El dirigente peronista analizó el desempeño electoral del Partido Justicialista en las elecciones legislativas provinciales, calificó al kirchnerismo como "una secta de pseudoizquierda" y aseguró que "hay que sacarse a Cristina de encima".
Julio Bárbaro, analista político y dirigente peronista, declaró que la sociedad que necesita que la política le devuelva “una propuesta de unidad nacional” y afirmó que “o se acaba Cristina Kirchner, o se acaba el peronismo”. “Sin unidad, no hay destino”, agregó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Julio Bárbaro es político, escritor, ensayista, analista político de una trayectoria absoluta en el peronismo. Este lunes por la noche, escribió en la red social X: "El kirchnerismo fue enfermando al peronismo. Nos eliminó de Córdoba, de Santa Fe, lo dejó reducido a la provincia de Buenos Aires. Un virus que queda reducido a Buenos Aires."
Estoy obsesionado consultando a peronistas tratando de entender si es que el peronismo perdió o el kirchnerismo perdió, y si finalmente el peronismo no sigue fuerte porque gobernadores como el de Salta, o quien conduce Misiones, finalmente son peronistas, independientemente de que no sean kirchneristas, sumado además al peronismo de Córdoba. La pregunta es casi ontológica: ¿qué es lo que hay? ¿Podríamos decir que el peronismo, en su esencia, sigue gobernando varias provincias y teniendo una presencia fuerte independientemente del kirchnerismo? Con Urtubey y logramos sintetizar que en Salta ganó el peronismo. Lo que perdió fue el kirchnerismo.
Es simple. Cuando tuvimos que expulsar a la conducción del peronismo que nos había llevado a la derrota, que era Vicente Leónides Saadi, el Congreso de La Pampa fue duro. Perdimos, y después tuvimos que fracturar para sacárnoslo de encima. Después nos tuvimos que sacar a Menem de encima, y ahora hay que sacarse a Cristina de encima. El problema no es peronismo–antiperonismo, el problema es patria o antipatria. Lo que plantea Uturbey es absolutamente claro.
Antes habló él presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, que la verdad vienen con esta tontería de "todos juntos". Juntos somos nada, porque reunir distintos pensamientos neutraliza la vitalidad. Entonces aquí hay un tema muy simple: o desaparece Cristina, o desaparece el peronismo. Saldrá otra fuerza nacional.
¿Qué es hoy Milei? La destrucción de la economía, aquello que se inició con Celestino Rodrigo: todo importado, no damos trabajo, nos endeudamos, no acumulamos riqueza. Y hablan de la macro, cuando la micro es una angustia existencial brutal para el argentino medio. O sea, hay un gran ajuste, para nada. Para una concentración económica sin sentido, que nos hace cada vez más dependientes.
¿Puedo cambiar “desaparece” por “se acaba”? ¿"O se acaba el kirchnerismo o se acaba el peronismo"? Para eliminar la palabra “desaparece”, que resuena mal. Porque me parece que es un gran título.
Claro. O se acaba Cristina Kirchner, o se acaba el peronismo. Además del norte, en Santa Fe dejamos de existir, o en Corrientes y en Jujuy, porque el kirchnerismo es una degradación del peronismo. Como planteó Urtubey, el kirchnerismo son los derechos humanos planteados de otra forma. Es otra cosa. Es una secta de pseudoizquierda, de fanáticos. Entonces, tenemos el fanatismo de Cristina contra el fanatismo de Milei. Dos destinos fracasados para una sociedad que necesita que la política le devuelva una propuesta de unidad nacional. Sin unidad, no hay destino.
Usted dijo también que Javier Milei es un Jorge Rafael Videla democrático. Cuéntenos un poco eso.
Bueno, es que la misma política que vino a hacer Videla, la está haciendo hoy Milei. Lograron degradarnos a tal punto, y en eso el kirchnerismo fue muy culpable, porque la gente huía de Alberto Fernández. Yo he tomado taxis que me decían: "Este me está destruyendo, pero el anterior no quiero volver". Eso lo escuchamos todos muchas veces. Entonces, lo que han logrado es esta política de colonia. Brasil es una patria, lo es Chile, lo es Uruguay. Nosotros tenemos una dependencia total y una concentración económica que no termina nunca. Todo es de grupos concentrados. Los pequeños comercios van cayendo, las calles se van llenando de negocios en alquiler. Es triste la vida. Yo nací en una sociedad con un 5% de desocupación, y una deuda externa que dejó Isabel de 6.000 millones. Después vinieron Martínez de Hoz y Cavallo. El menemismo fue la traición al peronismo y a la patria. Vendió lo que era de todos para vivir dos o tres años y que después tengamos una dependencia absoluta. La privatización de los ferrocarriles es una cosa irracional, destructiva, o la del gas o la luz. Es todo una demencia. Lo que había construido la Argentina como país, se lo llevaban vivos, en nombre de una ideología.
El peronismo era mayoritario porque juntaba dos sectores: podríamos decir el conservadurismo popular, en aquellas provincias donde el empleo público era mayoritario, y, a partir de los años setenta, un sector más progresista, más de izquierda, más urbano, más bonaerense. Eventualmente uno pudiera considerar a Kicillof también dentro de ese cierto progresismo. Parecería haber unos peronistas progresistas más parecidos a los radicales, más alfonsinistas o socialistas; y unos más nacionalistas y conservadores populares. Ese peronismo tenía que amalgamar agua y aceite. Y algunas veces lo lograba, y otras no. ¿Cómo imagina que estas dos grandes ramas del peronismo están divididas?
Hay que asumir que no hay capitalismo sin burguesía industrial. Eso es clave. ¿Qué es Brasil? Es la burguesía paulista. Sin burguesía industrial, sin un empresariado enamorado de su patria, no hay patria. Y en ese sentido, la etapa nos obliga a decir que no es el progresismo. Porque progresismo, es Chacho Álvarez o Cafiero. Son etapas que sirvieron. Pero lo de Menem fue destructivo. Porque fue una modernidad de traición donde plantearon que lo nuevo es la traición.
Ahora, lo que usted plantea es básicamente que la Argentina necesita una concepción patriótica que reúna peronistas, radicales, conservadores y liberales que quieran ser Nación. Y los que quieran tener dependencia, y crean que hay que viajar a Miami y vivir de esa concepción es la otra mirada, que está presente en la historia argentina desde siempre. Cuando Caputo y Milei dicen “120 años”, están diciendo que quieren un país con ricos. Pero eso no es un país rico.
Elizabeth Peger: Sobre la elección en la Ciudad de Buenos Aires, me interesaba conocer su análisis de cómo observa la previa a la elección, muy caracterizada por el enfrentamiento entre Macri y Javier Milei, y mucha expectativa del peronismo en la figura de Santoro, que no es un kirchnerista.
El kirchnerismo está expresado por Juan Manuel Medina. En Santoro hay una idea de “albertización”, de pérdida de identidad. En la política, o uno está enamorado de la política y es una pasión, o no funciona. Yo digo siempre con esto de Ficha limpia que la prostitución no mató al amor, y la corrupción no va a matar a la política. Ahora, ese arte que es la política tiene que volver como pasión. El fracaso da dispersión, y tenemos 17 listas. Si hubiera una sociedad exitosa, habría tres listas, porque habría propuestas en serio.
¿Lo que usted siente es que estamos en una especie de Big Bang que no se sabe qué es lo que va a resultar?
Y que, además, esta elección del domingo no tiene sentido. A mis 83 años, nada me da ganas de ir a votar porque no hay nada de lo que se ofrece que tenga concepción de trascendencia. Que me devuelva la esperanza de una sociedad con un solo proyecto y distintas visiones políticas. La Argentina no tiene proyecto hoy. No sabe qué quiere ser, y eso es terrible. Fuimos más que Brasil y hoy, no. Tenemos endeudamiento, pobreza creciente, una angustia de la gente en la calle que se ve en los rostros, en los locales. Digo: ¿todo esto para qué sirve? Para que la macro funcione, que es la de los grandes, y la micro, que es la de los humanos, se vaya hundiendo en la nada. Vamos a ser un país con grandes ricos y el resto, todos pobres.
Fuente: Perfil