¿Cuál es la realidad de la educación en la Argentina después de 200 años? Sin dudas la Argentina de hoy día es un país muy empobrecido con el 52,9% de pobres. Es una tragedia para la Argentina que tiene muchos cómplices. Se sale con educación, pero la siguen hipotecando. 18,1% de indigentes, 66,1% de los niños en la pobreza y el 27% son indigentes.
Es necesario decir que la educación en Argentina no es una cuestión de Estado. En Argentina cada día hay una profundización de las desigualdades en el aprendizaje que son cada vez más inquietantes.
El derecho a la educación se trata de un derecho con un componente civil y político, ya que apunta al disfrute de las libertades fundamentales de toda persona humana.
El cumplimiento y derecho a la educación es de fundamental importancia pues soporta y se vincula con la posibilidad de permitir a otros derechos que se hagan presentes como un trabajo de calidad, una calidad en la salud, vivienda, alimentación, entre otros. El sistema educativo necesita que se mejore pero las mejoras del sistema no pueden lograrse mediante la grieta, en esto no debe existir la grieta y la desconfianza hacia los docentes no debe ser la única vía para pasar culpas.
Solo en la edad media en Europa una mujer logró un título Universitario y fue en 1239, en la Universidad de Bolonia, la jurisconsulta Bettisia Gozzadini imparte la primera clase de derecho. En 1571, una ordenanza de la Iglesia sueca establece la necesidad de contar con un sistema escolar para educar a niños varones y mujeres en el arte de la lectura y la escritura.
Desde el retorno a la democracia en nuestro país en 1983 los ministros de Educación duraron en su cargo en promedio 1,9 años, promedio sólo superado por los ministros de Economía y Salud. la crisis educativa actual son las condiciones de pobreza de los chicos que asisten a clase y las condiciones sociales
La educación no solo debe ser accesible para todos, sino que debe ser de la más alta calidad, no es un privilegio que otorga un gobierno, es un derecho legal para todos.
El Estado de Argentina debe respetar la Constitución Nacional en su artículo 14 y tiene la compromiso y responsabilidad indelegable por la educación, y en el Congreso se deben sancionar las leyes que garanticen los principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal. Manuel Belgrano, desde las páginas del Correo de Comercio de Buenos Aires, en marzo de 1810, Belgrano advertía sobre la necesidad e importancia de crear, con fondos públicos, escuelas primarias en las ciudades, villas y parroquias, y solicitaba a los jueces que “obliguen a los padres a que manden a sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz de dictar”.
La educación ha sido producto de luchas sociales que han tenido por objetivo que se le reconozca como un derecho. La educación a lo largo de la historia siempre estuvo reservada para las élites dominantes como la monarquía, oligarquías, la aristocracia y ¿la iglesia?, con el doble propósito de preparar y adoctrinar a los jóvenes para el acceso, ejercicio y sucesión del poder político y económico, por ejemplo, en Argentina en la Presidencia de Mitre se “creó” el Colegio Nacional hasta que vino Sarmiento y creo las escuelas Normales.
La educación como derecho es mucho más que la posibilidad de la persona de tener cierto nivel de instrucción. De los derechos reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), el derecho a la educación es el único al que se le otorga una finalidad. Es así que la segunda parte del artículo 26 expresa:
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
Estamos habituados a ver a nuestros hijos a ir al colegio cada día y recibir una educación, pero, aunque el derecho a la educación se encuentra recogido en la Convención sobre los derechos del niño, existen cerca de 80 millones de niños y niñas en edad de cursar la primaria que están fuera de la escuela. Por lo tanto, queda mucho trabajo por hacer. La cantidad de años de escolarización no necesariamente se correlaciona con la calidad educativa que reciben los alumnos.
No cumplimos con la ley ni con los acuerdos y pactos educativos que nosotros mismos establecimos. Concluyendo estamos como estamos porque en el mundo se invierte más en guerra que en educación.
Daniela Leiva Seisdedos- Revista El Arcón de Clio