China apunta cada vez más hacia Europa, también a través de la Nueva Ruta de la Seda. Y Serbia es uno de los países que tienen una relación más estrecha con ese país, que desde 2010 ha invertido allí unos 8.500 millones de dólares.
Pero ¿quiénes son las personas que mantienen en funcionamiento esta gigantesca máquina? En 2022, Serbia ocupa el segundo lugar del mundo en la implementación de los proyectos de la Nueva Ruta de la Seda. Mientras empresas chinas compran las tierras de Serbia en las que se encuentran las minas de Bor y extraen materias primas a gran escala, la segunda generación de chinos en el país comienza a cumplir sus sueños.
La china Weiya Chen, de 25 años, quiere abrir su propio café. Su familia empezó a ganar dinero con una zapatería en el Bloque 70 de Belgrado, conocido como el barrio chino. Weiya ha logrado ascender a la clase media, pero sigue siendo china de corazón, al menos en lo que respecta a la política. A Danilo Krivokapic le preocupa la mentalidad de muchos de sus conciudadanos chinos. Belgrado está instalando cámaras de vigilancia en toda la ciudad (podrían ser hasta 8,000) que pueden actualizarse con software chino de reconocimiento facial. Mientras Krivokapic lucha para que se mantengan las normas europeas en materia de protección de datos, el mundo empresarial se abalanza sobre las atractivas ofertas de las empresas chinas. Cuenta con el apoyo de Goran-Liu, de 36 años, quien se ha propuesto la tarea de mediar entre las empresas chinas y serbias y buscar las mejores ofertas.
Anna Tillack y Nikolaus Neumaier preguntan a estas personas sobre sus motivaciones y sueños y observan los entresijos de una comunidad habitualmente caracterizada por la opacidad.