De esta forma mantendrán por el piso el poder adquisitivo, sin posibilidad de recuperación.
El nuevo robo a los jubilados se puede analizar en tres partes relacionadas a la forma de actualización de los haberes. El cambio mantiene la actualización de las jubilaciones según la movilidad previsional en marzo y, a partir de abril, el mismo sería mensual conforme a la inflación.
El problema es que por un lado se aprovechan de las falencias de la movilidad jubilatoria actual y la discrecionalidad a cargo del Gobierno de turno. Esto les permite hacer un shock inflacionario para licuar las jubilaciones agudizando el problema, y congelando los bonos por debajo de la inflación. Estas pérdidas que se harán entre diciembre y marzo no solo no las recompondrán sino que serán las bases para el ahorro fiscal que están buscando.
En el momento que la fórmula podría hacer alguna recomposición (el efecto rezago de la movilidad tiene por lo menos 3 meses), sobre la base de jubilaciones pulverizadas ya que borran la inflación de enero y aplican con 2 meses de rezago la de febrero, lo atan a la inflación, y te lo venden para que no sigan perdiendo. Pero el diablo, Caputo y Milei, están en los detalles y la idea, en realidad es para ponerle un techo a estas nuevas y más bajas jubilaciones para que ya no puedan recuperar.
Robo 1: congelamiento del bono, te pagan 2 jubilaciones en lugar de 3
El primer impacto tiene que ver con una pérdida equivalente a un mes entero de jubilación entre diciembre y febrero. Esto se da porque al tener una actualización rezagada por 3 meses. La fórmula se ajusta con el 50% del aumento de salarios o RIPTE entre octubre y diciembre y otro 50% con la recaudación tributaria interanual del último trimestre del año. Es por eso que es un ajuste que tiene un efecto rezago importante: en marzo recién se utiliza la información hasta diciembre., la inflación enorme que estamos atravesando y vamos a tener entre diciembre y febrero, estará entre los 75% y 85% (utilizando incluso la información que difunde el Gobierno a través del REM), mientras que la jubilación mínima se mantendrá sin ajuste.
Recién en marzo se actualizarían las jubilaciones por la fórmula actual, pero la pérdida de ingresos en estos 3 meses, asumiendo que mantendrán el bono de $55 mil estará en alrededor $150 mil para los que reciban la jubilación mínima. Si durante 3 meses de alta inflación te pagan lo mismo, cada vez te alcanza para comprar menos y alguien está perdiendo ese diferencial: es el jubilado.
Robo 2: se saltean el ajuste en el momento de máxima inflación
El segundo impacto está relacionado a un robo estructural, un nuevo punto de partida. Debido a que la idea de la ley es modificar este aspecto para que luego sea mensual, deja una nueva base muy por debajo. La actualización por movilidad rondará los 30/35%, mientras que la inflación en el mismo período será 70/75%. Ese diferencial de inflación quedará perdido para hacer “tabula rasa”. La estimación indica que la nueva base de los haberes será entre un 23% y un 30% inferior (en términos reales) a la ya miseria que se cobraba en diciembre 2023.
De esta manera y armando diversos escenarios podemos ver que si mantuvieran un bono de $55 mil en marzo, la jubilación pasaría a $191 mil, mientras que si los haberes se actualizaran en base a la inflación estimada en 70% (según lo que publicó REM), debería estar en $273 mil. Esto da una base de pérdida de casi el 30% en solo 3 meses. Consolidada a la pérdida de los últimos 8 años, estamos hablando de 50% de caída de la jubilación mínima real.
Si el bono fuera ajustado por la movilidad (un estimado de 30%), la jubilación pasaría a un valor de $207 mil. En ese caso la pérdida estaría en 24%. La caída del poder de compra de los haberes en los últimos 8 años sería de 45%. Si incluso quisieran sacar el bono y que quede todo en base a la fórmula, la pérdida en 3 meses sería 50%, mientras que la acumulada en 8 años estaría en 64%.
Finalmente y para el caso de algún jubilado que esté en $300 mil hoy, la jubilación pasará a un valor cercano a $387 mil, mientras que la misma ajustada por inflación debiera ser $509 mil. Una pérdida de 24%. En caso de querer saber cuánto debiera ser su jubilación si la misma hubiera estado ajustada por inflación en los últimos años: se observa una pérdida de 66% en los haberes reales.
Como vemos en los diferentes escenarios, en solo 3 meses la pérdida estaría alrededor del 25%.
Robo 3: la posible quita del bono
Un tercer impacto tiene relación con la discrecionalidad de los bonos. Esto no es nuevo, sino una continuidad a una práctica que nos acostumbró el Gobierno de Alberto Fernandez. El último pago de jubilación mínima fue de $160 mil, de los cuales el 34% tuvo un bono discrecional. Esto permite que el Gobierno de turno tenga un poder discrecional enorme que en momentos de alta inflación permite con más fuerza que el ajuste recaiga en los jubilados. Este punto aún queda como una gran incógnita, ya que de no mantenerse los bonos, la jubilación caería aún mucho más y en caso de mantenerse, cómo serán? Como se ve, es un escenario aún abierto porque el Gobierno no dio detalles sobre los bonos.
Por último y como cuarto aspecto del robo, está el aplanamiento de las jubilaciones. Hay una gran cantidad de jubilados que hoy no cobran ese bono, lo que genera que la pérdida de los haberes sea aun mayor por el mismo resultado de la inflación. Eugenio Semino observa que hay 2.5 millones de jubilados que al no cobrar bono, hoy están cobrando cerca de la mínima (entre $160 y $170 mil pesos), sumado a las pensiones no contributivas, está claro por dónde quiere pasar el ajuste.
Sin embargo, acá no estamos descubriendo nada. Es coherente con el mensaje grabado que dio hace un mes Caputo. Con el objetivo de llegar a déficit (financiero) cero, el Gobierno está buscando un recorte de 0.4% del PIB.
En ese marco, la Ley ómnibus además incorpora la posibilidad de vender el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) para hacer caja y hacerse de los dólares. Quizá sean utilizados para pagar deuda, quizá sea parte de una arquitectura financiera para ir hacia una dolarización como dijo Caputo hace unos meses, entre otras opciones. Lo que es seguro es que no la van a utilizar para paliar una situación que es verdaderamente de emergencia como los haberes jubilatorios. Todo lo contrario, los jubilados siguen cargando el peso del ajuste. Como dijo Alberto Fernandez, entre los bancos y los jubilados, me quedo con los bancos. ¿O era al revés?
Es por eso que es muy importante no ser indiferente. El DNU y la Ley ómnibus son parte de un ataque enorme a la condiciones de vida del pueblo trabajador. Más que nunca el miércoles hay que estar en el paro y movilización para frenar al Gobierno y en rechazo del DNU y la Ley ómnibus.
Imagen: @marnedelcu
Por Martín Schapiro-DLAD